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Berlusconi, el magnate que se aferra al sillón

Fuentes: El Mundo

Es el más rico y poderoso de los italianos y no quiere dejar de ser ni lo uno ni lo otro. Con su septuagésimo cumpleaños a la vuelta de la esquina -y con menos arrugas y más pelo que a los 60-, Silvio Berlusconi parece convencido de que algunos de sus mejores días están aún […]

Es el más rico y poderoso de los italianos y no quiere dejar de ser ni lo uno ni lo otro. Con su septuagésimo cumpleaños a la vuelta de la esquina -y con menos arrugas y más pelo que a los 60-, Silvio Berlusconi parece convencido de que algunos de sus mejores días están aún por llegar y se presenta de nuevo a las elecciones tras haber liderado el Ejecutivo más duradero del país desde la Segunda Guerra Mundial.

Capaz de compararse en menos de una semana con Napoleón, Churchill y hasta con Jesucristo, «la víctima inocente que se sacrifica por todos», el candidato de la coalición centroderechista La Casa de las Libertades llega a las urnas con plena confianza en su principal arma: la arrolladora personalidad de hombre hecho a sí mismo que le ha acompañado a lo largo de su exitosa carrera.

Porque Berlusconi no es un líder cualquiera. ¿Cuántos jefes de Gobierno se han ganado la vida en su juventud como animadores musicales en cruceros o han grabado ya dos discos? ¿Cuántos han llegado a hacerse con el control de la mayoría del ‘pastel’ televisivo privado en sus respectivos países? ¿Puede alguno de sus colegas europeos presumir al mismo tiempo de llevar dos décadas presidiendo uno de los mayores clubes de fútbol del planeta?

‘Il Cavaliere’ se ha forjado, en definitiva, la imagen de un ‘showman’ conocedor de las ventajas del marketing para explotar sin complejos su propia imagen. Quizá por esa capacidad de llegar al público, por ese innegable ‘factor sorpresa’, son pocos quienes se atreven a dejarse llevar por el viento de los sondeos y descartar tajantemente la pretendida reelección. Y ello pese a la maraña de problemas judiciales en que se encuentra inmerso el propietario de la 37ª mayor riqueza del mundo -según ‘Forbes’-, a quien implican ahora en un presunto delito de corrupción de testigos, uno más de los innumerables casos en que se ha visto involucrado desde 1979, cuando fue condenado por primera vez.

También es notorio el estancamiento por el que atraviesa la economía italiana, con sólo un 0,7% de crecimiento anual desde su llegada al Palacio Chigi en 2001. «Italia sigue a Argentina en el camino a la ruina», aseguraba el ‘Financial Times’ en un duro editorial. «Las finanzas públicas están verdaderamente en desorden: con una deuda pública que excede el 105% del PBI, Italia es el país más endeudado entre los grandes de Europa y con un déficit superior al 4%. Está claramente violando los criterios del Tratado de Maastricht».

Los detractores de Berlusconi le acusan de legislar con la mente más puesta en sus negocios que en los intereses del país, pero el primer ministro rechaza cualquier atisbo de sospecha. Para el ‘cavaliere’, las críticas no son más que una conspiración de los partidos y jueces «rojos» encaminada a descabalgarlo del poder a cualquier precio. Y no parece dispuesto a permitir que esto suceda, o al menos no sin presentar batalla hasta el último segundo.