Cada cuatro años resurge el debate electoral entre el independentismo y los socialistas puertorriqueños. Durante los últimos 20 años han sido dos las opciones discutidas entre socialistas e independentistas: no votar, o votar por el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP). Este año se añade a la lista de opciones una tercera opción electoral que es el […]
Cada cuatro años resurge el debate electoral entre el independentismo y los socialistas puertorriqueños. Durante los últimos 20 años han sido dos las opciones discutidas entre socialistas e independentistas: no votar, o votar por el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP). Este año se añade a la lista de opciones una tercera opción electoral que es el Partido del Pueblo Trabajador (PPT). Ante esta situación debemos preguntarnos: ¿Qué se busca con la participacion electoral? ¿Cuentan los trabajadores en nuestra isla con la fuerza necesaria que un proyecto de esa envergadura amerita? ¿Bajo qué condiciones o coyuntura de la lucha se justifica este método o táctica?
Es increible que, en un país donde el 37% de la población con edad para votar no participó de la elección del 2008, haya quienes descarten de forma absoluta la abstención electoral como alternativa política. En la última década la cantidad de electores inscritos no creció con la misma rapidez que la población con edad para votar. Posiblemente esto es un reflejo del descontento de los sectores jóvenes con el proceso electoral, o tal vez, de la falta de interés de dicho sector en las elecciones. Inclusive, la cantidad total de votos emitidos en las elecciones de los años 2000 al 2008 reflejó una reducción significativa. Pero el dato más impactante es que más de un millón de personas no participó de las últimas elecciones y ese número viene creciendo durante los últimos 10 años.
Las elecciones coloniales, un asunto táctico
Sin duda, el asunto de la participación en las elecciones es una cuestión táctica: dependiendo de la realidad concreta y de las características de la coyuntura se escogen los métodos más adecuados, sea la lucha armada, la participación electoral, la huelga general, u otras. En ese sentido rechazamos el principismo anti-electoral nacionalista: que en Puerto Rico no debemos nunca participar en las elecciones «porque son coloniales». Ahora, ni todo el que coincide en táctica coincide en estrategia ni a la inversa. El que existan grupos políticos en Puerto Rico que no participemos de las elecciones en este momento no significa que lo descartemos de manera absoluta y eterna. Pero también hay que ver el reverso de la moneda: las elecciones si son coloniales y eso tiene unas implicaciones concretas a la hora de escoger las elecciones como táctica.
El deber de cualquier organización revolucionaria en una colonia es luchar, cómo mínimo, contra el colonialismo. No se puede ir a elecciones coloniales sin denunciarlas como tales. De otro modo se corre el riesgo de enfrentar las limitaciones de la colonia una vez en el gobierno sin haber elevado el nivel de conciencia de los electores. La única alternativa descolonizadora es la independencia, pero algunos estamos convencidos que sólo una república socialista democrática puede garantizar la verdadera independencia; particularmente en estos tiempos donde la intervención imperialista trasciende las fronteras nacionales por medio de instituciones cómo el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El colonialismo y el capitalismo son los anclajes que evitan el desarrollo económico del pueblo trabajador, en ese sentido estaríamos engañando a la gente al venderle un partido político que prometa un país sostenible bajo tales condiciones. ¿Donde queda la denuncia de la falta de control sobre las aduanas, el transporte marítimo de mercancías, la capacidad de establecer relaciones comerciales internacionales, el control sobre los recursos naturales, la intervención federal en el ámbito judicial y otras demandas históricas del independentismo? En fin, la participación electoral legitima el colonialismo si no se aprovecha la elección como tribuna para la independencia y el socialismo.
Existen muchas tácticas válidas y pertinentes, el problema es que hay tácticas que son contradictorias con las prioridades estratégicas, particularmente si se quiere hacer un buen trabajo y no se cuentan con los recursos. Las pretensiones electorales, en ocasiones, forman parte de uno de los síntomas del independentismo puertorriqueño: aspiraciones idealistas y grandiosas sin contacto con la realidad. La cuestión electoral debe verse a la luz de la coyuntura, en otras palabras, la condición de la lucha de clases en Puerto Rico, el nivel organizativo de las masas y en particular de la clase obrera, y por último las capacidades y el alcance de las organizaciones revolucionarias. Ese análisis hay que hacerlo de forma honesta, reconociendo las limitaciones y dejando atrás el ilusionismo.
