El hombre a quien la agencia de Inteligencia de Alemania (la Bundesnachrichtendienst o BND) contrató bajo el nombre de Wilhelm Holm pertenecía a una especie única dentro del misterioso mundo de la Inteligencia. El obeso hombre de negocios alemán, de pelo oscuro e impecablemente peinado, era lo que se suele llamar un «buscador de talentos» […]
El hombre a quien la agencia de Inteligencia de Alemania (la Bundesnachrichtendienst o BND) contrató bajo el nombre de Wilhelm Holm pertenecía a una especie única dentro del misterioso mundo de la Inteligencia. El obeso hombre de negocios alemán, de pelo oscuro e impecablemente peinado, era lo que se suele llamar un «buscador de talentos» en materia de espionaje.
Cada vez que en alguno de sus viajes por el mundo Holm descubría a alguien que parecía tener pasta para desempeñarse eficazmente como agente, enviaba un mensaje a Pullach, Munich, donde se encontraban los cuarteles generales de la BND. En 1965, por ejemplo, después de una estadía de cuatro semanas en La Paz, Bolivia, informó con entusiasmo a la BND acerca de un compatriota que tenía dos virtudes importantes: era evidentemente un acérrimo patriota alemán y un «anticomunista militante», algo que durante la Guerra Fría era prácticamente una insignia de honor.
Pocas semanas después, la BND reclutaba al recomendado como agente. Se le asignó el nombre en clave «Adler» (Águila) y quedó registrado con el número V-43118. Adler vivía en La Paz bajo el nombre de Klaus Altmann.
Pero Altmann no era su verdadero apellido. En realidad, era uno de los más infames criminales del régimen nazi: Klaus Barbie, el tristemente célebre «carnicero de Lyon». Después de la guerra, los tribunales franceses condenaron a muerte a Barbie, ex jefe de la Gestapo en Lyon, in absentia. Hay muchos indicios de que la BND estaba enterada de todo esto cuando decidió reclutarlo.
El goce de la tortura
Barbie, quien había nacido en 1913, torturó personalmente a hombres, mujeres e, incluso, niños en el segundo piso del Hotel Terminus, en Lyon. Las víctimas que sobrevivieron recuerdan, sobre todo, la forma en que Barbie reía entre dientes mientras les aplicaba las torturas. Hijo de un docente de la ciudad de Bad Godesberg -hoy parte de Bonn-, Barbie también ordenó a uno de sus secuaces que le quebrara los brazos, las piernas y varias costillas a Jean Moulin, un dirigente de primera línea de la Resistencia Francesa y confidente de quien luego sería presidente de Francia, el general Charles de Gaulle. Moulin murió poco tiempo después. Barbie también ordenó la deportación de los niños judíos alojados en un orfanato de Izieu, en las cercanías de Lyon. Los niños fueron enviados al campo de concentración de Auschwitz, donde fueron asesinados.
Durante los últimos veinte años, se multiplicaron las sospechas en torno a la posibilidad de que Altmann, es decir, Barbie, se hubiese desempeñado como espía de la agencia de Inteligencia alemana. Pero esas sospechas se confirmaron ahora por documentos de la BND, que Der Spiegel analizó en los archivos federales de Alemania, en la ciudad de Koblenz. Según esa documentación, Barbie recibió su primer pago mensual de quinientos marcos desde Pullach, en mayo de 1966. Tiempo después, comenzó a cobrar gratificaciones adicionales por «rendimiento». En la mayoría de los casos, la BND transfería los pagos a una cuenta que Barbie había abierto en el Chartered Bank of London de San Francisco. De acuerdo con los documentos de la BND, Barbie le elevó a la agencia por lo menos 35 informes.
Con el tiempo, esta relación comenzó a tornarse demasiado riesgosa para la agencia. Se hablaba de un «riesgo de seguridad sustancial» para la BND que, evidentemente, estaba cada vez más preocupada por la posibilidad de que la «Stasi» (ndr: el Ministerio para la Seguridad del Estado) de Alemania Oriental o la KGB soviética decidieran chantajear a Barbie, amenazándolo con hacer público su pasado nazi, como ya habían hecho con algunos otros agentes de la BND.
Su jefe, cuyo nombre en clave era «Solinger», se reunió con Barbie en Madrid, unos días antes de la Navidad de 1966, y le comunicó que, debido a los aprietos financieros que sufría el gobierno federal, «el presupuesto de la BND había sido recortado significativamente» . La agencia -le dijo Solinger a Barbie-, estaba abandonando a América Latina como «zona de reconocimiento». Barbie recibió un pago adicional de mil marcos para comprar su silencio.
