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América latina en disputa

Fuentes: CELAG

Libro de la editorial El Perro y La Rana, Venezuela INDICE Introducción. América Latina en movimiento Capítulo 1. Era neoliberal: el tiempo de las décadas perdidas Emergencia y consolidación del neoliberalismo como paradigma hegemónico a nivel mundial La llegada del neoliberalismo a América Latina Algunos resultados de las décadas perdidas: Venezuela, Bolivia, Ecuador y apuntes […]

Libro de la editorial El Perro y La Rana, Venezuela

INDICE

Introducción. América Latina en movimiento

Capítulo 1. Era neoliberal: el tiempo de las décadas perdidas Emergencia y consolidación del neoliberalismo como paradigma hegemónico a nivel mundial La llegada del neoliberalismo a América Latina Algunos resultados de las décadas perdidas: Venezuela, Bolivia, Ecuador y apuntes sobre América Latina: Venezuela; Bolivia; Ecuador; Apuntes sobre resto de América latina

Capítulo 2. La época ganada: más que una década ganada El contexto geoeconómico del siglo xxi. La reconfiguración del sistema-mundo entre la hegemonía del neoliberalismo y la transición hacia un mundo multipolar La emergencia del cambio en América Latina: Venezuela, Bolivia y Ecuador El Consenso Bolivariano; una nueva región, otra América Latina

Capítulo 3. Los años en disputa: tensiones, contradicciones y desafíos

Referencias bibliográficas

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Capítulo Introductorio: América latina en movimiento

Ryszard Kapuściński, en su libro Ébano, alega sobre África que:

… este continente es demasiado grande para describirlo. Es todo un océano, un planeta aparte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria. Solo por una convención reduccionista, por comodidad, decimos África. En la realidad, salvo por el nombre geográfico, África no existe.[1]

Algo similar se podría afirmar para América Latina, salvando las distancias. Definitivamente, hablar de América Latina como un todo siempre resulta arriesgado y ciertamente inapropiado; tal definición no puede ser usada para describir un lugar uniforme y monolítico. Es una categoría geográfica que en la última década se viene constituyendo sólidamente como un enclave geopolítico, pero eso no significa que esta región pueda ser concebida como un espacio homogéneo, ni en lo cultural ni en lo histórico, y tampoco en lo que concierne a la actualidad política y económica. Se emplea asiduamente este término, ‘América Latina’, para invocar a una historia que tiene evidentemente muchos factores en común, muchos elementos culturales compartidos, una relación dependiente con el mundo desde que se insertara colonizadamente, como bien lo explica Aníbal Quijano en su artículo «El fantasma del desarrollo en América Latina»[2]. Sin embargo, estas identidades y semejanzas no deben llevarnos a percibir a América Latina como si se tratara de un continente idéntico y simétrico.

Esta aclaración es tan obvia como necesaria por tratarse de un libro que abusa titulándose América Latina en disputa. Aunque es absolutamente cierto que América Latina es un continente en disputa y movimiento, este texto no se dedica a toda América Latina, sino que su título tiene como finalidad llamar la atención sobre lo que sucede, en términos generales, en la región para centrarnos más especialmente en algunos países que se mueven más que el resto; o mejor dicho, se mueven más a contracorriente de lo que vienen haciendo otros países que siguen moviéndose al son que se les marca desde afuera, con el consentimiento de las élites desde adentro. El objetivo principal de este escrito es poner la mirada sobre aquellos países que han transitado por una senda completamente diferente a aquella que estaba marcada desde el epicentro del neoliberalismo desde los años ochenta. No es fácil salirse del raíl hegemónico sin descarrilar; no ha sido, ni es todavía, tarea sencilla buscar la manera de labrar un nuevo camino distinto a aquel establecido en la escuela del pensamiento único[3], como resultado del cierre del universo del discurso impuesto por la clase política dominante y los medios.

Al afirmar que no es fácil salirse del paradigma dominante es preciso considerar que: 1) no es fácil proponer otras alternativas (porque la hegemonía suele limitar excesivamente la capacidad para imaginar otras opciones), 2) no es fácil convencer a la mayoría de que realmente hay otras alternativas posibles y viables, 3) tampoco es fácil llevarlo a la praxis, y 4) a pesar de que es muchas veces minusvalorado y/u olvidado, es mucho menos fácil continuar prolongadamente llevando a cabo esa otra propuesta social, económica y política, siempre con el apoyo de la mayoría. Son estas las fases que se deben atravesar para consolidar un cambio de época: no solo es cuestión de tener capacidad para cumplir exitosamente con una primera etapa en la que sí se puede obtener el apoyo popular, sino que el objetivo histórico es que ese respaldo inicial deje de ser efímero y esporádico para que acabe siendo el verdadero músculo vigoroso sobre el cual iniciar la segunda fase, y así hasta llegar a que el proceso de cambio sea irreversible, y no haya marcha atrás porque ni la mayoría social lo desee, ni la nueva hegemonía constituyente permita que la hegemonía constituida tenga capacidad para revertir todo lo conseguido.

