El nuevo modelo colonial «Por cada inmigrante que llega, en las colonias quedan miles y miles en la miseria, de la que no somos ajenos, sino responsables»
La diversidad de su gente y situación sugieren varias reflexiones. Media África y media Asia se mezclan en las calles de París donde el porcentaje de inmigrantes, aparentemente, es dos o tres veces más que los dados en las estadísticas, creciendo más aún en el metro o en el RER camino de la periferia y en determinados restaurantes o en algunos barrios, y no en otros. La herencia colonial asiática y africana marcan la pauta francesa, lo mismo que aquí, en España, lo es con América Latina.
La inmigración es sólo una pequeña parte de las consecuencias de la previa colonización. De algún modo los inmigrantes vienen detrás del sus bienes, vienen con el equipaje de sus antiguos colonos y van perdiendo sus costumbres, su cultura, su lengua y cambiando todo por un duro trabajo, el más duro, y una nueva nacionalidad o simplemente la residencia con o sin papeles.
El problema de la inmigración es sólo una de las consecuencias de la colonización y los graves problemas lo son más, mucho más, para los propios emigrantes que para el país receptor. Lo mismo cabe decir de los desajustes sociales, que se producen con más agudeza en el país de origen.
El modelo tradicional colonial ha cambiado, ya nadie va con la Biblia en la mano diezmando nativos o convirtiendo infieles. El nuevo modelo utiliza las inversiones, mercados, deslocalizaciones, materias primas, bloqueos, sanciones y sólo se invade militarmente cuando lo anterior no es suficiente. Los países así «beneficiados» están hundidos económica y socialmente. Exportan muchos más recursos, de todo tipo, que los que reciben y sobre todo quedan inservibles e irrecuperables como identidades nacionales, países o como se les quiera llamar. La participación requerida a los nativos colonizados, por el colonizador, es la de la corrupción y la de la connivencia, condición necesaria para el éxito y desarrollo del nuevo modelo colonial y que se añade a lo anterior para agravarlo.
Así, ni las colonias ni el colonialismo se han abandonado, simplemente se ha cambiado el modo y el modelo clásico de lo que se entendía por colonizar. La presión colonial ahora es mucho mayor y más diezmadora que la colonización clásica. La inmigración sólo es una de las consecuencias y no la más desestabilizadora ni la más importante, la novedad es que ahora afecta a la metrópoli en su propia casa, aunque por cada inmigrante que llega, en las colonias, quedan miles y miles en la mayor miseria, de la que no somos ajenos, sino responsables.
La respuesta y explicación dada a todo esto se simplifica con lo del «Choque de civilizaciones» -cuando se habla del mundo árabe, por ejemplo- y con otros tópicos a medida de lo que convenga, donde además, Occidente dice ser víctima precisamente de los países que ha destrozado o está destrozando. Los países y los pueblos han dejado de serlo para convertirse y considerarse sólo por lo que aporten sus yacimientos o la potencialidad de sus mercados y los enfrentamientos giran en torno a esto y no a otra cosa, basta sólo con repasar los conflictos existentes para verificarlo.