El 10 de diciembre se conmemoró un nuevo Día Universal de los Derechos Humanos, en referencia a esa fecha en el año 1948 en la cual la ONU aprobó la Declaración Universal de DD.HH.
Lamentablemente la paz y los DD.HH. están cada día más violentados en el mundo.
Digamos también que el Comité Noruego del Nobel no ayuda mucho a su promoción cuando ha otorgado el Premio Nobel de la Paz este año a Ana Corina Machado, quien ha solicitado públicamente y sin pudor alguno la invasión de EE. UU. a Venezuela; o en el pasado lo otorgara a Barack Obama –quien pasó en guerra durante todo su mandato– o anteriormente a Henry Kissinger; el nefasto Secretario de Estado que propició la instalación de las sangrientas dictaduras fascistas que asolaron nuestro continente en los años setenta.
Sin dudas, estamos ante una amarga ironía.
Sobre formas y contenidos
Hemos dicho en más de una oportunidad, que más allá del descarado y prepotente estilo de expresión de Donald Trump, lo primordial es analizar los contenidos de sus dichos.
Viene bien recordar que J.F Kennedy con la imagen de simpatía y bonhomía que lo caracterizaban, fue quien apoyó la frustrada invasión a Cuba en 1961 e inició el inmoral e inhumano bloqueo contra el pueblo cubano que dura hasta hoy.
Estamos viviendo una época de gradual pero persistente traslado de la hegemonía mundial de occidente hacia oriente; desde Estados Unidos y la Unión Europea hacia China.
No hay nada más peligroso para la paz mundial que un imperio en decadencia que trata a toda costa de mantener su hegemonía.
En este marco es que tenemos que analizar el documento emitido por la Casa Blanca en el pasado mes de noviembre titulado “Estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos de América”.
Lejos de un documento técnico, se trata de un plan de acciones políticas concretas destinadas a asegurar su permanencia a toda costa como la primera potencia mundial.
Esta estrategia imperialista a la que sin ambages califican como “el corolario Trump a la doctrina Monroe”, plantea algunos puntos a saber: tener el ejército más poderoso del mundo, ya que a su entender, “la fortaleza es el mejor elemento disuasorio”.
Con el concepto de “equidad” impusieron a sus aliados de la Unión Europea a que aumentaran su gasto de defensa del 2% al 5% de su PBI.
Tener acceso pleno en todo el mundo a las fuentes de minerales y materiales críticos para su defensa.
Impulso a la reindustrialización dentro de fronteras, mediante la aplicación de aranceles y nuevas tecnologías.
Restaurar el dominio energético estadounidense en petróleo, gas, carbón y nuclear.
El texto completo en Inglés y Español puede consultarse en el sitio https://www.correodelalba.org/wp-content/uploads/2025/12/2025-Estrategia-de-Seguridad-Nacional-e-Informe-Asturias.pdf
Estos planteos dan cuenta clara de la grosera injerencia del gobierno de los EE.UU. en nuestra región explicitada en la amenaza de invasión a Venezuela y Colombia, bajo la insostenible y falaz acusación a sus Presidentes de narcotraficantes, así como en los ataques a varias pequeñas embarcaciones de pesca en el Caribe -sin mandato internacional alguno- verdaderas ejecuciones extrajudiciales de sus tripulantes, bajo el pretexto de combate al narcotráfico.
Las reacciones en la región
Tan preocupantes como las amenazas en ciernes son –hasta el presente- las apáticas reacciones de nuestros gobiernos.
La declaración de América Latina y el Caribe como zona de paz, proclamada en la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) realizada en La Habana los días 28 y 29 de enero de 2014, está indiscutiblemente por encima de cualquier diferencia política puntual que pueda existir entre sus gobiernos; ya que hace a la reafirmación de principios irrenunciables del derecho internacional.
En consecuencia es de esperar un pronto e inequívoco pronunciamiento por parte de la CELAC de rechazo a toda agresión a cualquier país miembro.
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