Son fases de un nuevo ciclo histórico y político que vienen atravesando algunos países en la región, algunos habiendo cumplido casi a rajatablas con cada uno los requisitos en cada una de ellas y otros, tal vez, en una versión light apelando a un posibilismo relativo. Pero de una manera u otra, con las especificidades de cada uno es indudable que en América Latina, en diferentes países, se han producido cambios significativos que han permitido contrarrestar la propuesta neoliberal inaugurada en aquel Consenso de Washington (acuñado en 1989 por el economista John Williamson, pero que venía comandado desde finales de los setenta y principios de los ochenta por Margaret Thatcher y Ronald Reagan; y con previas experiencias piloto como la dictadura de Pinochet en Chile y la dictadura cívico-militar en Argentina). El nuevo sentido común existente en algunos países de la región, con efecto (parcial) de contagio sobre los otros, es una muestra inequívoca de que, además de haberse resistido a la hegemonía neoliberal, se ha conseguido consolidar un cambio de época que va más allá de un ciclo electoral favorable.

Se trata de un nuevo ciclo político abierto en muchos países de América Latina, que en los casos de Venezuela, Bolivia y Ecuador se cristalizó en procesos constituyentes que culminaron en la elaboración de un nuevo pacto social; esto es, una nueva Constitución. Nuevas reglas de convivencia para un nuevo tiempo que se abría, poniendo punto y final a la época neoliberal. Son tres escenarios que difieren del resto precisamente por este aspecto central: no aceptaron ninguna refundación que no fuera edificada sobre las bases de un nuevo contrato social, económico y político, sellado por la nueva mayoría ciudadana. Venezuela, Bolivia y Ecuador constituyen realmente la máxima expresión de este cambio de época en América Latina, lo cual no quiere decir que no haya habido casos como, particularmente, el argentino o el uruguayo -también el caso paraguayo hasta la destitución de Fernando Lugo- y quizás también (aunque en menor medida) Brasil, que no sean ejemplos de procesos políticos que están participando muy activamente en este nuevo cambio de época abierto en la región. Pero son los casos específicos de Venezuela, Bolivia y Ecuador los que más han avanzado, tanto en el cierre de la época neoliberal como en la inauguración de otra época totalmente diferente, que además marca el rumbo a otro horizonte estratégico. Venezuela con su Socialismo Bolivariano del siglo xxi, Bolivia con su Socialismo Comunitario del Vivir Bien, y Ecuador con su Socialismo del Buen Vivir, marcan un destino superador del capitalismo, interpelándolo desde sus entrañas, desde sus propias raíces, proponiendo un tránsito que va más allá de una época simplemente posneoliberal.

Es por esta razón que este libro se centra en esos tres países y no en otros, a pesar de que sin duda hay otros escenarios donde el proceso de cambio ha sido notable y ha inaugurado una época que no podría ser encorsetada desde ningún prisma neoliberal. El caso argentino es, seguramente, el más simbólico en este sentido y por ello se apelará a él en muchos aspectos para mostrar cómo también se ha logrado fundar un cambio de época, a pesar de no haber habido una refundación constitucional. También el caso de Brasil ameritaría estar presente a lo largo del texto (tanto por lo que representan los cambios adentro, pero fundamentalmente por la influencia que tiene fronteras afuera) y, seguramente, lo mismo para el caso de Uruguay, pero el propósito de este libro es realmente presentar una caracterización de los cambios más notorios y significativos que se han producido en América Latina, en aquellos lugares donde los procesos políticos han supuesto un verdadero punto de inflexión, una ruptura con lo que venía sucediendo, al mismo tiempo que han logrado avanzar desde un nuevo paradigma constitucional, marcándose así nuevos desafíos estratégicos en lo económico, en lo político y en lo social. Esto no resta importancia al resto de procesos, ni pretende competir con ellos. No se trata aquí, como muchas veces se plantea, de discutir como si todo análisis debiera circunscribirse a una carrera de caballos entre los unos y los otros; no es riguroso realizar ciertas comparaciones (odiosas) ignorando las divergencias entre cada caso.

