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Carta de Pascual Pichún desde la cárcel de Traiguén
Esposado de pies y manos sólo puedo caminar dando saltitos. Por cada movimiento que doy el acero inoxidable de las esposas aprieta, dañan y lastiman al punto del calambre. Pese a todo estoy tranquilo, como si fuera el agua de un lago por la mañana, sonrío y levanto la cabeza mirando a los ojos a […]