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La economía mundial está estructurada en torno al crecimiento: la idea de que las empresas, industrias y naciones deben aumentar la producción cada año, independientemente de si es necesario o no. Esta dinámica está impulsando el cambio climático y el colapso ecológico. Las economías de renta alta y las corporaciones y clases adineradas que las dominan, son las principales responsables de este problema y consumen energía y materiales a ritmos insostenibles [01][02].
De entre las muchas medidas que la Ley de Memoria Democrática se ha «olvidado» de incluir en su articulado, nos han llamado la atención dos. La primera, la relativa al monumento «Navarra a sus muertos en la Cruzada», conocido por «los Caídos». La segunda, a la Iglesia católica
El escenario de destrucción masiva de la biodiversidad, de cuerpos y del Sistema Tierra tal como lo conocemos, da pistas de una decadencia vertiginosa de lo que llamamos civilización. Mientras muchas comunidades, sean ellas científicas, sociales u originarias alertan sobre lo que podría ser “el fin del mundo” —según la concepción del líder indígena Ailton Krenak—, la respuesta de la “humanidad zombie” es aumentar las ganancias para disminuir las pérdidas, sin tocar las estructuras del problema.
El futuro del automóvil es cada vez más sombrío. La situación actual de por sí ya no es brillante y probablemente empeorará dentro de algunos años, teniendo en cuenta importantes procesos en curso.
Los fondos buitres son los amos del agua pública, de la sanidad pública, de las residencias de mayores, del taxi, la educación y la vivienda. ¿Qué tienen en común estos sectores tan diferentes entre sí?
La frontera de apropiación y mercantilización corporativa no solo no remite en el marco del capitalismo verde y digital, sino que se expande de manera sectorial y geográfica. Los megaproyectos vinculados a tierras raras, nuevos minerales críticos, hidroeléctricas, parques eólicos y fotovoltaicos, megagranjas agroindustriales e infraestructuras de todo tipo toman así protagonismo como espacios preferentes de acumulación de capital. Una estrategia a escala global que incluye sin excepción centros, periferias y semiperiferias del sistema, alterando las prioridades geopolíticas presentes y futuras.