Crímenes de lesa humanidad
A partir de ese momento, la BND consideró cerrado el caso Adler. La agencia de espionaje también optó por no informar a las autoridades judiciales alemanas acerca del paradero de Barbie, a pesar de que era buscado como asesino y criminal de guerra.
Barbie siguió en la clandestinidad hasta 1972, cuando los franceses Beate y Serge Klarsfeld, legendarios cazadores de nazis, finalmente lo encontraron. Lo que sobrevino fue una guerra de tira y afloja que se prolongó durante años. En 1983, Bolivia por fin extraditó a Barbie a Francia, donde resultó condenado por crímenes de lesa humanidad y quedó confinado en prisión hasta su muerte, en 1991.
Hoy, ya no queda nadie en la BND a quien se pueda considerar responsable del caso Barbie. Las revelaciones acerca del papel vergonzoso de la agencia en el asunto podrían venirle muy bien al actual presidente de la agencia, Ernst Uhrlau. Durante años, Uhrlau quiso arrojar más luz sobre la historia de la BND en el período de posguerra, cuando empleó a varios ex nazis. Actualmente, está negociando con una comisión histórica a la que se le encomendó investigar el pasado de la agencia y a la que se le garantizó un acceso sin precedentes a sus archivos. Casos como el de Barbie subrayan la necesidad de una iniciativa de esa magnitud.
Los norteamericanos desclasificaron una enorme cantidad de documentos relacionados con Barbie, que datan de unos treinta años atrás. El CIC (sigla en inglés del Cuerpo de Contrainteligencia de Estados Unidos, una agencia de Inteligencia ya disuelta que dependía del ejército norteamericano), reclutó a Barbie después de la guerra y, durante un tiempo, lo protegió de los investigadores franceses que lo rastreaban. En 1951, los norteamericanos, incluso, ayudaron a Barbie a refugiarse en Bolivia. Curiosamente, mucho tiempo después, Washington, le presentó una disculpa formal a París por esas acciones.
Según los documentos, la relación de la BND con Barbie comenzó con la recomendación de Wilhelm Holm. Por supuesto, algunos de los ex miembros de las SS y oficiales de la Gestapo que formaban parte de la agencia de inteligencia de Alemania debieron haber reconocido al nuevo agente como alguien que había sido funcionario del Tercer Reich. Por lo menos uno de ellos, Emil Augsburg, ex experto de las SS en Europa Oriental, había trabajado con Barbie para el CIC. La Organización Gehlen, precursora de la BND, también conocía el domicilio de Barbie en la ciudad bávara de Augsburg hasta que éste huyó a Bolivia. Incluso un documento de la BND, fechado en 1964, afirma que Barbie, «posiblemente» estuviera viviendo en La Paz.
Para entonces, la BND -que al principio sólo operaba en Europa- expandió su red de agentes por el resto del mundo y decidió prestarle mucha atención a Bolivia, gobernada en esos años por una junta militar. Occidente temía que una revolución contra la dictadura militar llevara al país a convertirse en parte de la esfera de influencia de la Unión Soviética, como había ocurrido con Cuba.
Barbie, alias Altmann, vivía con su mujer en la capital de Bolivia, donde administraba la firma La Estrella, que proveía al laboratorio farmacéutico Boehringer, con sede en Mannheim, Alemania Occidental, de la corteza de quina, de la que se extrae la quinina.
A fines de noviembre de 1965, Holm, el buscador de talentos de la BND, fue a visitar a Barbie. Un conocido de ambos había concertado la cita. Holm le contó a Barbie que estaba buscando un agente para una firma de Hamburgo, por lo que le preguntó si estaba interesado en una misión de esas características. Aparentemente, Barbie se mostró confiado en su visitante. Según los documentos de la BND, en poco tiempo Barbie y Holm se hicieron «buenos amigos». Durante su estadía, Holm cenó con Barbie y su familia casi todas las noches en la mesa que los Barbie tenían reservada en el Club Alemán de La Paz.
Por supuesto, el anfitrión parece haberle ocultado a Holm su verdadera identidad. Altmann, según informó el buscador de talentos, había estado en las Waffen SS y había huido de Alemania Oriental, en 1950. Pero Holm no dejó de destacar las inclinaciones políticas del expatriado. Por ejemplo, Barbie le contó cómo en el Club Alemán se les había cancelado la membresía a los judíos. La mujer de Barbie, quien manejaba la biblioteca del club, se mostró particularmente orgullosa cuando le mostró a Holm la literatura nazi que atesoraba en sus estantes.