Cada táctica requiere un nivel organizativo específico y unos estilos de trabajo particulares; pero ante todo, lo que hace la diferencia son los recursos materiales y humanos con los que se cuenta. Nadie se tira a la guerrilla en la selva sin un número mínimo de armas y combatientes. Si no se tienen, los primeros pasos debe ser conseguirlas. Mientras tanto no hay selva que valga. De la misma manera, el desarrollo de un partido electoral nacional efectivo requiere, según las experiencias recientes, cientos de funcionarios a tiempo completo dispersos alrededor de toda la isla recogiendo endosos, haciendo campaña, recolectando fondos y reclutando militantes. Repito, requiere cientos de cuadros organizativos electorales a tiempo completo en la mayoría de los municipios de la isla creando la infraestructura necesaria para forjar un partido electoral con capacidad de triunfo. No se trata de tener doscientos militantes de los cuales 20 recogen endosos juntos en el área metropolitana y en las efemérides del independentismo.
Una coyuntura propicia para la lucha
Aún si se persiste con dicha táctica, hay que ver qué dice la coyuntura. Puerto Rico vive condiciones propicias para la lucha por el socialismo, pero ninguna lógica formal, dialéctica o difusa nos hace llegar a la conclusión que la única alternativa táctica para la coyuntura es la construcción de un partido electoral. La crisis económica nacional aún no toca fondo, mientras que las medidas neoliberales del gobierno de Fortuño irritan a cada vez más sectores de la clase trabajadora. La crisis económica mundial, matizada por los indicadores económicos de los Estados Unidos demuestran que mientras el desempleo aumenta vertiginosamente, los subsidios económicos que ofreció el gobierno de Obama se esfumaron, convirtiéndose en ganancias para los ricos y deuda para los pobres. Contradictoriamente, mientras vivimos tiempos propicios para la agitación política, las derrotas estratégicas de los últimos años mantienen al grueso del movimiento sindical y del independentismo pequeño burgués sumergido en el abismo de la frustración y la claudicación de principios. La ley 45 docilizó al movimiento sindical y garantizó el éxito de las medidas Fortuñistas sin oposición verdadera. El independentismo pequeño burgués, luego de abandonar el socialismo se ha ido moviendo hacia la derecha y a algunos ya ni se les puede llamar melones (indepententistas que votan por el Partido Popular Democrático, colonialista). Cualquier partido de trabajadores que pretenda convertirse en una fuerza política tiene que denunciar el colonialismo sindical y el sindicalismo empresarial como los principales obstáculos para el surgimiento de un movimiento obrero que sea una verdadera oposición contra el estado y los patronos.
Dentro de ese cuadro desolador contrastan dos fuerzas políticas, con ímpetu y vocación de resistencia. El magisterio, pero en particular los sectores más conscientes y firmes dentro de la Federación de Maestros de Puerto Rico. Esta es, aún luego de los ataques despiadados del gobierno, la única organización de masas con capacidad de organizar en el futuro próximo otro episodio de resistencia en defensa de la educación pública. En segundo lugar el estudiantado, pero en especial los estudiantes socialistas que son los que motorizaron las dos huelgas estudiantiles. Estos sectores seguirán siendo los principales actores de la lucha de masas en Puerto Rico y recae en la intensificación de dicho trabajo el futuro de la lucha por el socialismo en Puerto Rico.
