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Una vez más, las tensiones constantes entre las dos principales facciones políticas-militares y étnicas de Sudán del Sur amenazan con encender una nueva guerra civil, que es prácticamente la misma que se libró desde 2013 a 2018 y dejó cuatrocientos mil muertos y cuatro millones de desplazados.
La intensidad de la guerra civil sudanesa ha obligado a cerca de catorce millones de personas a dejarlo todo y desplazarse hacia áreas donde los combates todavía no han llegado, o al menos esa intensidad es un poco más atenuada.
Sí, abiertamente el mundo ha soltado la mano a Palestina, donde la humanidad ha escalado a un nivel de cinismo y perversión que jamás creímos que pudiera lograr, digámoslo de una vez, incluso con los nazis, ya que en este caso no nos podremos amparar en la excusa de la ignorancia o de falta de información.
Quizás la crisis humanitaria que se vive a lo largo de los mil cuatrocientos kilómetros de frontera entre Chad y Sudán muestra sin tapujos la intensidad y las consecuencias de la guerra civil sudanesa.
Más allá de que se intente quitar responsabilidad al exterrorista, las continuas matanzas perpetradas por el Gobierno del presidente Ahmed al-Sharaa, conocido en su tiempo de emir de la banda fundamentalista Hayat Tahrir al-Sham (Organización de Liberación del Levante) como Abu Mohamed al-Golani, contra las minorías religiosas alauitas, drusas, kurdas y cristianas, siguen manteniendo a Siria en el foco de atención internacional. (Ver: Siria: El terrorista domesticado)
Es complejo enumerar las guerras que ha vivido Libia desde que Occidente decidió terminar con ella. Algunos muy inocentes, creímos en el inicio que solo se trataba de acabar con el sueño panafricano del coronel Gadafi y el exitoso proceso que se conoció como la Yamahiriya o el “Estado de las masas”, aunque tampoco demoramos mucho en entender que el proyecto era otro: balcanizarla, para mantener un mejor control de sus recursos naturales, fundamentalmente petróleo y agua, nada menos.
El Gobierno de George W. Bush abrió una agenda conocida como la Guerra Global contra el Terror, tras los «sorpresivos» ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 a las torres de Nueva York y el Pentágono.
Tras dos semanas de bombardeos contra las células del Daesh instaladas en Puntlandia, la región semiautónoma del norte de Somalia, el AFRICOM (Mando África de Estados Unidos), en coordinación con los gobiernos de Mogadiscio y el regional, anunció el fin de la operación.