Es cuestión de explicar por qué el libro centra mayoritariamente su atención en estos tres países y no en el resto, pero sin que ello signifique que para tener una panorámica integral, amplia y rigurosa, se debería considerar también a esos otros países que también han sido capaces de poner en jaque al modelo imperante. También sería preciso hurgar al interior de otros países que aparentemente han cambiado poco (o mejor dicho, se han movido más como se pretendía desde afuera, desde los poderes económicos dominantes), para observar qué es lo que se está tambaleando en esos pactos firmados por arriba, descuidando lo que le pasa a la mayoría de abajo. Es, sin duda, necesario y urgente afrontar todas las aristas de este complejo entramado que realmente es América Latina. Este ensayo es solamente un primer acercamiento, con el objetivo de poner encima de la mesa cómo se caracteriza y problematiza esta particular América Latina en movimiento-disputa; que ha sido capaz de dejar atrás las décadas neoliberales perdidas, a favor de unos años que han supuesto una década ganada para la mayoría social. Han sido, estos últimos, unos años que conforman la primera fase de una época ganada, de este cambio de época que nació con el siglo xxi.

A partir de aquí, el desafío es no quedarse paralizado, vanagloriándose con halagos y virtudes propias y características de esta década ganada para Venezuela, Bolivia y Ecuador, y también para Argentina y Brasil y Uruguay. No se trata de pesimismos paralizantes (ese ‘todo está mal’ que esteriliza cualquier proceso de cambio), pero tampoco de exceso de triunfalismo en retrospectiva. El gran reto es dar un paso más, un nuevo salto adelante para afrontar lo que resta por venir: los nuevos objetivos estratégicos e históricos para identificar las nuevas adversidades coyunturales (tanto adentro como afuera); de qué viento a favor se dispone, cuáles son las nuevas demandas de la mayoría social para así encontrar las respuestas, cómo se puede lograr irreversibilidad de todo lo conquistado, cuáles son las actuales y futuras contradicciones y tensiones para que sigan constituyendo la base-motor creativa del proceso de cambio. Son muchas las dimensiones impostergables que deben encararse para seguir de cerca rigurosamente el futuro de esta América Latina en disputa.

Después de las décadas perdidas, llegó una década ganada como parte de un cambio de época y, a partir de ahora, los próximos años constituyen una década en disputa, una nueva pugna en torno al sentido común de la siguiente etapa en este actual ciclo político ampliado de transformaciones sociales y económicas que tiene lugar en el continente.

Esa secuencia presentada gráficamente a modo de décadas, perdidas-ganadas-en disputa, constituye la base sobre la que se ordena este libro. No es posible discutir prospectivamente acerca de los ejes disputados en la región sin antes conocer cuál fue la estructura de dominación neoliberal característica de las décadas perdidas, pero tampoco es apropiado profundizar sobre la disputa sin haber ahondado en la década ganada, como punto de partida del cambio de época en América Latina. No se trata de presentar los capítulos como si estos fuesen compartimentos estancos. El objetivo es precisamente lo contrario: presentar cada etapa a partir de un diálogo fluido con las otras, porque solo así se pueden complejizar las interpretaciones sobre la disputa abierta en América Latina, fortaleciendo la argumentación y la fundamentación del análisis en torno a las múltiples dimensiones en las que esta se libra.

El capítulo siguiente representa este primer momento analítico: las décadas perdidas en América Latina en la época neoliberal. Saber de dónde se viene y cómo funcionaba estructural y orgánicamente el modelo neoliberal en la región, y muy especialmente en los tres países que son objeto de máxima atención, se convierte en asunto prioritario para iniciar este recorrido geográfico, histórico y geopolítico. La intención no es únicamente presentar cuáles fueron los efectos devastadores de las políticas neoliberales en América Latina; además de ello, es importante conocer en detalle cómo se fue implementando la matriz dominante neoliberal y en qué principios rectores se basó la nueva propuesta económica-organizadora del capitalismo para esa casa[4] llamada América Latina a partir de los años ochenta. Desentrañar qué es lo que realmente existe detrás del decálogo de Washington es imprescindible para comprender todo lo que avanzó el neoliberalismo y cómo llegó a ser en muchos momentos concebido como un orden económico y político irreversible. Resulta preciso conocer en profundidad al neoliberalismo, más allá de un simple recetario. Se trata de comprender al neoliberalismo como ese orden hegemónico capaz de consolidar el metabolismo social del capital, esto es, capaz de fundar y sostener un determinado conjunto de relaciones y reacciones laborales, comerciales, productivas, financieras y sociales (y también culturales), ocurridas al interior de un patrón económico siempre a favor de unos pocos, en detrimento de una mayoría.

