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Los olvidados niños refugiados sirios que están detenidos en una isla griega

Abandonados y sometidos a abusos

Fuentes: The Guardian

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

Muchos de los niños refugiados pasan la noche sin poder dormir en tiendas sobre la playa (Foto: Mark Townsend para The Observer)

Rasha desapareció a última hora de la tarde del pasado sábado. Sus compañeras del campo de detención de refugiados cuentan que pasaron el rato como siempre con la muchacha de 20 años. Después se evaporó. El martes pasado, su amiga Amira, de 15 años, recibía una lluvia de imágenes en su móvil. En ellas, Rasha yacía desnuda en la cama con un hombre. Por encima de su cabeza aparecían caras grotescas de dibujos animados, acompañadas de un mensaje del anónimo sujeto: «Prometo raptarte también a ti».

Esta no era, ni mucho menos, la primera amenaza que recibía la adolescente refugiada de la ciudad siria de Qamishli desde que llegó hace seis meses a la isla egea de Quíos. La existencia en el centro de detención rodeado de alambre de espino, una antigua fábrica conocida como Vial en las profundidades del interior montañoso de la isla, es un calvario para una niña que confía en comenzar una vida nueva en Europa, preferiblemente en el Reino Unido.

Sus compañeros de refugio la intimidan continuamente. «Los hombres dicen que van a atacarme y tratan de asustarnos para que no vayamos a Souda [otro campo de refugiados en la isla] ni a la ciudad. Me dicen: ‘Si te veo por allí, te atacaré. Te secuestraré y te mataré'».

Amira está entre las decenas de menores no acompañados que se hallan en Quíos que podrían solicitar asilo en el Reino Unido en función de la enmienda Dubs. Hace un año, el gobierno británico anunció que ofrecería un santuario urgente a una considerable proporción de niños refugiados en estado de vulnerabilidad que se encontraran ya en Europa. Y la cifra ampliamente aceptada era la de unos 3.000 menores, hasta que el pasado mes de febrero, el ministerio del Interior paró inesperadamente el proyecto hasta reducirlo a sólo 480, un niño por cada 130.000 residentes en el Reino Unido. Ni un solo menor no acompañado ha sido trasladado desde Grecia al Reino Unido en virtud del proyecto Dubs.

El martes [20 de junio] será la última oportunidad de que se reabra el Dubs en el tribunal superior de Londres, un desafío legal que califica de ilegal y «seriamente defectuoso» el prematuro parón impuesto por el ministerio del Interior.

La vista, de tres días de duración, tendrá repercusiones potencialmente profundas para Quíos, separada por una delgada franja de agua de Turquía, tan estrecha que Amira puede ver sus casas veraniegas y fábricas desde la costa de la isla. Más allá se extienden las fronteras con Siria e Iraq, desde donde cada día parten seres humanos intentando abordar una abigarrada flotilla de barcas y botes de goma para salvar el corto aunque peligroso cruce hasta la puerta de entrada a Europa.

Pero lo que encuentran todos aquellos que consiguen cruzar con éxito no podría estar más lejos de sus aspiraciones de un mundo civilizado y seguro. Los niños refugiados de Quíos relatan que han sido apuñalados por algunos elementos locales, que la policía les ha dado palizas, que han sufrido ataques de extremistas de derechas, que tienen que presenciar las peleas con navaja entre adultos borrachos que también buscan asilo y cuentan también sobre las noches sin poder dormir en las frágiles tiendas instaladas sobre playas de guijarros.

La mayor parte de los niños, Amira incluida, están demasiado aterrados como para poder ir a los aseos del campo por la noche por miedo a sufrir abusos. Encallados en la quinta isla más grande de Grecia y sin poder moverse hasta que no se procesen sus permisos, alrededor de 4.000 refugiados se hallan en estos momentos en los dos abarrotados campamentos que hay en la isla. Y puede que la situación empeore gravemente. En quince días, el gobierno británico se dispone a retirar sus fondos para los equipos móviles de apoyo que hay en Quíos. Inmediatamente después, los esfuerzos humanitarios de la Comisión Europea tendrán que ser asumidos por el gobierno griego.

Amira, 15 años, nacida en Damasco (Foto: Mark Townsend para The Observer)

Los grupos de refugiados afirman que al Reino Unido, y a la comunidad internacional, parece no preocuparle estar dando la espalda a una crisis de emigración cada vez más olvidada. El manifiesto de los conservadores en las recientes elecciones incluso llegaba a plantear la posibilidad de revisar las «definiciones legales internacionales del estatuto de asilo y refugio». El ministerio del Interior todavía no ha enviado funcionario alguno a Quíos.

