Siguen estancados los salarios en Alemania. Los motivos: la obligación de los trabajadores de aceptar trabajos mal pagados y una simbiosis entre la DGB -la central sindical única de toda Alemania- y el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), dañina para los intereses de la población trabajadora. «Los salarios se hunden en época de recuperación económica», así […]
Siguen estancados los salarios en Alemania. Los motivos: la obligación de los trabajadores de aceptar trabajos mal pagados y una simbiosis entre la DGB -la central sindical única de toda Alemania- y el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), dañina para los intereses de la población trabajadora.
«Los salarios se hunden en época de recuperación económica», así titulaba el Berliner Zeitung su artículo sobre un informe del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DiW, por sus siglas originales) sobre la evolución de los salarios desde el año 2000, aún no publicado. Según este informe, los más afectados son los salarios más bajos, que hoy tienen en sus bolsillos entre un 16 y un 22% menos de lo que tenían hace diez años. Quien hoy recibe un salario neto de 1.000 euros pierde unos 200 euros. Los salarios reales de los mejor situados ha aumentado ligeramente en comparación y los ingresos de los más ricos incluso se ha incrementado.
¿A qué se debe esto? En primer lugar, al programa de recortes sociales conocido como Hartz-IV, de cuya introducción fue responsable el gobierno de coalición entre el SPD y Los Verdes. La consecuencia decisiva del mismo: el miedo. El miedo a, después de un año en la cola del paro, tener que aceptar cualquier trabajo, por pésimamente pagado que esté.
En segundo lugar: la claudicación de los sindicatos. Una fuerza de trabajo presionada por el Hartz-IV no es desde luego una buena base para la negociación salarial. Pero acogerse a este argumento como a clavo ardiendo es cortedad de miras. Los sindicatos mismos no han hecho hasta el día de hoy prácticamente nada para combatir este miedo.
Es más, al principio cayeron en la trampa de la lógica neoliberal, esperando que se pudiese asegurar puestos de trabajo o incluso crear unos cuantos con una política de contención salarial mientras aumentaba la productividad. Esta posición ya fue abandonada y se demostró como un fracaso en la negociación salarial.
En tercer lugar: aún existe una simbiosis poco saludable entre los sindicatos y la socialdemocracia, a pesar de la cual los sindicatos no han podido conseguir una renovación y reajuste de su política.
Muchos sindicatos siguen sin reconocer los signos de los tiempos: el presidente de la DGB, Michael Sommer, publicó este año en el Frankfurter Allgemeinen Zeitung un artículo en ocasión del día del trabajo coescrito con Sigmar Gabriel, el presidente del SPD. Sommer no cuestionaba en ningún momento los fundamentos del Hartz IV y mucho menos sugería que su co-autor fuese corresponsable de la miseria en el sector de los bajos salarios. De no terminar la idealización de la socialdemocracia por parte de los sindicatos, la existencia de sindicatos fuertes peligra.
Un crecimiento magro
La cuestión sigue en pie: ¿Cómo puede haber una recuperación económica mientras los salarios se hunden?
La contribución de los trabajadores al ingreso nacional alemán es, con unos 1.260 mil millones de euros, alcanza el 66%. Ninguna otra magnitud de nuestra economía puede comparársele en importancia. Por comparación: la contribución de las empresas y los inversores tiene, con 642 mil millones de euros, sólo la mitad de peso. Mientras los ingresos de los trabajadores en los años anteriores han aumentado sólo un 2’8%, los ingresos de las empresas y de los ricos lo ha hecho un 13%.
«La economía ha crecido desde el cambio de siglo ordenadamente», asegura Markus Grabka, investigador asociado al DIW citado en el Berliner Zeitung. Si uno toma como base la relevancia demostrada por la contribución de los trabajadores y la evolución de los salarios problematizada por el propio Grabka, todas las preguntas le asaltan. La Oficina Federal de Estadística (Statistische Bundesamt) revela también en su última publicación sobre «El Producto Interior Bruto de 2010 para Alemania» un magro crecimiento del 0’9% de media en el espacio de tiempo que va desde 1999 hasta el 2009, toda vez que el año pasado la economía creció por encima del 3’6% y el anterior registró un éxito del 4’7%.
Thorsten Hild es economista y colabora regularmente con www.wirtschaftundgesellschaft.de
Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero