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Grecia

Agricultores, estudiantes, huelguistas, una oposición social desde abajo, con potencial

Fuentes: Al’Encontre

En el panorama político griego, creemos que la prioridad absoluta es continuar con los esfuerzos de movilización. La oposición social que ha surgido en las últimas semanas puede y debe trabajar para lograr victorias concretas y materiales para nuestro campo.

La actual situación política en Grecia está marcada por la intervención simultánea de las principales fuerzas sociales en las calles, con movilizaciones a gran escala contra la salvaje agresión neoliberal del gobierno de derechas dirigido por Kyriakos Mitsotakis.

Un nuevo movimiento estudiantil desencadenó una oleada de ocupaciones universitarias y sucesivas grandes concentraciones para hacer frente a los esfuerzos del gobierno por abrir la puerta a la privatización de la enseñanza superior [ver aquí]. La actividad militante en las universidades se basa en la coordinación táctica entre los estudiantes del Partido Comunista y los estudiantes de la izquierda radical/anticapitalista. Esta coordinación se ha convertido en una necesidad práctica para hacer frente a los implacables ataques gubernamentales. Lo que contrasta con las intenciones y la práctica habituales de la dirección del Partido Comunista.

La contrarreforma en las universidades ha destruido todas las ilusiones sobre el Estado de derecho capitalista. La Constitución de 1974-75 (que refleja el periodo de grandes luchas de las y los trabajadores y la juventud tras la caída de la dictadura militar) prohíbe explícitamente las universidades privadas. Como el gobierno no dispone de la fuerza parlamentaria necesaria para revisar la Constitución, la viola descaradamente, con una ley aprobada por mayoría simple en el parlamento, a pesar de las declaraciones unánimes de las organizaciones jurídicas (abogados, constitucionalistas, etc.) que hablan de su flagrante ilegalidad.

En ese sentido, el movimiento estudiantil se presenta como una fuerza que defiende el carácter público de la enseñanza superior, pero también como una fuerza que defiende los derechos y las libertades democráticas frente a su quebrantamiento. Esta combinación ha permitido a las movilizaciones estudiantiles resistir los ataques políticos y mediáticos, así como al intento del gobierno de reprimir el movimiento de protesta mediante una ofensiva policial sin cuartel contra las universidades ocupadas.

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Fue en este momento crítico cuando surgió el movimiento campesino, que bloqueó las principales autopistas y organizó manifestaciones masivas en las ciudades rurales. Lo que alimentó estas movilizaciones es la toma de conciencia entre el sector más pobre de la comunidad campesina (un sector considerable en un país en el que históricamente ha prevalecido el minifundismo) de que, en un momento en el que los precios de los alimentos se disparan, sus ingresos están sometidos a una fuerte presión, acercándose al límite más allá del cual la única opción pasa a ser renunciar a todo esfuerzo por seguir cultivando.

Con razón, culpan de ello a la política gubernamental que está reforzando el poder de la agroindustria implicada en la producción y el comercio de alimentos, obteniendo beneficios récord.

Otro aspecto importante de la movilización de las y los agricultores es la exigencia de reforzar los servicios públicos que proporcionen protección civil contra las amenazas causadas por la crisis climática. La región de Tesalia, el corazón de la producción agrícola en Grecia, permanece completamente destruida tras las inundaciones que la asolaron hace varios meses (desde septiembre de 2023). Como consecuencia, la demanda de un aumento del gasto público y de más personal de protección civil ha hecho de puente con las reivindicaciones de la clase trabajadora.

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Bajo esta presión, y a pesar de la oposición de la burocracia sindical de la GSEE (Confederación General de Sindicatos del Sector Privado), el 28 de febrero se organizó una huelga. Tuvo un éxito especial y se asoció a concentraciones masivas en Atenas, Tesalónica y otras ciudades del país.

