Artículos
“He preferido hablar de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado” -Silvio Rodríguez
Por una verdadera democracia
Podríamos pensar que la multinacional Naturgy es insensible por cortar el suministro eléctrico al sector VI de la Cañada Real, y sería cierto.
Probablemente sea cierto que Daniel Ortega es corrupto, represor e incompetente. Y que gran parte de los manifestantes son pacíficos y pretenden el bien para su país.
Hoy, quien más o quien menos, e incluso desde las derechas, casi todo el mundo reconoce la necesidad, por poner tres ejemplos notorios, de la lucha del feminismo, de la no violencia y del ecologismo. Pero no hace tanto que las feministas eran tachadas de ignorantes e histéricas, los no violentos de ilusos y utópicos y los ecologistas de tratar de luchar contra el progreso y el desarrollo.
Hace ya unos nueve años que la ciudadanía española se echó a la calle, en lo que probablemente haya sido la revuelta popular más bella de las últimas décadas. Así, el 15-M, movimiento entre revolucionario y contracultural, al grito de “¡democracia real ya!”, de modo asambleario, utópico, feminista, fraternal y solidario, tomó las plazas y caminos de nuestro país para intentar crear una economía al servicio de la política, una política al servicio de la justicia, y una justicia al servicio de los más humildes.