Hay que preguntarse entonces, partiendo de la coyuntura que vivimos, cuales son los métodos más idóneos para acercar gente nueva al socialismo. La participación electoral se concibe, en ocasiones, como si fuera el único método existente para masificar las ideas socialistas y convocar amplios sectores de la clase obrera. Existen múltiples ejemplos de masividad obrera, socialista e independentista en la historia de la lucha de clases en Puerto Rico. El Partido Socialista de principios del siglo 20 aglutinó amplios sectores de las masas trabajadoras para las elecciones pero también para la lucha en la calle, la organización sindical de trabajadores para la cultura obrera etc. El PIP logró aglutinar más de 70 mil votos con un programa abiertamente socialista e independentista en el 1972. El Partido Socialista Puertorriqueño (PSP) logró aunar sobre 10 mil votos con un programa abiertamente socialista e independentista en el 1976. En el 1980 sacaron cerca de 5,000 votos, una cantidad no despreciable. El Movimiento Pro Independencia, organización que creó al PSP, desarrolló una de las campañas de abstención más importantes de la historia puertorriqueña que formó parte del fortalecimiento general del independentismo de la década del 60. La FMPR reunió 7,000 maestras y maestros en una asamblea general para aprobar el voto de huelga, luego reunió sobre 10,000 para levantar el voto de huelga. Se calculan sobre 20,000 maestras y maestros en huelga durante los primeros días de la huelga magisterial del 2008. El estudiantado universitario ha logrado reunir miles de estudiantes en asambleas estudiantiles contra el alza en el 1981, 2005 y el 2010. Definitivamente la amplitud no es una característica exclusiva de las elecciones. La característica común a todos estos procesos ha sido la presencia notable de cuadros socialistas aprovechando las coyunturas particulares para agitar en torno a demandas clasistas. La experiencia es que las movilizaciones de masas nutren de gente y votos a los partidos electorales, no a la inversa.
La abstención: táctica viable
La coyuntura de reflujo de la lucha de masas junto los avances de la burguesía en el terreno de la lucha de clases requieren la organización de un partido político nacional que organice y dirija la resistencia de la clase obrera. Los esfuerzos de todos nuestros militantes deben estar dirigidos a la construcción de ese partido. La participación electoral a nivel nacional y local son posibilidades que no se deben descartar, pero dentro de una etapa superior de la lucha. No descartamos, tampoco, la participación electoral de forma parcial, regional o por asuntos particulares como enmiendas a la Constitución, referendum etc. Cuando esto se haga deberá ser en función de procesos de masas donde la elección se pueda convertir en un elemento adicional para levantar la voluntad de lucha o porque nuestro desarrollo organizativo asi lo permite.
En esta etapa de la lucha, lo más apropiado es la abstención electoral. Como vimos, ya grandes sectores de la población puertorriqueña, particularmente de la juventud, se abstienen. De otra parte, el alto nivel de desprestigio de todos los partidos políticos electorales producto de las denuncias de corrupción y malversación de fondos públicos, han creado un alto sentido de escepticismo ante la cuestión electoral lo que propiciaría cualquier campaña de abstención. Nuestro trabajo de masas se realiza, también, con sectores vinculados a diversos partidos políticos pero la lucha por el socialismo trasciende las barreras político-partidistas y despierta lo que es común a todos los trabajadores: el desarrollo de la consciencia clasista.
Ahora, no podemos medir de la misma manera todas las campañas y campañitas de abstención de los últimos años. La campaña de Vota por Ninguno, de Papel Machete (organización de teatro y performática política clasista), con todas las limitaciones de recursos y la falta de estructura política nacional logró estar presente en el debate político electoral más que ninguna organización socialista durante dicho período. La mayoría de las campañas de abstención realizadas en los últimos 20 años han sido infructuosas en sus aspiraciones organizativas; pero como la enfermedad no está en la sábana hay que evaluar si tales campañas fueron un verdadero esfuerzo organizativo o sólamente se hicieron para constar en record. Plantear las limitaciones de las campañas de abstención pasadas es una cosa muy distinta a decir que «ninguna campaña de abstención ha logrado fortalecer a la clase obrera», lo cual es un planteamiento impreciso, falaz y confuso. Un lector incauto podría llevarse la impresión que lo que se quiere decir es que las campañas de abstención son la causa de la debilidad de la clase obrera.
Dichas expresiones forman parte de un documento que circuló la comisión política de una organización socialista que apoya la creación del PPT. Estos plantean también, que la abstención no es una opción porque los colocaría (a ellos) al margen del debate político, dejarían al pueblo trabajador sin alternativa política y sería equivalente a desarmar a la clase obrera. Todos estos argumentos parten de un supuesto falso: que no existe nada más allá de las elecciones. Plantear que la única «arma» que tienen los trabajadores es la participación electoral demuestra un alto nivel de docilidad. ¿Dónde quedó entonces el llamado a la organización sindical y política de los trabajadores, a la organización de huelgas o acciones de resistencia ante los abusos de la burguesía?