Estos acontecimientos se asociaron a un triste aniversario: el del crimen de Tempé, hace un año, en el que 57 personas (muchas de ellas adolescentes que se dirigían a Salónica) perdieron la vida al chocar dos trenes de la privatizada Hellenic Trains. El crimen de Tempé fue una experiencia trágica, considerada como la prueba de que la privatización es mortal. Mitsotakis eligió este aniversario para hacer pública la conclusión de la investigación parlamentaria por la que se absuelve de toda culpa a todos los funcionarios estatales y directivos de Hellenic Trains. Una conclusión a la que se llegó a pesar de la revelación de que uno de los trenes transportaba una carga ilegal (disolventes químicos utilizados para adulterar el combustible por los implicados en el mercado negro de Atenas), la carga que provocó la explosión fatal y el incendio que mató a muchas de las víctimas del trágico accidente.

Este es otro ejemplo de cómo el gobierno no dudó en violar los contornos básicos de la legalidad: en los días siguientes al accidente, equipos estatales y maquinaria pesada cubrieron el lugar de la colisión con toneladas de cemento, enterrando para siempre las pruebas del crimen que se había cometido.

Las reacciones de los familiares de las víctimas fueron extraordinarias y contaron con la aprobación de la mayoría de la sociedad. Hasta el momento, más de 1 300 000 personas han firmado una petición de los familiares de las víctimas en la que que se exige que se juzgue al ministro de Transportes, al viceministro y a los directivos de Hellenic Trains.

Con este telón de fondo, el 8 de marzo de este año, en el que las organizaciones de mujeres habían organizado protestas contra el sexismo rampante (con sucesivos feminicidios y un aumento de las violaciones) y en solidaridad con las mujeres palestinas de Gaza, adquirió un carácter aún más amplio. Junto a otros movimientos, se transformó en una jornada de apoyo mutuo entre sectores en lucha, demostrando la unidad de las luchas en las calles.

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Cuando observamos las características del conjunto de todas estas manifestaciones, ¿qué conclusión podemos extraer? En palabras del editorial de uno de los periódicos respetables del país (To Vima, 3 de marzo): «[Todos estos sectores movilizados] forman objetivamente un frente de oposición. Puede que la actividad de este frente no haya desestabilizado la hegemonía del gobierno (al menos por el momento…) pero nadie puede predecir el futuro».

Esta perspectiva es correcta. El gobierno de Mitsotakis se enfrenta a una oposición social desde abajo, con un dinamismo específico. Sigue manteniendo su estabilidad política, principalmente gracias a la desacreditada oposición parlamentaria, que está en crisis. Pero a partir de ahora, «nadie puede predecir el futuro». Esto está muy lejos de los días de euforia política justo después de las elecciones de mayo-junio de 2023, cuando se predecía el futuro, como el de una amplia hegemonía política para Mitsotakis.

La aparición de una «oposición social» que desafía la política gubernamental desde abajo y trata de frustrarla en ámbitos importantes (por ejemplo, la educación superior) es un factor que tendrá consecuencias políticas.

Algunas de ellas ya son visibles. Están apareciendo casos de indisciplina en las filas de la derecha. En sus esfuerzos por darse un perfil europeo y transformar Nueva Democracia en un partido de centro neoliberal, Mitsotakis ha propuesto una ley que, hasta cierto punto, reconoce el derecho de las parejas del mismo sexo a casarse y adoptar niños. La Iglesia ortodoxa griega, tradicionalmente el pilar más firme de apoyo a la derecha en Grecia, reaccionó con una homofobia histérica. La facción de extrema derecha de Nueva Democracia (liderada por el ex primer ministro Antonis Samaras y el poderoso superministro Makis Voridis) reaccionó uniéndose al coro de histeria homófoba. El proyecto de Mitsotakis consiguió convertirse en ley en el Parlamento, gracias únicamente a los votos de los representantes de SYRIZA y del PASOK.

Los sondeos de opinión advierten que en las elecciones europeas Nueva Democracia podría caer del 41 % (en las últimas elecciones nacionales) a menos del 30 %. Cerca del 80 % (¡!) de las personas encuestadas criticó al gobierno por ocultar la responsabilidad penal del accidente de Tempé. Alrededor del 70 % se declaró pesimista sobre el futuro inmediato. A la pregunta «¿Quién es el más adecuado para dirigir como primer ministro?», la mayoría respondió: «Nadie». Se espera que las elecciones europeas registren una tasa de abstención históricamente alta, especialmente entre la población trabajadora y pobre.

