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Acerca del carácter de un conflicto

Fuentes: Rebelión

Al momento de analizar cualquier conflicto es indispensable determinar bien su carácter para intentar proyectar las más probables consecuencias. Varios parámetros nos ayudarán a establecer el carácter de, en este caso, la confrontación en Europa del este.

Uno de los mejores métodos para conocer los intereses fundamentales en conflicto es escuchar atentamente las declaraciones de los responsables involucrados. Se podría oponer la figura de que no siempre los responsables, políticos u otros, se expresen sinceramente y en vez de exponer oculten sus intenciones. Sin embargo, según los sicólogos, una manera fiable de prever un comportamiento futuro es escrutando sus comportamientos pasados. Tanto de los hombres como de sus organizaciones agregaríamos.

Una de las hipótesis de la caracterización de este conflicto es que se trata de una lucha interimperialista por el acceso a los recursos naturales. Es esta la verdadera motivación de los contendientes en este conflicto? Refleja esta hipótesis verdaderamente la realidad? Resulta legítimo rechazar los dos contendientes pues ambos son capitalistas y tienen, según algunos, solo motivaciones imperialistas? Al menos en lo que concierne uno de entre ellos, creemos que la respuesta es negativa. Veamos.

Antes que nada creo que está claro que se trata de una confrontación entre Rusia de un lado y el occidente atlantista del otro (agrupados en la organización armada Otan bajo la égida de los Estados Unidos -EEUU-), y no solo contra Ucrania. La reciente petición de cese del fuego del secretario de defensa de los EEUU, Austin, así lo demuestra.

Los EEUU siempre han defendido su derecho y su libertad a que la Otan incluya a cualquier país solicitante y extienda sus límites hasta la frontera de los países considerados como hostiles (léase Rusia). No es necesario, creo, extenderse acerca de las numerosas ocasiones en que los EEUU han invadido/intervenido otros países por razones de interés imperiales, sin confesarlo claro está. En la relación de Washington con Rusia, un vistazo a la historia reciente, para no retroceder demasiado en el tiempo, muestra que las intenciones y proyectos de los EEUU han, desde hace tiempo, sido los de desmembrar y someter el territorio ruso para reducirlos a unos simples proveedores de recursos. Además hoy día lo confiesan abiertamente. En efecto, Zbigniew Brzeziński proyectaba desmenuzar el territorio de la Unión Soviética (URSS) en 4 o 5 países diferentes. Incluso, el derrumbe del campo socialista y el desmembramiento de la antigua URSS en doce países diferentes, no ha sido suficiente para los proyectos norteamericanos. Ocurre que Rusia podía aún erigirse en adversario serio a la hegemonía norteamericana, lo que les resulta inadmisible. Los EEUU se han comportado, en ese sentido, tal como la había predicho Lenin, respecto al desarrollo superior del capitalismo. Algunos de los ejes en los que se apoya el desarrollo y el mantenimiento de esta hegemonía son el no reconocimiento del derecho internacional que incluyen el respeto a la soberanía nacional, la autodeterminación de los pueblos, la seguridad colectiva, el no reconocimiento de instancias y acuerdos internacionales, etc. Imponiendo en su lugar reglas establecidas por ellos mismos, pasando por sobre el derecho internacional.

Las motivaciones de Rusia en este conflicto son totalmente diferentes. Después de la implosión de la URSS, Rusia se vio relegada a país proveedor de materias primeras. Los dirigentes rusos terminaron de entender el rol que les tenía asignado el imperio: ni siquiera fueron aceptados en la Otan cuando postularon. A partir de ese instante comprendieron que estaban destinados a servir de espantapájaros de remplazo a la imperiosa necesidad del occidente de tener un enemigo permanente. Ucrania, entidad constituida de una variedad de nacionalidades, fue designada como caballo de troya para prolongar el desarrollo de la política agresiva de la Otan, después de los fallidos intentos efectuados en Chechenia usando a los islamistas y la agresión de Georgia a Osetia del Sur y las tropas de interposición rusas. La experiencia victoriosa de la defensa de Siria ante los ataques de los islamistas creados, entrenados y financiados por occidente, permitió a los rusos de elaborar una respuesta a la Otan, adecuada y a tiempo, en el conflicto ucraniano. Esta respuesta se preparó durante años y su ejecución antecedió de algunos días a la guerra planeada por la Otan. Los argumentos esgrimidos por la dirigencia rusa en el desencadenamiento de la operación especial militar (OME) ha sido expuestos claramente. Estos pueden ser o no creídos en función de la comparación de la actitud de los dirigentes rusos en su pasado.