Es tan vigorosa la concepción mundializadora de esta propuesta hegemónica neoliberal, que es obligado describir analíticamente los hilos de la interdependencia de América Latina con el centro de gravedad del capitalismo global. Todo ello abona la comprensión acerca de por qué los efectos sobre la población latinoamericana fueron, como ya es de sobra conocido, décadas perdidas que bien podrían haberse llamado de cualquier otra forma; décadas sufridas, décadas arrancadas, décadas en la que se expropiaron la soberanía y el derecho a disfrutar de una vida digna para la mayoría popular en cada país. El endeudamiento y empobrecimiento social masivo conforman un pasado que no conviene olvidar, a pesar de que el presente y el futuro vayan marcando otros novedosos desafíos.

Ni Estado de Bienestar ni Estado de bienestar en miniatura: el neoliberalismo hizo desaparecer la seguridad jurídica que debía garantizar los derechos sociales de la mayoría ciudadana, a favor de una seguridad jurídica en materia de tratados bilaterales de inversión, de tratados de libre comercio que fueron en detrimento del bien común y en favor del enriquecimiento de unos pocos. Fue ese el punto de partida -y no otro cualquiera- el marco de no convivencia en el que emergieron nuevas propuestas que canalizaron esas demandas; aparecieron movimientos e instrumentos que transformaron el desencanto en esperanza. América Latina se configuró, como afirma Emir Sader[5], en el eslabón más débil de la cadena mundial neoliberal, y ello es un hecho fundacional que marca y condiciona la prisa con la que se fueron articulando inicialmente aquellos procesos de cambio que buscaban, como fuere, enterrar la larga y sufrida noche neoliberal.

El capítulo segundo se dedica a presentar lo que ha significado la década ganada, como fase inicial de un cambio de época en América Latina, concentrando la atención en lo acontecido en los tres países-eje del análisis: Venezuela, Bolivia y Ecuador, sin dar la espalda a otros casos que también suscitan interés para comprender más ampliamente lo que supone este ciclo político de transformaciones en toda la región. Cualquier radiografía analítica de este período ha de iniciarse inexorablemente por una primera etapa de irrupción popular-plebeya, nacional-popular, que interpela y cuestiona en su totalidad al modelo vigente en esos años. No sería posible comprender esta década ganada, si no es atendiendo a este sujeto movilizador como ese nuevo topo, con potencia y capacidad emancipadora.

Con ese precedente, emergen los liderazgos de Hugo Chávez en Venezuela, el de Evo Morales en Bolivia y el de Rafael Correa en Ecuador; también el de Nestor Kirchner en Argentina, el de Lula da Silva en Brasil, el de Pepe Mujica en Uruguay y el de Lugo en Paraguay. Son procesos que no surgen de la nada ni de ningún laboratorio. Son propuestas constituyentes para los casos de Venezuela, Bolivia y Ecuador con el objetivo de refundarse; de renovar el pacto social, económico y político, incluyendo a la mayoría; de reapropiarse de todo lo que había sido expropiado por el neoliberalismo, de recuperar la soberanía controlando la riqueza estratégica existente en cada país, de abandonar la inserción subordinada y dependiente en el sistema-mundo.

Es otro paradigma que resurge para saldar, en una primera etapa y de la forma más urgente posible, la deuda social heredada que afectaba injustamente a cada ciudadano en su vida más cotidiana. No había paciencia que soportase las paupérrimas condiciones en las que vivía la mayoría social. Esta coyuntura adversa era el primer obstáculo para saltar porque a partir de ahí se podría pensar en las transformaciones estructurales y estratégicas necesarias para sostener este proceso de cambio en el futuro. Es por ello que el capítulo describe y repasa cómo se lograron en Venezuela, Bolivia y Ecuador, en tiempo récord, avances sociales sin parangón en la historia de cada país. Se recorre paso a paso aquello que supone hoy una década ganada en lo económico, en lo social y también en lo político, y que ha permitido consolidar un cambio de época en América Latina. No solo ha habido avances sociales en materia de salud, educación, vivienda, servicios básicos, empleo y salario real, desnutrición y natalidad, etc. también se ha avanzado en cambios estructurales muy considerables en diferentes ámbitos de la política económica. De hecho, la consolidación de nuevos espacios de integración en América Latina (ALBA, Unasur, Celac y un nuevo Mercosur), con mayor grado de independencia de los países centrales, así como las nuevas alianzas geoestratégicas con otros polos geoeconómicos, son un pilar fundamental del nuevo cambio de época para esos países, pero también ha supuesto un gran influjo en el resto de países en el modo de concebir el nuevo paradigma geopolítico.