Estos son presagios de una posible inestabilidad política. Con este telón de fondo, la clase dirigente está abriendo gradualmente el debate sobre posibles alternativas para el establishment, con vistas a un periodo político post-Mitsotakis«

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En la prensa dominante circulan rumores sobre la posibilidad de unas elecciones nacionales anticipadas, unos meses después de las europeas, con Nueva Democracia aspirando a reafirmar su posición de liderazgo -a pesar de las posibles pérdidas- aprovechando la parálisis de SYRIZA y PASOK. Al mismo tiempo, corren rumores de que Mitsotakis podría pasar a una posición más elevada dentro de la Unión Europea, abriendo un periodo transitorio de gobiernos de colaboración.

Una situación difícilmente comprensible por quienes no hayan sido testigos de la gravedad de la crisis de la oposición en Grecia.

El reciente congreso de SYRIZA reafirmó el control del partido por parte de Stefanos Kasselakis, pero todo el proceso fue una demostración de podredumbre y decadencia. Stefanos Kasselakis ha declarado públicamente su intención de transformar SYRIZA –un partido que todavía se describe a sí mismo como de izquierda radical– en una versión balcánica de los Demócratas estadounidenses.

En el punto álgido de las protestas masivas de las últimas semanas, la dirección de SYRIZA ha decidido aclarar su posición sobre la alternativa a la austeridad. Ha anunciado una propuesta muy generosa para recortar los impuestos sobre los beneficios empresariales. Se trata de un partido destinado a ir perdiendo peso. Conscientes de ello, una fracción de los armadores griegos (por ejemplo, la poderosa familia Vardinogiannis/petrolera y naviera, el oligarca Vagelis Marinakis) están dejando cada vez más claro que apoyan preferentemente a Stefanos Kasselakis. Estas fuerzas están empezando a ver a SYRIZA, bajo el liderazgo de Kasselakis, como un socio menor, potencialmente útil para futuros gobiernos de coalición de centro-derecha.

El PASOK, dirigido por Nikos Androulakis, está intentando establecerse como el partido más grande de la oposición, superando a SYRIZA en las próximas elecciones europeas y ocupando el segundo lugar. Hay serias posibilidades de que logre este objetivo, pero se mantendría en un nivel limitado, en torno al 14%. La explosión del histórico partido socialdemócrata griego, producto de las explosivas luchas de 2010-2015, es una pesada carga para el liderazgo de Androulakis. Hasta ahora, este liderazgo ha fracasado a la hora de abordar este problema.

Este contexto podría describirse como una oportunidad perfecta para que el Partido Comunista aumente su influencia. Pero nadie debería subestimar la pesada carga de las ideas y tradiciones estalinistas. El PC decidió votar en contra de la ley que concedía la igualdad de derechos a las parejas del mismo sexo. Peor aún, el partido dio cuerpo a su posición organizando una campaña política compuesta de argumentos homófobos, en la que era difícil detectar las diferencias con los puntos de vista defendidos por la Iglesia y Samaras-Voridis.

Una vez más en la historia, la dirección del Partido Comunista está tratando la posibilidad de un crecimiento masivo de su influencia no como una oportunidad sino como un riesgo de aventuras para el partido, que se supone que debe crecer a pequeños pasos y, sobre todo, de forma totalmente controlada.

En este panorama político, creemos que la prioridad absoluta es continuar con los esfuerzos de movilización. La oposición social que ha surgido en las últimas semanas puede y debe trabajar para lograr victorias concretas y materiales para nuestro campo. El intento de reconstruir la izquierda radical/anticapitalista -que, a pesar de la derrota de 2015, aún conserva algunas fuerzas notables, visibles en las calles, en las huelgas, en la organización de las luchas sociales- debe formar parte de este esfuerzo y de esta perspectiva.

Antonis Ntavanellos, miembro del consejo de la DEA, edita la publicación Ergatiki Aristera

Traducción: viento sur