Después de una semana negra para el euro, las principales potencias de la región aceptaron ayudar a Grecia. Pese a la reticencia de París, el Fondo Monetario Internacional participará en el programa de rescate.
Luego de duras negociaciones, Francia y Alemania acordaron un plan de rescate para la maltrecha economía griega. El acuerdo prevé una ayuda combinada con préstamos bilaterales por parte de los países miembros de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.
El plan, sin embargo, dejó un sabor amargo al presidente francés Nicolas Sarkozy, quien se oponía fuertemente a cualquier intervención del FMI. Que el Fondo tuviera que salvar a un país de la eurozona era visto como una humillación y una capitulación a Washington. La medida también era opuesta por el Banco Central Europeo y por Jean-Claude Juncker, jefe del eurogrupo -principal foro de negociación de los ministros de Finanzas europeos-.
Para evitar la intervención del FMI, Francia deseaba que los países de la eurozona acordaran ayudar financieramente a Grecia. Pero del otro lado de la mesa negociadora se encontraba Angela Merkel. Y Merkel desea evitar a toda costa tener que ayudar a Grecia con dinero de los contribuyentes alemanes. Según las encuestas, alrededor del 80 por ciento de la población alemana se opone a prestar cualquier tipo de socorro financiero a los griegos. Debido a las próximas elecciones regionales y al frágil estado de la coalición gubernamental, una ayuda a Grecia podría costarle muy caro políticamente a Merkel. Para evitar tener que servir de principal respaldo financiero de Atenas, la canciller alemana logró su cometido: que el FMI interviniera.
Llegar al acuerdo no fue fácil. Esta semana, mientras las divergencias entre París y Berlín se ensanchaban, el euro continuaba en caída libre alcanzando 1,33 respecto al dólar, el valor más bajo de los últimos 10 meses. El acuerdo prevé que los países miembros asistirían a Grecia discrecionalmente mediante préstamos bilaterales como medida de último recurso. El plan también cuenta con una importante ayuda financiera del FMI, la cual se ha descripto como «sustancial». Aún no se han develado cifras oficiales respecto del monto de la ayuda y sobre quién recaerá la mayor parte del financiamiento.
El problema más urgente que enfrenta el gobierno del presidente griego Giorgos Papandreu es el vencimiento de deuda y los altos intereses que debe pagar -más de seis por ciento, el doble de Alemania-. El principal objetivo del acuerdo entre Francia y Alemania es el de calmar a los mercados y hacer descender los intereses ya que, a los niveles actuales, Grecia se encamina irremediablemente al default. Con intereses más bajos, Atenas podría tener mejor acceso al crédito que tanto necesita.
Mientras, la deuda de Grecia de más de 300 billones de euros sigue aumentando. La situación se agravó esta semana cuando Fitch -una agencia de ratings- aumentó el riesgo país de Portugal, otro miembro de la eurozona que también atraviesa dificultades económicas. Si la tendencia continúa, la situación podría salirse de control y provocar un efecto contagio a otras naciones de la UE, lo cual haría peligrar la viabilidad del euro. Esa posibilidad habría forzado el acuerdo.
Sin embargo, no todos son perdedores con la crisis, ya que los altos intereses que está pagando Grecia han beneficiado a muchos inversores y especuladores. Los bancos alemanes se encuentran entre los mayores poseedores de deuda griega. Muchos de los ahorristas alemanes que se benefician con la crisis griega también se oponen a que Alemania preste ayuda económica a Grecia. Sin embargo, esto podría ser un arma de doble filo: si Grecia entra en default, podría ser devastador para el sistema financiero de Alemania. En Suiza -otro país cuyos bancos tienen una importante cantidad de deuda griega-, el gobierno ha anunciado que estaba dispuesto a darle ayuda económica a Atenas.
La actual es la peor crisis del euro en sus 10 cortos años de vida. Ahora, cada cual defiende sus intereses y se olvida de sus vecinos.
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