El último capítulo es tal vez el más desafiante y novedoso en relación con los anteriores en tanto que procura abrir, a modo de aperitivo, un debate a futuro exhibiendo los ejes de disputa en América Latina para los próximos años. Es un primer intento de determinación de una suerte de decálogo en disputa en América Latina, esto es, dibujar los principales nudos gordianos que sí o sí se deben afrontar en los próximos años. Si el cambio de época es tal por las sustanciales modificaciones que se han producido, entonces será primordial realizar un sano ejercicio de inventario para identificar aquello que ya no es igual a lo de antes y, en consecuencia, surgirán seguramente exigencias y demandas de las mayorías, nuevos temas en discusión, en tensión, nuevas y viejas contradicciones, sean al interior del bloque o derivadas de la confrontación con el exterior. Son nuevos desafíos que aparecen tanto por errores propios, como por la necesidad de revisiones de los cimientos, o por reacomodos precisados para reequilibrar desfases y desequilibrios ocasionados por el mismo proceso de cambio. Estas son las claves para discutir acerca de la viabilidad y la sostenibilidad de este cambio de época; la irreversibilidad será más efectiva en tanto sea posible enfrentar los próximos años en disputa, acertando en la identificación de las nuevas tensiones y contradicciones surgidas al calor de la propia dinámica del vertiginoso proceso de cambio. Pero, además, hay un mundo ahí afuera que ha dejado de ser el mismo de antes, geopolítica y geoeconómicamente.

Más vale tarde que nunca porque va siendo hora de actualizar ese oportuno debate que abrió García Linera en relación con las contradicciones creativas de los procesos de cambio. Esto fue hecho hace unos años, cuando tal vez algunos procesos aún no habían tenido el tiempo necesario para consolidar suficientemente el nuevo proyecto hegemónico y, por tanto, sin perspectiva temporal amplia para saber con exactitud qué tipo de tensiones se debían afrontar como prioritarias, como aquellas que podrían ser denominadas de primer orden. Es, por tanto, momento oportuno para aprovechar la ventana que se quedó entreabierta después de esos planteamientos, y así seguir contribuyendo al debate en relación a la reformulación de cuáles son actualmente las nuevas tensiones, al calor de lo que se vive hoy en día en la región latinoamericana, siempre teniendo en cuenta el cambiante contexto geoeconómico y geopolítico. El objetivo es fijar la mirada en la agenda abierta en disputa para los próximos años en América Latina a partir de las contradicciones, tanto aquellas que surjan al interior de los procesos de cambio como las que sean fruto de confrontación con otros modelos antagónicos aún vigentes en el continente y fuera de él.

Es preciso preguntarse por la relación dinámica entre aquello que se desea conservar como irreversible y todo lo que aún resta por revertir, por las posibilidades de gestionar exitosamente las urgencias de la coyuntura sin perder de vista las transformaciones estructurales; por la gestión estatal como nuevo tempo de la política; por la disputa por la nueva renta en destino y el papel del rentismo importador en esta pugna; por la dimensión productiva como centralidad económica estratégica para estos años; por la dialéctica entre las posibilidades reales de distribución (desde las raíces) y el camino exclusivo de las políticas redistributivas; por cómo conciliar el plano nacional con el supranacional; por la disputa geoeconómica mundial que plantea un punto de bifurcación entre la subordinación atlántica y la inserción bricsiana, y cómo esta última también tiene sus ventajas e inconvenientes; por cómo debe afrontarse la confrontación con una nueva otredad: la nueva derecha regional y mundial; y por último, preguntarse por el nuevo relato apropiado para una nueva época (acorde con los cambios respectivos). Los próximos capítulos invitan a discutir este movimiento: de las décadas perdidas a la década ganada y, en adelante, la década en disputa.

[1] Ryszard Kapuściński. Ébano, Editorial Anagrama, Barcelona, España: 2000.

[2] Aníbal Quijano. «El fantasma del desarrollo en América Latina», en: Revista de Economía y Ciencias Sociales: 2000.

[3] Véase más detalle en Herbert Marcuse. El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, Joaquín Mortiz, México DF: 1965.

[4] El término ‘economía’, en su origen etimológico, proviene del griego oikonomia: oikos, hogar, y nemein, administración. La economía, desde esta premisa básica, ha de responder precisamente a esa esencia: cómo ‘organizar la casa’.

[5] Emir Sader. El nuevo topo: los caminos de la izquierda latinoamericana, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires: 2009.

http://www.celag.org/project/america-latina-en-disputa-alfredo-serrano-mancilla/