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Asamblea Mundial de la Salud: escenario, luces y sombras

Fuentes: Onada Expansiva

La Asamblea Mundial de la Salud (AMS) celebró su 68 periodo de sesiones entre el 24 de abril y el 5 de mayo en la ciudad suiza de Ginebra; principal órgano deliberativo y mecanismo de decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS); la AMS constituye uno de esos rituales, como la Asamblea General […]

La Asamblea Mundial de la Salud (AMS) celebró su 68 periodo de sesiones entre el 24 de abril y el 5 de mayo en la ciudad suiza de Ginebra; principal órgano deliberativo y mecanismo de decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS); la AMS constituye uno de esos rituales, como la Asamblea General de Naciones Unidas, de supuesto diálogo, interacción y acuerdo entre actores sobre los que se apoya la llamada sociedad internacional.

Durante el periodo sesiones los representantes de los Estados-miembro de la OMS discuten y examinan los principales problemas o situaciones que afectan la salud pública internacional (salud global), con la mayoría de temas examinados con anterioridad en el Comité Ejecutivo (órgano restringido a 34 Estados) y presentados a la AMS como informes a considerar o resoluciones a aprobar. La participación de la sociedad civil organizada, si bien creciente en la última década, sigue siendo limitada.

La Agenda de la AMS ha conocido en los últimos años un crecimiento exponencial donde se mezclan temas coyunturales (epidemias, crisis humanitarias…) con estructurales (acceso a bienes y servicios de salud, innovación sanitaria…) e institucionales (reforma de la organización, relación con actores no estatales…). La proliferación de las cuestiones (obsérvese la diferencia entre la agenda del 54 periodo de sesiones (2001) y el más reciente) a tratar no obedece tanto a un eventual empeoramiento de las condiciones de salud de la población mundial (informes recientes señalarían lo contrario) sino a la incapacidad/falta de voluntad de los Estados para alcanzar a acuerdos satisfactorios que permitan materializar un consenso global en una resolución que provea de mandato a la OMS para, a su vez, acompañar a los Estados miembros en su implementación (por ejemplo el Reglamento Sanitario Internacional); al contrario, las discusiones continúan bajo una u otra forma (grupos de trabajo, reuniones ad-hoc…) sin que determinados temas sean resueltos (o tratados en su totalidad)… con consecuencias funestas para las poblaciones afectadas.

Si se alcanzó el consenso sin embargo en, desde finales de la década de los noventa, congelar las cuotas con las que los Estados miembros sufragan el presupuesto regular de funcionamiento de la OMS; de forma cuasi simultánea se registra un crecimiento exponencial de las llamadas contribuciones voluntarias: partidas ad-hoc que van dirigidas, exclusivamente, a aquellas actividades, proyectos o departamentos de la organización decididas por el donante más allá de criterios técnico-sanitarios. Según informó el propio secretariado de la organización en 2014 hasta el 80% de los recursos disponibles se originaron en donaciones dirigidas con los principales donantes siendo Estados Unidos, la Bill and Melinda Gates Foundation, Reino Unido, Global Vaccine Alliance Initiative (GAVI) y Canadá. Knowledge Ecology International ha compilado la lista completa de donantes que incluye entidades privadas, otras agencias de Naciones Unidas y la Generalitat de Catalunya (3,872,351 de dólares) (!).

La crisis, tanto en términos humanitarios en los países afectados como institucionales en la sede principal de OMS, provocada por el brote epidémico del virus del Ebola fue uno de los temas centrales de la AMS (ya había sido objeto de una sesión extraordinaria del EB).Y lo fue precisamente porque dejo al descubierto las graves carencias de una organización que había sido creada para responder a tales desafíos (supranacionales y necesitando de conocimientos/medios especializados). Las llamadas a la reforma de OMS que vienen oyéndose desde hace ya varios años aumentaron en volumen hasta el punto que la propia Directora General de la Organización admitió públicamente, y no por primera vez, la necesidad de una revisión profunda de un conjunto de mecanismos y prácticas que hace tiempo dejaron de ser eficientes en la defensa y promoción de la salud pública a escala planetaria. La AMS también estuvo marcada por otros temas igualmente significativos en términos coyunturales, estructurales e institucionales que ilustran otro tipo de crisis y oportunidades de mejora.

Tras varios años de alertas y advertencias por parte comunidad médico-científica y un buen número de organizaciones no gubernamentales (ONG), la AMS examinó a la aprobación de un plan de lucha contra la resistencia Anti-Microbiana, dicho de otro modo, la necesidad de combatir la resistencia creciente a los antibióticos reportados en múltiples instancias. Tras un proceso de discusión en las diferentes regiones se llegó a la AMS con un borrador de resolución y estrategia global para la lucha contra la resistencia Anti-microbiana. Si bien existía un relativo consenso acerca de la necesidad de un plan que incluyera a todos los actores concernidos (desde profesionales sanitarios a responsables de ganadería pasando por la industria farmacéutica) para una actuación coherente no fue posible alcanzar un acuerdo hasta el final de la asamblea debido a las diferencias manifestadas entre Estados sobre los montos a invertir/distribuir por cada quien en el mencionado plan. Con el plan de acción y estrategia global aprobado resultará interesante ver tanto su aplicación como su impacto en áreas tales como la lucha contra la Tuberculosis.

