(* Traducido por Ignacio Mackinze). Alemania reivindica a los perseguidos por «brujería». El experto Hartmut Hegeler explica los avances y principales obstáculos a vencer por las distintas comunidades germanas.
Torturados y quemados en la hoguera de a miles, los supuestos brujos y brujas de Alemania habían caído mayormente en el olvido. Pero gracias a los esfuerzos de un pequeño grupo de activistas, algunas ciudades alemanas han comenzado a absolver a mujeres, hombres y niños que fueron erróneamente acusados de causar plagas, tormentas y malas cosechas.
Comenzó con el juicio y ejecución de una niña de ocho años por brujería en la primavera de 1630. Obligada a revelar el nombre de los otros involucrados en una supuesta danza nocturna con el demonio en la ciudad de Oberkirchen, la confesión de la pequeña Christine Teipel encendió la chispa de una ola de delaciones y subsecuentes juicios. En el lapso de apenas tres meses, 58 personas, entre ellas 22 hombres y dos niños, fueron quemadas en la hoguera.
Los juicios de Oberkirchen representan sólo una pequeña fracción de los que condujeron a la ejecución de alrededor de 25 mil supuestas brujas entre 1500 y 1782 en Alemania. «En el país reinaba la persecución», recuerda el experto en juicios por brujería Hartmut Hegeler, y explica que «un cuarenta por ciento de las 60 mil brujas y brujos torturados y asesinados en Europa durante esa época infame fueron ejecutados en el territorio de la Alemania actual». Hegeler, un ministro protestante retirado de 65 años y profesor universitario de religión en la ciudad de Alemania Occidental de Unna, se dedica ahora a reivindicar a esas supuestas brujas ciudad por ciudad. «Se lo debemos a las víctimas: reconocer finalmente que murieron siendo inocentes. Pero no se trata sólo de un tema del pasado. Es un mensaje contra la violencia y la marginalización que sufre la gente hoy en día», agrega Hegeler.
Más allá del género
El principal blanco eran las mujeres, aunque sorprendentemente también hubo un gran número de hombres y algunos niños, como Christine Teipel, de Oberkirchen. Se los acusaba no sólo de tener tratos con el diablo, sino también de causar plagas de insectos, mal tiempo, de arruinar las cosechas y hasta de la fermentación de la cerveza.
«Por supuesto que no eran brujas y que todos los crímenes eran inventados», asegura Hegeler, quien ha escrito 17 libros sobre los juicios por brujería en Alemania. Y amplía: «Pero en tiempos difíciles era una buena herramienta que tenían las autoridades locales para culpar a alguien de la hambruna y otros problemas. Las brujas eran un chivo expiatorio perfecto para cualquier cosa que saliera mal».
En un tiempo, cuando muchas regiones peleaban por el dominio político, los historiadores creen que los líderes también utilizaban esos juicios como una muestra de su poder, según explica el analista. Y, contrariamente al saber popular, la Iglesia no fue la única que incentivó estas cacerías. La Iglesia Protestante estuvo detrás de un significativo número de juicios. «Es algo que descubrí muy al principio de mi investigación y que me dejó atónito», sostiene Hegeler.
Los esfuerzos de Hegeler y de otros «grupos de trabajo» informales de alrededor de cuarenta activistas, que piensan lo mismo en todo el país, ha provocado lo que Hegeler llama un «efecto bola de nieve» de exoneraciones de brujería. En los últimos años, ocho ciudades han absuelto oficialmente a convictos por brujería, cinco de las cuales lo hicieron durante 2011. Otras siete ciudades están actualmente procesando pedidos para hacerlo. A medida que se difunde la palabra «exoneración de brujería», Hegeler ha comenzado a recibir gran cantidad de consultas de ciudadanos preocupados que esperan limpiar los registros de sus comunidades de personas acusadas falsamente de esos cargos.
Recientemente, Hegeler se ha puesto en contacto con funcionarios del Partido Verde de la ciudad renana de Rheinbach, donde han propuesto la rehabilitación de 130 acusados de brujería, quienes fueron quemados en la hoguera en esa región alrededor de 1631. La ciudad planea tratar esa moción la próxima semana, según el diario regional Express. «Pero ningún partido en particular se adjudica esta causa, y las solicitudes y el apoyo provienen de funcionarios de todo el espectro político alemán», indica Hegeler.
A principios de este mes, también completó un pedido ante la municipalidad de Colonia para rehabilitar a Katharina Henoth, que fue estrangulada y quemada en la hoguera en ese lugar en 1627, supuestamente por causar una plaga de orugas en un monasterio. También se ha puesto en contacto con la oficina del cardenal Joachim Meisner, arzobispo de Colonia, con la esperanza de que la Iglesia Católica también haga pública una declaración de reconocimiento de las ejecuciones injustas. «Si bien los tribunales municipales solían ser los responsables de esos juicios, los poderes eclesiásticos muchas veces aceleraban los procesos», cuenta Hegeler.
«Deuda de larga data»
Pero no todas las comunidades se alegran de recibir esos pedidos. En noviembre, la ciudad alemana occidental de Aachen rechazó una solicitud para reivindicar a la niña Sinti, que murió en 1649, a los 13 años. «Me quedé muy decepcionado con los políticos de ese lugar. No les habría costado nada y les habría dado a ellos más credibilidad», admite Hegeler, en referencia al hecho de que la ciudad otorga anualmente el prestigioso Premio Carlomagno como distinción a los esfuerzos por la unificación europea.
La ciudad de Büdingen, del estado de Hesse, también le respondió que tenía cuestiones más importantes que resolver. Según Hegeler, las autoridades pueden haber temido decepcionar a una familia aristocrática que permitió los juicios por brujería y que todavía ejerce una influencia significativa allí. «Pero la mayoría de las ciudades dicen que se trata de una deuda de larga data», agrega.
De todos los juicios por brujería que ha investigado, el caso de Christine Teipel sigue siendo uno de los que más conmueve personalmente a Hegeler. Todavía no ha presentado ninguna solicitud para su perdón oficial. El diálogo con los funcionarios de Oberkirchen resultó infructuoso, dice, aunque la ciudad tiene un recordatorio a las víctimas.
«Ahí la gente no quiere oír hablar de reivindicación», subraya Hegeler. Y cierra: «Por algún motivo, hay muchas reservas. No quieren dar el paso de admitir que los ejecutados eran inocentes. Al menos no todavía.