Confunden la toma del gobierno con la toma del poder
Un gobierno en Puerto Rico dirigido por un partido de trabajadores bajo la coyuntura de reflujo que hemos descrito está abocado al fracaso, no por la falta de capacidad para dirigir al país o falta de voluntad sino porque ostentar puestos gubernamentales no es equivalente a tomar el poder. Los socialistas revolucionarios planteamos que el objetivo de nuestra lucha política es la toma del poder por parte de la clase obrera para la socialización de los medios de producción. Dicha tarea no se logra por decretos, leyes, o elecciones sino por la constante movilización de las masas trabajadoras y desposeidas en una guerra abierta contra la burguesía. En Puerto Rico la situación colonial agrava el trabajo revolucionario pues los escollos para un verdadero gobierno de trabajadores no serán sólo de la burguesía local sino también de parte de las fuerzas imperiales. El rol de cuadros socialistas en el gobierno debe ser potenciar la lucha en la calle, fortalecer los instrumentos de lucha y de poder de los trabajadores y del pueblo para abrir fisuras en el estado de forma tal que se cuestione la hegemonia de la clase dominante. La toma del gobierno sin armar (figurativa y literalmente) a las masas, y sin movilización de masas, garantiza la reorganización de las fuerzas de reacción recurriendo a los boicots, golpes de estado, disturbios, paralización de la producción, etc. Lograr el gobierno es, entonces, pecata-minuta al lado de la toma del poder. Definitivamente, las organizaciones socialistas en Puerto Rico podremos estar hablando de partidos de trabajadores pero las concepciones de lo que eso significa son muy distantes.
La construcción de un Partido Socialista de Cuadros de Combate
Como resultado de nuestro Séptimo Congreso del MST hemos determinado que la coyuntura política requiere priorizar en la construcción de una organización política de cuadros socialistas que sea una fuerza nacional y con capacidad para enfrentar al gobierno en distintos espacios de lucha: dentro de los sindicatos, contra las burocracias, contra los patronos. Este partido político debe recurrir a una amplia gama de métodos y tácticas de lucha dentro y fuera del ámbito legal ya demarcado por el estado: la agitación y propaganda, la organización de actos de resistencia, la organización y dirección de organismos de masas, la resistencia callejera, huelgas sectoriales etc. La estrategia a seguir por esta organización debe ser el trabajo socialista con la clase obrera, entiéndase elevar el nivel de consciencia de clase de los sectores más movilizados y dispuestos a través de la lucha por reivndicaciones clasistas. La organización socialista que se plantee esta táctica tiene que escoger unos espacios de trabajo prioritarios y dedicarle la mayoría de sus recursos en lo que logra construir la fuerza suficiente para avanzar en nuevos espacios. La construcción de un partido electoral es contradictoria, por la cantidad de recursos que requiere y por el período de reflujo de lucha de masas en que nos encontramos, con las prioridades actuales del Movimiento Socialista de Trabajadores. La participación electoral no garantiza tampoco el desarrollo de conciencia de clase, e incluso puede retrasarla si una vez en el gobierno, pero sin el poder, se fortalecen instituciones gubernamentales represivas como la policía, el ejército, los tribunales y hasta los aspectos más represivos de las escuelas.
Esto no significa que el MST desaparecerá durante el año electoral, sino todo lo contrario. El año electoral en Puerto Rico es uno de los momentos idóneos para el desarrollo de procesos de masas. Sobre un millón de personas se abstuvo de votar en las últimas elecciones, independientemente de las razones concretas los socialistas podemos aprovechar esa base de personas que están desvinculadas de los prejuicios político-partidistas o que por lo menos ha quebrado la hegemonía partidista en sus psiquis. Ante la ausencia de alternativas para la clase trabajadora en estas elecciones el rol de los socialistas debe ser politizar la abstención. Las campañas que se realicen deben ir dirigidas a fortalecer lo que ya descubrieron tantas personas en Puerto Rico: las soluciones a nuestros problemas urgentes no están en las elecciones.
*Este documento presenta la posición del autor y contó con la colaboración de varios compañeros y compañeras.
Hugo J. Delgado-Martí es miembro del Movimiento Socialista de Trabajadores de Puerto Rico.
Para leer una respuesta de Rafael Bernabe a ese articulo:
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