La ciudad-Estado, centro offshore, ‘hub financiero’ y enclave portuario de Asia por excelencia se resiste a perder su estatus de paraíso fiscal.

La pandemia está dejando otra lectura trasversal en los mercados: la banca ha reducido un 9% sus líneas financieras a las empresas petrolíferas desde el inicio de la Covid-19. Comienza a calar la advertencia de que las inversiones deben «dejar de asumir un clima relativamente estable» porque «estamos al borde de que los riesgos se conviertan en realidad».

El combate contra la covid-19, la recesión y el cambio climático deja un cuarto frente de suma gravedad, la pobreza, cuyas ratios volverán a repuntar por primera vez desde 1990 a escala global. El Banco Mundial calcula que se superarán los 150 millones de personas que subsistirán con menos de 1,90 dólares al día en 2021. Naciones Unidas anticipa que entre 240 y 490 millones en 70 países entrarán en pobreza «multidimensional».

Hace una generación no existían. Pero los milmillonarios ya son una realidad entre los socios europeos del Este. Especialmente en el llamado Grupo de Visegrado y, dentro de este club de cuatro, en su triángulo más nacional-populista, el que conforman Polonia, República Checa y Hungría. Oligarcas y empresarios de emporios de múltiples sectores que se expanden hasta las exrrepúblicas soviéticas revelan la transformación socioeconómica de los países del otro lado del Telón de Acero.