Las razones que Rusia ha esgrimido para justificar el desarrollo de esta operación especial son diversas. Desde el golpe de estado de Maidán en 2014, Ucrania se ha constituido en una base de instructores y un fortín de armamentos de la Otan. En consecuencia, el primer argumento de Rusia es la desmilitarización del país. Enseguida, se trataba de eliminar el peligro nazi que se incubaba en el seno y al amparo del estado ucraniano. En este acápite no se debe olvidar que uno de los últimos intentos de occidente de acabar con la nación eslava -la Segunda Guerra Mundial- terminó con el asesinato de más de 25 millones de ciudadanos de la URSS. Los rusos saben que la OME, aunque dolorosa, evitará males mayores en el futuro. Rusia no está dispuesta a repetir la ingenuidad en que incurrió al momento de la agresión nazi. No sería ocioso recordar que la llamada agresión nazi (operación Barbarroja), contó con tropas provenientes de Italia, Rumanía, Hungría, Eslovaquia, Croacia, Finlandia, España (posteriormente hasta los franceses terminaron enviando tropas). Algo bastante parecido a la Otan de hoy no? Los rusos no están dispuestos al olvido ni al perdón, manteniendo vivo el deber de memoria. Cabe aquí mismo una interrogante: en la II Guerra mundial desencadenada por los alemanes quienes querían apoderarse del mundo, era moralmente legítimo retraerse en la neutralidad esgrimiendo que las fuerzas en contienda representaban solo distintas posiciones de regímenes capitalistas?

Otra razón invocada por los rusos del inicio del OME, aunque no es la última ni la menos importante invocada por ellos, es la protección de las poblaciones locales. En efecto, esta motivación es de lejos una de las más importantes en este conflicto. Los habitantes ruso parlantes de Ucrania se vieron sometidos, después del golpe de estado de Maidán en 2014, a prohibiciones y vejámenes de todo tipo. Para empezar la lengua rusa, su lengua maternal, ha sido prohibida hasta hoy. Los ruso parlantes fueron excluidos de puestos oficiales. El Partido Comunista Ucraniano fue declarado ilegal. La memoria colectiva fue criminalizada: las estatuas de Lenin, los bolcheviques y los patriotas demolidas. Al contrario, los caudillos colaboradores del nazismo han sido elevados al rango de héroes nacionales. Y un largo etcétera.

En este punto cabe otra reflexión. Es o no legítimo plantearse la protección de sus conciudadanos y/o connacionales ante un peligro evidente e inminente? Para responder empecemos por casa. Fue o no legítimo la creación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez para defender desde el derecho a la vida hasta el derecho de protesta ante un poder omnímodo e inicuo de un poder legítimamente impuesto? Fue o no válido la intervención de las tropas cubanas -con apoyo material de la URSS-, en la defensa de la soberanía de Angola, de la descolonización de Namibia y al fin de la derrota del apartheid sudafricano? Es o no lícito apoyar la lucha, por todos los medios, militares, políticos y comerciales, contra el exterminio a fuego lento del pueblo palestino? En ninguna de estas dos últimas situaciones la vertiente de clase ni del sistema político ha sido o es la fundamental. Sin embargo, no podemos mantenernos ni indiferentes ni descartarlas por no ser luchas que se fijen el socialismo como meta. Son luchas de liberación nacionales. Incluso Marx se confundió con las guerras de liberación de nuestros países. En Ucrania, la población ruso parlante enfrenta también un combate de liberación. No cometamos el mismo error de Marx.

Un argumento clave, corroborado por la realidad contingente -las sanciones occidentales han hecho más daño a sus propios promotores-, es que Rusia ha demostrado que posee, con solo una población de 145 millones, recursos naturales más que suficientes para no envidiar las escaseces de los vecinos. No es el caso de los EEUU. El petróleo y el gas no son más que un ejemplo, hay otros: alimentos (trigo), minerales (hierro, níquel, aluminio, cobre, uranio, bauxita, oro, diamantes, platino), químicos (fertilizantes). No estamos, entonces, frente a un conflicto por los recursos. Rusia defiende lo suyo y los suyos. Ya hubiésemos querido los chilenos tener, frente a Pinochet, los medios y capacidades de los rusos para defender a su población. Hay que hacer lo posible para entender que se trata, nada más y nada menos, que de un deber. Un deber internacionalista.

Pablo Milanés escribió, cuando, por razones de salud, se le impidió de participar como combatiente voluntario a Angola, que “La vida no vale nada si ignoro que el asesino
Cogió por otro camino y prepara otra celada
La vida no vale nada si se sorprende otro hermano
Cuando supe de antemano lo que se le preparaba “.

