Por boca de jefes de órganos de seguridad, las autoridades alemanas han advertido este fin de semana vía declaración a periódico regional de que Alemania corre peligro de atentados islamistas este año porque hay elecciones en septiembre. El jefe de la Oficina Federal de Investigación Criminal, Jörg Ziercke, ve «paralelismos» con España por los atentados […]
Por boca de jefes de órganos de seguridad, las autoridades alemanas han advertido este fin de semana vía declaración a periódico regional de que Alemania corre peligro de atentados islamistas este año porque hay elecciones en septiembre. El jefe de la Oficina Federal de Investigación Criminal, Jörg Ziercke, ve «paralelismos» con España por los atentados del 11 de marzo de 2004 (revista «Focus»). Jefes regionales de seguridad, «expertos en terrorismo» y políticos de color vario se disputan el trofeo del alarmismo en los periódicos.
Heinz Fromm, presidente de la Oficina Ferderal de Protección de la Constitución (con tal rimbombante nombre se conoce en Alemania a los servicios secretos internos), ha acudido a los periódicos para advertir de que los terroristas podrían planear atentados para que el ejército alemán se retire de Afganistán. «Existe un gran peligro de que islamistas cometan un atentado en Alemania» (diario local «Hamburger Abendblatt»).
Cabe preguntarse de qué le sirve al ciudadano alemán saber que islamistas supuestamente preparan atentados. ¿Son realistas estas advertencias? Seguramente sí, sobre todo si se formulan de manera tan vaga (peligro lo hay siempre, un atentado no se puede descartar nunca). En este caso, Ziercke y Fromm ni siquiera se han molestado en inventarse una lógica coherente, sobre todo con la comparación con Madrid. A diferencia del caso de España e Irak, Gobierno y oposición no tienen en Alemania la más remota intención de retirar las tropas de Afganistán. Además, el Gobierno de Aznar no perdió las elecciones porque los ciudadanos se dieran cuenta de repente de lo peligroso que resultaba tener tropas en Irak, sino por las descaradas mentiras de Aznar y sus ministros.
Quienes lanzan estas advertencias sacan provecho de ellas: que no nos digan luego que no lo advertimos. Con la ventaja, además, de que así es más fácil sacar adelante medidas represivas: un Estado cada vez más espía, desactivación de los jueces para investigar a sospechosos, etcétera.