Otro ámbito de discusión, desafortunadamente convertido en estructural, es el de innovación y acceso a tecnologías sanitarias. Se trata de un tema complejo, con un conjunto ingente de actores (y sus respectivas agendas) y donde el equilibrio de posturas que garantizaría un cierto consenso del que derivar un mandato claro y financiado para la OMS se ha revelado esquivo durante al menos una década. No menos de 8 Asambleas desde los trabajos de la Comisión Internacional sobre Salud Pública, Innovación y Propiedad Intelectual (2006) que derivaron en las deliberaciones del Grupo de Trabajo Intergubernamental sobre Salud Publica, Innovación y Propiedad Intelectual (IGWG) 2008-2010 que aprobó la Estrategia y Plan de Acción Global sobre Salud Pública, Innovación y Propiedad Intelectual (GSPA) del que emanó el Grupo de Expertos sobre Mecanismos de Coordinación y Financiación para el Desarrollo derivado en el Grupo Consultivo de Expertos hasta el examen de los casos seleccionados de investigación, desarrollo y producción de tecnologías sanitarias que respondan a las necesidades sanitarias de las mayorías examinados en la presente edición de la AMS junto a la extensión del mandato de la GSPA y la elección de un futuro panel de expertos que evaluaría los casos prácticos seleccionados. En esta ocasión se hicieron más notorias si cabe las críticas al actual modelo de Innovación y Desarrollo (I+D) muy especialmente el argumento según el cual el precio de un producto viene determinado por la cantidad invertida en su desarrollo que ha sido el mantra de la industria farmacéutica y sus valedores políticos en los últimos 20 años. Las demandas para abrir negociaciones entre Estados para un Tratado internacional sobre Investigación Biomédica que comprometa a las partes a invertir en el desarrollo (público) de tecnologías sanitarias no han sido este año tan fuerte como en ediciones anteriores; no es descartable sin embargo que tal camino sea el escogido por parte de aquellos Estados (Unión Europea en su conjunto, Japón, Estados Unidos y Suiza principalmente) cuyo máximo interés es en el mantenimiento del status quo en detrimento de las demandas de cambio de modelo por parte del Sur Global y el conjunto de ONG (esencialmente organizaciones occidentales) habituales en este tipo de eventos.

Desde un punto de vista institucional, el 68o periodo de sesiones recogía un tema que enlaza de forma directa con la naturaleza contemporánea de las organizaciones internacionales de tipo intergubernamental como la OMS: la relación con los llamados Actores No Estatales. Tal etiqueta recoge no solo la sociedad civil organizada en forma de ONG, asociaciones de pacientes, colegios médicos o academia sino también y quizás sobretodo la industria y sus satélites (fundaciones, centros de estudios, asociaciones…). Aquellas industrias que tienen intereses directos en asuntos de salud pública como compañías farmacéuticas o las comercializadoras de productos alimenticios llevan desde hace tiempo penetrando lenta y gradualmente las organizaciones especializadas con mayor o menor discreción o pudor ante la alarma de activistas. El protocolo de entendimiento (conjunto de reglas que sirviera de guía y referencia para futuras interacciones) que estaba en discusión en la AMS buscaba por un lado intentar proteger aquellas áreas técnicas que deben quedar lejos de toda influencia interesada (lista de medicamentos esenciales, guías nutricionales…) y por el otro normalizar un poco más la creciente proliferación de estructuras publico-privadas donde las empresas se sientan en la misma mesa que gobiernos y organizaciones internacionales. Simultáneamente se buscaba que también la sociedad civil organizada tuviera mayor acceso a las discusiones y deliberaciones de la OMS, sirviendo de apoyo por ejemplo para aquellos países que no cuentan en su delegación con personal especializado en, por ejemplo, propiedad intelectual. No fue posible llegar a un acuerdo y las discusiones fueron postergadas a una reunión a celebrarse posteriormente en Ginebra entre Estados miembros con un documento provisional.

Más allá de las discusiones, resoluciones y planes de acción de una Asamblea que la DG, y de nuevo no por primera vez, resumió como la más exitosa de todas; la OMS debe hacer frente a una crisis que no se soluciona con más fondos, reestructuraciones internas o campañas de sensibilización. La proliferación de actores con igual o mayor conocimiento técnico pero con mejores capacidades para la movilización de material y personal en contextos de crisis; la consolidación de una visión desde el Sur Global que pone en entredicho la imparcialidad y legitimidad de un conjunto de organizaciones que se encuentran en su gran mayoría en Occidente y cuyo personal es esencialmente occidental; la multiplicación de actores activos en el ámbito de la Salud Global desde Bancos Multilaterales (Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo) a entes monotemáticos como GAVI producto de la nueva arquitectura institucional en el campo sanitario como el Global Fund o UNITAID y, por último, la ya mencionada tendencia de los donantes a proporcionar fondos para programas específicos exclusivamente para aquellas acciones/actividades coherentes con sus agendas exteriores.

Si bien la OMS está lejos de ser irrelevante en la esfera internacional, no lo está tanto de convertirse simplemente en escenario simbólico donde, una vez cada año, los representantes de Estados y otros actores activos en el ámbito de la salud pública viajan a Ginebra y escenifican un ritual de dialogo, discusión y eventuales acuerdos; sin mayores consecuencias para la salud de millones de personas. Una posibilidad que erosionaría, aún más si cabe, la noción de una sociedad internacional donde los Estados son iguales entre ellos y la cooperación guía sus actos. Más Información

Fuente: http://onadaexpansiva.blogspot.com.es/2015/06/asamblea-mundial-de-la-saludescenario.html