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Hemos tratado de informar y seguir, casi hasta el aburrimiento, las operaciones que el Primer Ministro indio Narendra Modi lleva a cabo, desde su llegada al cargo en 2014, contra la comunidad musulmana de su país, la que representa “nada más” que unos 220 millones de creyentes. Cifra que convierte a la Unión India en el tercer país del mundo con población musulmana después Pakistán (240 millones) e Indonesia (236 millones).
Una vez más la crisis de seguridad que padece Nigeria desde 2009, por la que ya murieron unas 50.000 personas y generó cerca de tres millones de desplazados, vuelve a golpear, a niños y jóvenes estudiantes en esta oportunidad. Con diferencia de días, cerca de 300 fueron secuestrado, de sus propias escuelas reiterando una práctica frecuente.
Como exige la Constitución norteamericana, el presidente Joe Biden espera que con un mero acto administrativo el Congreso de su país lo autorice, el próximo día 12, a continuar y profundizar los ataques aéreos que desde el 11 de enero realiza, junto al Reino Unido contra posiciones del movimiento Ansar Allah (Seguidores de dios), también conocidos como hutíes.
La semana pasada la agencia electoral del Chad ha anunciado que se realizarán, por fin, las tantas veces postergadas elecciones presidenciales, que constarán de dos vueltas: la primera el 6 de mayo y la segunda el 22 de junio y cuyos resultados “provisionales” se esperan para el 7 de julio. Hecho que encaminaría al país a un orden democrático que nunca tuvo desde que Francia, a principio de los años 60, comenzó a deshacerse de sus colonias tras la trágica experiencia argelina.
El fin de semana del viernes 23 al domingo 25 de febrero los grupos terroristas que operan en Burkina Faso, el Estado Islámico del Gran Sáhara y el Grupo de Apoyo al islam y los musulmanes (Jama’at Nusrat-ul-islam wal-muslimīn, JNIM) -tributario de al-Qaeda-, protagonizaron una serie de ataques simultáneos contra templos religiosos y bases militares, para lo que debieron movilizar a miles de muyahidines dando una muestra espeluznante de su poder de fuego.
Entre abril y mayo de este año está previsto que India celebre elecciones generales. Según las encuestas, el actual Primer Ministro, Narendra Modi, parece disponerse a ganar su tercer mandato.
Desde el comienzo de la guerra civil sudanesa, en abril de 2023, el mundo parece observarla como un fenómeno natural e incontenible, como un huracán, un terremoto o un sunami, por lo que lo único que queda, según el caso, es cerrar las ventanas y escapar lo más lejos posible.
Impericia, mala suerte o el destino, no se sabe. Lo que sí es cierto es que Egipto se desliza hacia lo más profundo de un laberinto del que de ninguna manera saldrá indemne.
A una semana de las elecciones en Pakistán los resultados ya están claros y son nada más que lo esperado, aunque sí hubo un leve cambio casi insignificante. El próximo primer ministro será Sharif, pero no Nawaz, el hombre de los militares y el establishment, sino su hermano menor, Shehbaz Sharif. (Ver: Pakistán: un precio a pagar.)
Pakistán, tras cursar las elecciones legislativas del pasado día 8, de donde emergería el Primer Ministro que gobernará a sus 240 millones de ciudadanos por los próximos cinco años, contra todo lo previsto y programado por los militares, el único poder perenne de la nación islámica, se impusieron los partidarios del ex primer Ministro Imran Khan, derrocado en 2022 y en la prisión de Adiala en Rawalpindi desde pocos días antes del comicio tras ser condenado a 14 años de prisión e inhabilitado, por diez años, para ejercer cargos públicos mientras espera los resultados de los otros cien procesos que se instruyen en su contra (Ver: Pakistán, el retorno de los viejos fantasmas).