Manuel Cabieses D.

Artículos

La real importancia del plebiscito del 4 de septiembre consiste en que es para el país un pasaje al futuro.

Ustedes, convencionales, son nuestra última esperanza de tránsito pacífico a una nación con igualdad de derechos y deberes.

El lenguaje político es hoy elusivo y orillero, hipócrita mejor dicho. Las intenciones verdaderas van debajo del poncho. El político profesional desprecia el discurso ideológico. Emplea las técnicas engañosas del marketing y del management .

Si resulta difícil entendernos entre nosotros, aún más complicado es explicar la política chilena al lector extranjero. Hagamos un intento y veamos.

Sólo idiotas -que a veces abundan en política- podrían ignorar que se aproxima un reventón social. La acumulación histórica de injusticias y abusos, exacerbada ahora por el desplome de la institucionalidad neoliberal y la implosión de la pobreza y desigualdad, se ha convertido en una bomba social cuya espoleta es la desesperación.

Salvador Allende nació el 26 de junio de 1908, hace 112 años. Pero los años no pasan, está vivo en el alma del pueblo que lo considera uno de sus héroes. Sus críticos lo llamaban “El Pije” porque era muy cuidadoso en el vestir. Eso gustaba a las mujeres y a Allende le gustaban las mujeres. Siempre fue valiente, no solo el 11 de septiembre en La Moneda. En 1952 se batió a duelo con el senador Raúl Rettig. Dispararon a matarse una fría madrugada de agosto. Para el público el motivo fue lavar injurias, para los íntimos fue un lío de faldas.

Nuestro gran novelista Carlos Droguett escribió “Matar a los viejos” en 1975. La obra -comienza con Pinochet enjaulado y pasa revista a los crímenes de la oligarquía-, permaneció inédita hasta 2001.

La tripa vacía es peligrosa consejera. La historia universal del hambre señala que el ruido de tripas es un polvorín social. Sin embargo, el hambre no es necesariamente precursor de revoluciones.

Estos tiempos despavoridos claman por una nueva sociedad. Pero ella no será un parto fruto de la desesperación de las masas. La sociedad capitalista tampoco se superará a si misma como promete la oligarquía atemorizada que implora indulgencias. El capitalismo tiene que ser derrotado por las fuerzas del cambio. Para esa batalla se necesita un instrumento cohesionado en lo orgánico e ideológico.

El cura-obrero Mariano Puga, que falleció hace una semana, tenía una fe de acero en el derecho del pueblo a construir una sociedad de iguales. En la historia de la iglesia católica –sumida hoy en la vergüenza de los horribles delitos de centenares de crápulas con sotanas-, hay nombres respetables y queridos. En Chile, por […]

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