Discreto y confiable
El Departamento 934 de la BND, que se ocupaba de estos casos, decidió reclutar al ex capitán de las SS. Le interesaban los buenos contactos de los que Barbie presumía, como el que tenía con el ministro del Interior de Bolivia y su segundo, así como también con el jefe de una de las agencias de Inteligencia de ese país y con el intendente de La Paz.
El jefe de Barbie, Solinger, viajó a Santiago de Chile, en mayo de 1966, para reclutarlo oficialmente y procurarle un entrenamiento «intensivo». Acordaron que la información importante sería transmitida disfrazándola de novedades económicas relacionadas con la industria de la madera. Barbie debía registrar sus informes en un papel especial, «dejando un margen de tres centímetros (arriba, abajo, a la izquierda y a la derecha), sin puntuación y sin escribir en el reverso», y enviarlos a un docente de Bad Bevensen, en el norte de Alemania, quien depositaría las cartas, sin abrirlas, en una casilla de correo de Hamburgo.
Barbie fue catalogado oficialmente como «fuente política». El contenido exacto de sus informes no se conoce. Tal vez, se limitara a comentar los acontecimientos que se iban desarrollando en Bolivia o puede ser que se concentrara en las posibilidades comerciales de las Fuerzas Armadas alemanas (las Bundeswehr ). Pocas semanas después de haber sido reclutado, se convirtió en el representante boliviano de Merex AG, una compañía cuya casa central estaba en Bonn y vendía materiales militares de rezago de las Bundeswehr en todo el mundo, en nombre de la BND. Según los archivos de la agencia, cuando a los bolivianos les hacían falta armas o municiones, Barbie debía informárselo inmediatamente a Merex.
Es evidente que la BND estaba más que satisfecha con el trabajo de Barbie. El agente V-43118 fue caracterizado como «inteligente», «muy receptivo y adaptable» y «discreto y confiable».
Después de que Barbie fuera identificado por los Klarsfeld, en 1972, la gente de la BND que había trabajado con el criminal nazi declaró internamente que se habían enterado de la verdadera identidad de Altmann por la prensa. Según dijeron, era evidente que, en aquel momento, el responsable de la agencia «no se había preocupado por obtener información oficial acerca de Altmann, aunque eso habría sido lo más aconsejable, considerando su pasado «.
Es altamente probable que esta versión de los hechos haya sido, lisa y llanamente, una mentira. Por ejemplo, lo que Altmann le contó a Holm -que había huido directamente de Alemania Oriental a Bolivia- debería haber dado lugar a una investigación minuciosa de sus antecedentes. Y si bien en los documentos de la BND relacionados con Barbie hay indicios de que la investigación se inició, lo cierto es que nunca se completó.
En todo caso, lo que queda son las notas que tomó Solinger a propósito del pasado de Barbie, la primera vez que se reunieron. De acuerdo con esta información, era evidente que el nuevo agente había trabajado durante la guerra para el Estado Mayor de Seguridad del Reich, la organización de las SS que organizó el Holocausto. También era sabido que estaba siendo buscado por los franceses bajo la sospecha de haber cometido crímenes de guerra. Es difícil creer que Barbie no aprovechara esa oportunidad para revelar su verdadera identidad o que la jefatura de la BND no emprendiera la investigación que el caso requería.
Los pocos funcionarios de Inteligencia que no estaban informados empezaron a sospechar cuando el agente V-43118 se negó a viajar a Alemania para recibir entrenamiento. «¿Podría ser que hubiera alguna prueba contra él? ¿SS?» , decía un manuscrito de un funcionario, el 13 de setiembre de 1966. Unas semanas después, todos los que estaban involucrados se enteraron de que la oficina del ministerio público de Wiesbaden había pedido la captura de Barbie sobre la base de una investigación preliminar emprendida por la Oficina Central de Investigación de los crímenes nazis, que funcionaba en Ludwigsburg.
También quedó en evidencia que, mientras Barbie tenía un encuentro con Günther Motz, el embajador alemán en La Paz, «el carnicero de Lyon» había acusado al diplomático de «privilegiar los intereses de los judíos alemanes por encima de los intereses de los otros miembros de la colonia alemana en Bolivia» .
A través de un intermediario, se puso en contacto con un funcionario de la propaganda del Partido Comunista de Alemania Oriental que trabajaba en Berlín Oriental, a quien le pidió que buscara en los archivos de ese sector alemán información que permitiera incriminar a Motz por su actuación en la época del nazismo. Esa iniciativa, según los documentos de la BND, «no trasuntaba una actitud precisamente apropiada».
En el otoño de 1966, la agencia decidió prescindir de los servicios de Barbie «para evitar posteriores complicaciones y dificultades». Aparentemente, no fue más que una expresión de deseos.
* Traducción: Fernando Mateo. Copyright Der Spiegel y Debate