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Xavier Domènech hace un acertado y riguroso análisis sociohistórico de la formación de la clase obrera española como sujeto social, es decir, como movimiento obrero.
Estimada Yolanda:
Me dirijo a ti por la gran responsabilidad política que has asumido: liderar la renovación y ampliación del espacio del cambio de progreso.
Ha saltado una tensión larvada. Hay que aproximarse con el máximo rigor y objetividad sobre su carácter para buscar una solución pactada o, al menos, reducir su impacto negativo.
En la mejor tradición democrática, desde la Revolución Francesa, el pueblo es la base de la legitimidad del poder político, es el fundamento de la soberanía popular, de sus instituciones representativas y de los poderes del Estado.
Desde hace una quincena de años, con la crisis socioeconómica y su gestión regresiva por el poder establecido, se ha incrementado la desigualdad social en distintas esferas, acompañadas de amplio malestar popular.
Se necesita una profunda renovación y, al mismo tiempo, superación de los fundamentos teóricos unilaterales.
El debate del papel y la identidad de clase ha cobrado una nueva relevancia política y mediática.