Para todo el conjunto de Grecia, que actualmente tiene 62.000 refugiados atascados en su territorio, los activistas declaran que el ministerio del Interior ha responsabilizado a un único individuo para que se ocupe del proyecto Dubs.

«Quíos representa un punto de inflexión. Pero al poner fin a la financiación de los servicios que prestan en la isla muchas ONG, sentimos como si Europa estuviera volviendo la espalda a la isla», dijo Alex Green de Help Refugees, una de las pocas ONG que continuarán en la isla.

La retirada de recursos de Quíos dejará a los menores no acompañados en una situación mucho más precaria. El pasado martes, Erez -que afirmaba tener 16 años aunque parecía tener tres menos- se había pasado por el parque que hay cerca de Souda, el lugar favorito de los niños refugiados porque allí es posible acceder al wifi que llega de una taberna cercana. Poco después de las seis de la tarde, Erez fue abordado por tres personas de la localidad que le acorralaron y le hicieron un corte con un cuchillo a lo largo del brazo derecho.

Dieciséis horas después del ataque, con el brazo lacerado y salpicado de gotas de sangre seca, se mantenía firme en no acudir a la policía. «No les importamos nada, la policía nos golpea con las porras. Si nos ven en algún café o fuera del campo, nos dicen que dejemos las calles porque no están allí para ocuparse de nosotros», dijo Erez, que quiere ir a Londres y cuyas únicas pertenencias son un par de chanclas desgastadas, una camiseta y el pantalón corto en el que lleva viviendo desde que llegó a Chios hace tres meses.

Erez fue atacado cerca de las escarpadas paredes que se alzan sobre el campo de refugiados, que proporcionan a los grupos de extrema derecha una plataforma ideal para lanzar indiscriminadamente piedras y bombas de gasolina sobre las tiendas situadas abajo. Se dice que algunos de esos atacantes tienen vínculos con el principal partido neofascista de Grecia, Amanecer Dorado.

Tres habitantes de la localidad hirieron en un brazo a Erez, que dice tener 16 años (Foto: Mark Townsend para The Observer)

La antipatía hacia los refugiados va creciendo velozmente en la isla y numerosos comerciantes se quejan de que su presencia está ahuyentando el turismo.

El pasado miércoles por la noche, una marcha contra los refugiados congregó en Quíos a 400 manifestantes. En una de las pancartas podían verse dos figuras negras atacando la isla con cuchillos.

Las tensiones florecen por doquier, sobre todo entre la miríada de etnias y nacionalidades que residen hacinadas en los campamentos.

Amira dice que ha habido hombres que la han atacado porque se ha atrevido a hacer amigos con no árabes. «Me amenazaron con matarme o secuestrarme porque tengo amigos de Afganistán. Me dicen: ‘Tú eres árabe, ¿por qué hablas con los afganos?’ Yo les contesto que todos somos seguidores del Islam, que todos somos refugiados, pero no quieren escucharme».

Las mujeres y las niñas describen una vida diaria llena de peligros. Oculto entre las calles que hay por detrás de Souda, se encuentra el primer refugio de emergencia en Grecia para mujeres refugiadas que se ha ubicado en el exterior de los campamentos.

Quienes levantaron las instalaciones relatan que se están produciendo tasas indignantes de violencia de género. De las 5.000 mujeres y niñas que han atravesado sus puertas desde julio pasado, su fundadora, Gabrielle Tan, de Action from Switzerland, piensa que la mayoría han tenido que soportar una forma u otra de acoso o violencia sexual. De las mujeres que viajan solas desde Siria a través de Turquía, el 80% son víctimas. Los campamentos de Quíos son lugares crónicamente inseguros para las mujeres porque no hay separación de géneros, lo que hace que la noche sea un período especialmente peligroso.

El último incidente conocido se produjo a primeros de junio cuando una mujer iba caminando hacia la cola de recogida de alimentos en Souda y un hombre trató de atacarla sexualmente, amenazando con violarla. Esa noche, seis hombres más intentaron entrar en el refugio donde dormía.

«No hay seguridad alguna para ellas si no tienen a un hombre en su grupo. Hemos observado que, una vez llegadas a Grecia, son extremadamente vulnerables a la explotación, acoso y violencia de género en los campos», dijo Tan.

Sus archivos identifican una correlación en el aumento de los ataques a mujeres cuando el campamento está abarrotado. En la actualidad, Souda alberga a más de 1.100 refugiados, una cifra que el equipo médico que trabaja en el lugar dice que casi triplica el número de personas que puede contener el campo.

Pero siguen llegando mujeres que viajan solas, 34 desde Siria el pasado mes. Una de ellas es Inas Soan, de 30 años, que viene desde Daraa, en el suroeste del país; duerme sola en la playa porque ha escuchado historias de horror de las mujeres en Vial y teme por su incierto destino. «Me siento perdida aquí, no sé a dónde ir ni qué hacer».

Se suponía que los flujos de refugiados a través de Grecia iban a terminar cuando la UE y Turquía anunciaron en marzo de 2016 lo que quiso considerarse un acuerdo «innovador» para contener las llegadas de refugiados. Durante un tiempo así ocurrió y los 850.000 refugiados que habían llegado al país en 2015 fueron pronto reemplazados por una afluencia estable pero determinada. Pero el acuerdo parece estar ya viniéndose abajo.

951 refugiados -a la inmensa mayoría de Siria- llegaron a Quíos en mayo, cifra a comparar con las 21 deportaciones y 19 regresos voluntarios que se produjeron. Se rumorea que los traficantes de personas del puerto turco de Izmir están ofreciendo descuentos.

La doctora Angela Kallerpi, de Médicos del Mundo/Grecia, dijo que la salud de los habitantes de Souda se estaba deteriorando velozmente. Citó la escasez de medicamentos, un brote de sarna y una reciente intoxicación alimentaria masiva. Las investigaciones averiguaron que la gente había estado almacenando comida en el interior de las tiendas durante el día a causa al Ramadán para ingerirla después del atardecer, a pesar del hecho de que se había estropeado por el calor.

Pero son los problemas psicológicos los que constituyen la mayor preocupación. Se han disparado los casos de autolesiones, enfermedades mentales e intentos de suicidios. Kallerpi describe a niños que aparecen con una celosía de cortes que ellos mismos se hacen en los brazos. Un estudio reciente halló que la tercera parte de los refugiados de Quíos presenta problemas de salud mental. Un refugiado sirio se autoinmoló en marzo y murió. A finales de junio, Médicos del Mundo perderá la única psicóloga con que cuenta en Souda debido a los recortes europeos de fondos.

Para adolescentes como Abdul, de 17 años, de Alepo, supone una pérdida muy importante. El muchacho se siente «muy estresado» y no puede dormir bien en su tienda de la playa. «Hay peligros por todas partes, drogas… Cuando salgo del campo veo cosas peligrosas. Los hombres que hay en mi tienda se emborrachan y me obligan a cantar en árabe. Si no lo hago, me pegan. Veo gente apuñalándose y sangre por doquier. Nadie puede ayudarme».

Otro menor no acompañado, Ali, de 16 años, también del norte de Siria, dice que ha presenciado como golpeaban a una mujer embarazada. «No me siento seguro en ninguna parte, ni en el campo ni fuera».

Kallerpi no tiene dudas de que la violencia está ligada al sentimiento de hallarse estancados. «La situación es cada vez más peligrosa, sin embargo, al mismo tiempo, hay un sentimiento de que lo único que tratan de hacer las autoridades es barrer toda la problemática por debajo la alfombra», añadió.

Alex Green, de Help Refugees, añadió que, incluso en un momento en que las necesidades son más grandes, el mundo parece dar la espalda a los refugiados de Chios. «Para los niños, especialmente para los que viajan solos, esta situación es aterradora. Es inaceptable que esos jóvenes supervivientes de guerra se hayan convertido en víctimas de los políticos».

Amira, que quiere ser doctora -afortunadamente para el Servicio Nacional de Salud inglés (NHS, por sus siglas en inglés) «quiere trabajar para fomentar la salud en vez de ganar dinero»-, dijo que nunca hubiera pensado en viajar a Quíos si hubiera sabido la verdad de lo que supone entrar en Europa. «Siria era más peligrosa, pero aquí me siento peor. Si hubiera sabido que Europa era esto, jamás habría venido».

Mark Townsend es editor de asuntos internos de The Observer.

Fuente: https://www.theguardian.com/world/2017/jun/17/syria-refugee-children-abandoned-forgotten-chios-greece-beatings-rape-knife-attacks

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.