Para aquellos que piensen que Rusia ha “invadido” países como en el caso actual, donde intervino a petición de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, hay que recordar, que siempre tanto Rusia como la URSS, han intervenido, contrariamente a las invasiones de los EEUU, a petición de los gobiernos locales, incluso en Afganistán, respetando así rigurosamente los tratados internacionales.

En Ucrania, la represión de la poblacional ruso parlante, ha sido, desgraciadamente la tragedia de los habitantes del Donbass. Tanto ellos (los habitantes) como el Partido Comunista de Rusia han alabado la OME y reprochado a Putin no haberla desencadenado con años de antelación, afín de economizar algunas de las 14.000 vidas de las víctimas producidas a manos de los nazis ucranianos. En esta disputa dos argumentos de peso se inclinan a favor de la fecha elegida. Primero, la inteligencia rusa detectó el inminente ataque al Donbass de fines de febrero del 2022. Y segundo, la operación debió prepararse no solo militarmente, la consistencia y densidad alcanzada en otros dominios como el financiero, industrial, político -alianzas internacionales-, etc., debió ser pacientemente construidos.

La prensa sistémica se ha habituado a denominar como “comunidad internacional” al grupo de países compuesto por EEUU y sus aliados occidentales (atlantistas). Sin embargo, este conjunto no representan ni siquiera el 12% de la población mundial. El 88% restantes cuenta con naciones pobres, sometidas y emergentes que no cesan de adquirir importancia, espesor y calidad económica, empezando por China. Todos ellos solo han condenado la acción rusa usando bemoles y se han sistemáticamente sustraído a las sanciones promulgadas por los atlantistas. Estas naciones han comprendido de que lado se encuentran no solo mejor protegidos sus intereses, sino que además quienes respetan verdaderamente las leyes internacionales, verdaderos refugios de las naciones pequeñas y débiles. He aquí la verdadera naturaleza del conflicto en Ucrania. La acción de Putin ha dado el puntapiés inicial al avispero imperial y las eternas víctimas de este sistema se han resuelto, poco a poco a oponerse a los designios del orden hegemónico actual incluso poniendo cada vez más en entredicho el dominio monetario. Un nuevo orden mundial multipolar se está dibujando.

En realidad, con la intervención, a solicitud del gobierno, en el conflicto sirio, Rusia demostró, en el 2015, la debilidad militar del imperio, profundizada por la debacle afgana, en el 2021. El conflicto actual o guerra sin límites (otros la apodan guerra híbrida), según el concepto forjado por Qiao Ling y Wang Xiangsui, dos intelectuales y militares chinos, evidencia la impotencia militar, económica y financiera del atlantismo. La guerra mediática solo la han ganado sobre un porcentaje ínfimo de la población mundial. En otros lugares ha sido contraproducente. Y eso que aún no ha acabado.

El desmantelamiento del sistema unipolar regido por el imperio americano va a requerir del concurso de firmes alianzas de países con sistemas políticos de diverso signo quienes reconocen valores comunes ya citados, soberanía, autodeterminación, respeto del derecho, etc. La base de esta lucha -y esta futura victoria- será, tal como lo había previsto Mariano Moreno, prócer de la independencia americana, en 1816, la independencia y autedeterminación nacional de cada país.

El surgimiento de un mundo multipolar (múltiple) donde no haya un solo poder omnímodo permitirá el surgimiento de expresiones nacionales. Hasta ahora estas expresiones han sido sometidas a la aprobación y los dictados del imperio. Desde la Revolución francesa, se sabe que toda contrarrevolución es forzosamente extranjera. Un mundo multipolar favorecerá las expresiones diversas y disminuirá la posibilidad de intervenciones extranjeras. La contradicción principal en el mundo actual no es, entonces una lucha interimperialista, tampoco es una lucha entre el capitalismo y el socialismo. Es una batalla contra un mundo hegemónico en que naciones sometidas han decidido crear un universo multipolar de respeto al derecho internacional donde todas las diferencias se expresen. Estas expresiones diversas deberán también abarcar la difusión de las informaciones hoy totalmente dominadas, por las buenas o por las malas, siempre en nombre de la libertad, como ocurre hoy en Europa -donde todos los medios rusos de información han sido prohibidos-, por la multinacionales y los oligarcas locales.

En tal contexto, aquellos que por medios pacíficos y legales, como lo fue en su tiempo, nuestro pueblo y su gobierno de S. Allende, podrán iniciar el camino de cambios radicales economizándose intervenciones, agresiones y violencias provenientes del exterior.