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Ahora, hace poco, acá nomás, la gente de poncho y faldas coloridas entró al camino, como si fuese a buscar la tierra prometida, o vida prometida, o muerte si no se puede sembrar y cosechar.
Antes de la Segunda Guerra Mundial había tres visiones mayoritarias (o relatos para usar la tesis de Yuval Noah Harari) del mundo en disputa: el socialismo soviético, el fascismo de Alemania e Italia y el capitalismo monopólico “liberal” de Estados Unidos.
Consolidar la unidad desde la diversidad en un proyecto de mediano y largo plazo para transformar la derrota en victoria corresponde a todos y a todas.
La semana pasada, el candidato a la presidencia de Ecuador, Andrés Arauz, mantuvo un importante encuentro con el cuerpo diplomático acreditado en el país.
Desde hace años, en diferentes reflexiones he señalado que el concepto de plurinacionalidad asociado al de interculturalidad es uno de los aportes más importantes del movimiento indígena ecuatoriano, que además tiene trascendencia fundamental en el ámbito internacional.
Columna semanal de Opinión del escritor y periodista Kintto Lucas, ex Vicecanciller de Ecuador y exembajador de Uruguay para la Integración. Tema de esta semana: la necesaria unidad de las fuerzas progresistas ecuatorianas hacia las elecciones del 2021 y más.
¿A quién salvar entre una corona y el coronavirus? ¿A quién salvar entre la monarquía y la república? ¿A quién salvar entre el habitante del Guasmo guayaquileño y el de Sanborondón? ¿A quién salvar entre el que se lleva la plata fuera sin pagar impuestos y el que vende limones en una esquina de Quito?
Nueva York y Guayaquil se autodestruyen, aunque la guerra no pasó por ellas. Las vidas destruidas, las historias destruidas en la historia de estas dos ciudades.
Ecuador ha llegado a un punto de quiebre, casi de no retorno. La situación, en lugar de mejorar, cada día es peor. Hay una incapacidad de gestión en todos los niveles del gobierno nacional. Cada paso que da a nivel sanitario, económico, organizativo empeora la situación.