Julio Burdman

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Movida principista o reflejo de autopreservación, la decisión de Máximo Kirchner de renunciar a la jefatura del bloque de diputados del peronismo en rechazo al acuerdo con el FMI generó un nuevo terremoto en el gobierno. En esta nota, Julio Burdman explica por qué una ruptura total es improbable y por qué, paradójicamente, la decisión puede terminar fortaleciendo a Alberto Fernández.

Desde el triunfo del Frente de Todos se especula con las divisiones internas de la coalición gobernante entre kirchneristas y “albertistas” que, pese a sus diferencias metodológicas, se han mantenido unidos frente a la emergencia. Sin embargo, en el catastrófico escenario socio económico que se cierne sobre Argentina, las amenazas a la unidad surgen del posible descontento de las bases.

Detrás de la disputa entre el gobierno nacional y el de la Ciudad de Buenos Aires por la presencialidad en las aulas porteñas, lo que asoma es la confrontación de las dos grandes coaliciones políticas del siglo XXI. A diferencia de una región cuya política se parte en mil pedazos, en Argentina se consolida el bipartidismo, pese a un contexto desolador propicio para el surgimiento de outsiders y radicalizados.

Desde el triunfo del Frente de Todos se especula con las divisiones internas de la coalición gobernante entre kirchneristas y “albertistas” que, pese a sus diferencias metodológicas, se han mantenido unidos frente a la emergencia. Sin embargo, en el catastrófico escenario socio económico que se cierne sobre Argentina, las amenazas a la unidad surgen del posible descontento de las bases.