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En medio de la crisis sanitaria por la Covid-19, a principios de junio la comunidad de Caimanes ha levantado un recurso de protección por la contaminación del aire que respiran 1.500 habitantes que viven aguas abajo de uno de los tranques de relaves más grande de Sudamérica y desde donde ven cómo emerge un polvo amarillento que se asienta sobre el pueblo. Durante estos 20 años han debido enfrentar el costo del “desarrollo” y el estrés, ante el inminente colapso de El Mauro, fue cuántificado en un estudio. Álvaro Badillo, presidente del Comité de Defensa Caimanes, relata que el 6 y 7 de mayo fueron días críticos, el pueblo se nubló con polvo de relave: roca molida, cristales de cuarzo, arsénico, plomo, mercurio y molibdeno entre otros minerales en suspensión.