La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha advertido del incremento del número de menores migrantes y refugiados que viajan solos a Europa, procedentes sobre todo de Eritrea, Gambia y Nigeria. Los menores no acompañados o separados de sus familias representan actualmente el 14% de todas las llegadas a Europa por las rutas […]
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha advertido del incremento del número de menores migrantes y refugiados que viajan solos a Europa, procedentes sobre todo de Eritrea, Gambia y Nigeria. Los menores no acompañados o separados de sus familias representan actualmente el 14% de todas las llegadas a Europa por las rutas del Mediterráneo central, según un estudio reciente de la agencia de la ONU. La investigación prevé que se mantengan los desplazamientos desde el norte de África al sur de Europa a través de diferentes itinerarios, de los cuales la ruta de Libia es el más frecuentado y «el más mortífero», alerta ACNUR.
El estudio difundido el tres de julio profundiza en la situación de las personas llegadas a Libia, cuyo origen ha experimentado un viraje en los últimos años. Mientras disminuye la población que proviene del África Oriental, aumentan quienes parten del oeste del continente, en muchas ocasiones explotados por traficantes y bandas de criminales. ACNUR señala el carácter heterogéneo de los grupos humanos que arriban a las costas libias; entre otros, refugiados, migrantes económicos, solicitantes de asilo, desplazados ambientales y menores no acompañados. Muchas de las mujeres, sobre todo las que proceden del África occidental y central, son víctimas de trata.
Los hombres jóvenes, con una media de edad de 22 años, conforman la mayoría de refugiados y migrantes en Libia (ACNUR señala porcentajes del 80%); en su mayor parte han llegado solos a este país y cuentan con un escaso grado de formación (sólo el 16% dispone de estudios superiores o ha recibido formación profesional, y casi la mitad no ha podido acceder a educación reglada). El informe constata la frustración de expectativas que se produce en territorio libio, pues los desplazados llegan con la esperanza de encontrar trabajo pero finalmente huyen rumbo a Europa. Las razones apuntadas por ACNUR son «escapar de una inseguridad potencialmente mortal» en Libia, las dificultades económicas y, por otro lado, «la explotación y los abusos generalizados en el país». La investigación incluye entrevistas con refugiados y migrantes realizadas durante 2016 en Libia, Argelia, Chad, Níger y Túnez.
La alarma sobre la situación en Libia se agrega a la fotografía realizada dos días antes por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi: «Lo que está pasando en Italia, delante de nuestros ojos, es una tragedia; desde el pasado fin de semana han llegado 12.600 inmigrantes y refugiados a sus costas». También recordó que más de 2.000 personas han muerto en el Mar Mediterráneo desde el inicio de 2017. «Sin una acción colectiva rápida, lo único que podemos esperar son más tragedias en el mar».
Fuente: Giuseppe Carotenuto (ACNUR)
Hace tiempo que uno de los focos de atención de las organizaciones humanitarias se halla en la península itálica. Según ACNUR, más de 83.000 personas alcanzaron Italia por vía marítima desde comienzos del año (la cifra era un 20% inferior por las mismas fechas en 2016). Además, las cerca de 200.000 plazas de acogida habilitadas en este país para migrantes y refugiados «están prácticamente completas». ACNUR también advierte de la llegada a Italia de menores no acompañados y separados de sus familias, que a finales de 2016 sumaban 25.846 (el 91% del total de los menores), lo que implica un aumento del 109% respecto a 2015. La mayoría provenía de Eritrea, Egipto, Gambia y Nigeria, con edades que oscilaban entre 15 y 15 años, aunque también arribaron niños y niñas. La agencia de la ONU referencia situaciones de violencia sexual y de género, secuestros, extorsión y abusos durante la travesía y en los países de procedencia, sobre todo por la acción de bandas criminales.
