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Supongo que el hecho de que los excesos verbales no figuren todavía expresamente incluidos dentro de los pecados capitales hace que la jerarquía católica haya hecho de su práctica un auténtico leitmotiv. El objeto de sus iras verbales ha incluido a ideologías (todas las imaginables menos el capitalismo), mujeres, gays, seropositivos y hasta meros objetos […]