Artículos
A pesar de tres meses de impugnaciones y protestas por lo que se cree fue una estafa electoral, el pasado miércoles 15 Daniel Chapo, del Frente de Libertação de Moçambique (FRELIMO), asumió como nuevo presidente, tras imponerse en las elecciones del 9 de octubre último al Partido Otimista pelo Desenvolvimento de Moçambique (PODEMOS) de Venâncio Mondlane.
Desde hace ya más de una década uno de los mayores problemas europeos es el arribo de miles de refugiados provenientes fundamentalmente de África, Medio Oriente y Asia, ya no solo expulsados de sus países por la pobreza, sino y fundamentalmente por la violencia.

La historia nos ha enseñado que nada de lo que suceda en torno a ese bloque geográfico formado por Pakistán y Afganistán y separado políticamente por la Línea Durand es gratuito, y todo lo que suceda en ese ámbito, por pequeño que parezca, no dejará nunca de afectar a la región y en muchas ocasiones mucho más allá de ella.

En los países del Sahel se están viviendo apabullantes cambios con la decidida actitud de varios de sus gobiernos, que han resuelto expulsar de sus territorios toda presencia militar extranjera, particularmente las de Francia y de los Estados Unidos, después de décadas de una ocupación solapada.

A mediados de diciembre último se conoció que unos 40 aldeanos habían sido asesinados en la región de Tera, en dos ataques coordinados contra las comunidades de Libiri y Kokorou, en el oeste de Níger, próximas a la frontera de Burkina Faso.

Alrededor de 50 civiles murieron en la medianoche del pasado martes 24, producto de bombardeos de la fuerza aérea de Pakistán, para lo que utilizó una combinación de aviones y drones contra diversos objetivos en el interior de Afganistán. Las víctimas, en su mayoría, eran refugiados provenientes de Waziristán, una región montañosa del noroeste de Pakistán fronteriza con Afganistán.

Ya, para la prensa y el establishment internacional, Ahmed al-Sharaa no es más, si alguna vez lo fue, Mohamed al-Golani, el temible emir de la banda terrorista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) u Organización para la Liberación del Levante.

Los tratados de paz entre los diferentes gobiernos de Colombia y las insurgencias marxistas que operaron por décadas en el país, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) o el Movimiento 19 de abril (M-19), del que formó parte el actual presidente de la república Gustavo Petro, a partir de 2016, con sus más y sus menos, han funcionado.

Desde la caída de la Primera Ministra Sheikh Hasina en agosto pasado, tras 15 años en el poder (ver: Bangladesh, jaque mate a la reina), las dos únicas fronteras del país se han tornado en márgenes extremadamente calientes.