Pero la cuestión trasciende las migraciones en el norte de África, la península italiana y el viejo continente. En 2016 se batieron todos los registros anteriores respecto a desplazamientos forzados en todo el mundo: 68,5 millones, en el primer semestre del año. El 86% de los desplazados fueron acogidos por países del Sur global. Después de seis años de conflicto, Siria se ha convertido en el país con mayor número de refugiados del planeta, cinco millones. Sin embargo, el pasado 30 de junio ACNUR informó de que se constata una tendencia a los retornos de población en el país. Así, se estima que más de 440.000 desplazados internos han vuelto a sus hogares en Siria, entre enero y junio de 2017. También se calcula que desde 2015 unos 260.000 refugiados han regresado a Siria, principalmente al norte, procedentes muchos de ellos de Turquía. Regresan en buena parte a ciudades como Alepo, Hama, Homs y Damasco, en busca de sus familiares, comprobar el estado de sus propiedades o por la percepción de una mejora en la situación del país.
Otra zona «caliente» de la crisis global es la República Centroafricana, donde a finales de junio Naciones Unidas informó de un aumento de la violencia en diferentes áreas del país. Por ejemplo en la ciudad de Bria, donde una espiral de asesinatos, ataques, robos y secuestros habría terminado con un mínimo de 136 muertos y 36 heridos, además de 600 casas quemadas y otras 180 saqueadas. Según diversas fuentes, un número significativo de personas habría huido hacia los bosques. En la ciudad de Zemio, cerca de la frontera con la República Democrática del Congo, se produjeron enfrentamientos con armamento pesado. Además de la quema de viviendas, más de un millar de personas tuvieron que abandonar sus hogares y buscar refugio en la iglesia católica de la ciudad o en el recinto de ACNUR. Particularmente afectados resultaron los refugiados congoleños, cerca de 3.000, que viven en el campamento de Zemio, al ser invadida la zona por individuos armados. Muchas de las personas refugiadas tuvieron que escapar a la República Democrática del Congo.
Además de civiles, también son víctimas de los ataques los trabajadores humanitarios. En Kaga Bandaro, al norte del país, varios sujetos armados trataron de entrar en el edificio donde reside el personal de ACNUR, con el fin de saquearlo. El balance del conflicto en la República Centroafricana arroja cifras estremecedoras: más de medio millón de personas desplazadas en el interior del país, de las que cerca de 100.000 corresponden a 2017. Además, las personas registradas como refugiadas en los países vecinos -Camerún, República Democrática del Congo, Chad y la República del Congo- se acercan a las 485.000. Naciones Unidas informó el 30 de junio que en las últimas semanas 21.500 refugiados atravesaron la frontera de la República Centroafricana rumbo a la República Democrática del Congo.
Otra situación particularmente grave es la de los refugiados forzados a desplazarse desde Camerún al noreste de Nigeria, que ACNUR ya denunció a principios de 2017. La violencia del grupo terrorista Boko Haram es uno de los factores desencadenantes del conflicto. «Los retornos a Nigeria imponen una presión extra sobre los pocos servicios existentes y no son sostenibles en este momento», afirmó Filippo Grandi el 29 de junio. Unos días antes cerca de 900 refugiados nigerianos, en su mayoría niños, fueron repatriados por el ejército de este país y la policía camerunesa desde el punto fronterizo de Kolofata. Naciones Unidas informó de que fueron trasladados a la fuerza a la localidad fronteriza de Banki (Nigeria), «en condiciones desesperadas». Además, «decenas de refugiados escaparon ante el temor a ser retornados». En Banki residen cerca de 45.000 desplazados internos. Muchos de los refugiados viven en condiciones de hacinamiento, sin albergue, agua potable y servicios de saneamiento.
Uno de los últimos episodios difundidos por el organismo de la ONU es el de los refugiados que retornaban del campamento de Minawao, «a condiciones poco preparadas para recibirles». El campamento camerunés acoge a 58.000 refugiados, mientras otros 33.000 viven en las aldeas cercanas. Naciones Unidas ha realizado un llamamiento a Camerún y Nigeria para que se terminen los retornos forzados, y se garantice la protección internacional de quienes huyen de las persecuciones en el noreste de Nigeria.
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