Jhonny Peralta Espinoza

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La derecha anunció que esta es una de sus últimas oportunidades para tumbar al gobierno, para esto ha utilizado la fecha del censo, la agenda política de la corrupción, narcotráfico, reforma de la justica impuesta por su aparato mediático, y al que se sumó la dirección del MAS.

En el anterior artículo nos referimos a los aprestos de la derecha para derrocar al compañero Lucho, y también pusimos énfasis en las limitaciones, errores y carencias que tiene el Gobierno y su instrumento, el MAS.

Abril ha separado a la familia boliviana, decía Marcelo Quiroga, y se preguntaba si alguna vez los bolivianos se han unido en torno de algo, y tajantemente respondía: jamás.

Partamos de dos hechos incuestionables. El primero, es que los únicos gobiernos que pudieron reformar estructuralmente la policía y las fuerzas armadas, fueron los cubanos y venezolanos; y, el segundo, se remite a la reapertura democrática de los años 82, cuando la policía en abril de 1985 captura el primer narcoavión, da comienzo a su proceso de desinstitucionalización, donde los únicos afectados son el Estado y la sociedad.

Mucho se repite que en una década se creó más de dos millones de nuevos clase medieros en términos de relaciones laborales, o tres millones en términos de capacidad de consumo.

La izquierda boliviana vivió los últimos 16 años un periodo político marcado por profundos momentos de politización, donde, como decía Mao, “las masas son los verdaderos héroes, en tanto que nosotros somos a menudo pueriles y ridículos”.

El peor de los fracasos es no pensar nada sobre la lucha política, hemos vencido a la derecha golpista en una batalla táctica, pero estamos conscientes que intentará nuevamente tumbar al gobierno del compañero Lucho.

Hay momentos en que si uno quiere mostrarse como demócrata es conspirar contra la misma democracia, esto es lo que hoy hace la derecha, porque un de las formas de derrocar a Lucho Arce, es escindirse de la democracia y formar una corriente política que se apropia de palabras de contenido fuerte y les cambie su sentido y significado, así la supuesta lucha que la derecha posfascista instala es la consigna: democracia, libertad y justicia.

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