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El fallido magnicidio de Cristina Fernández de Kirchner exhibe en tono dramático el grado de descomposición política alcanzado en Argentina gracias –en parte- a la permanente campaña de odio desatada por los partidos y diversos medios de comunicación de derecha contra la vicepresidenta, los personajes cercanos a ella y toda persona que comulgue con el progresismo o la izquierda.
El pedido de 12 años de prisión e inhabilitación política perpetua para la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner, actual vicepresidenta de la Argentina, es un eslabón más en la cadena de persecución contra dirigentes populares en América Latina donde se conjugan el Poder Judicial y los medios masivos de difusión.
Apenas nacemos nos insuflan de miedo. El mantra de las religiones es justamente atemorizarnos en este mundo, marcando nuestro comportamiento y acotando nuestro disfrute, para hacer méritos y poder disfrutar todo eso (u otras cosas, no lo sé, eternamente), en el otro, después de la muerte.
Gustavo Petro, un economista, exsenador y exguerrillero del Movimiento 19 de Abril (M-19) y Francia Márquez, una lideresa negra y ecologista de un pequeño poblado rural del Cauca, asumieron como presidente y vicepresidenta de Colombia para prometer que “es la hora del cambio, empieza la Colombia de lo posible”.
¿Hay una crisis de gobernabilidad democrática en América Latina, o se trata de un reflejo de lo que pasa, también, en buena parte del mundo? Lo cierto es que hay un abajo que se mueve, estimulado por el hambre y el desempleo
En la fachada más visible del inmenso Ministerio de Desarrollo Social sobre la avenida 9 de Julio, las más ancha del mundo, en pleno centro de Buenos Aires, hay un enorme mural luminoso del rostro de Evita, que fuera inaugurado por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en 2011, quizá para que la gente no olvide quién fue y qué significó para los argentinos..
Jugar al apocalipsis, como lo hace un católico practicante como el presidente estadounidense Joe Biden cuando amenaza con la posibilidad de una tercera guerra mundial, que quizá sea la tercera pero seguramente también la última, no es un juego nuevo.
La extrema derecha ha sabido leer mejor que las demás los cambios de la sociedad, aprovecharse de las debilidades y las grietas de las democracias liberales y entender las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías.
La fuerte ofensiva derechista de los últimos años en América Latina no logró estabilizar una nueva situación; los fascismos sociales y culturales crecieron pero no consiguieron (aún) una nueva hegemonía.
El desacople de la política exterior de Colombia de la de Washington será uno de los desafíos de una gestión precondicionada por poderosos factores externos.