Miles de personas se siguen agolpando a las puertas del mundo «libre»: pugnan por ser parte del «estado de bienestar» del que Europa se jactó durante décadas y hoy como una vieja dama sin belleza y sin fortuna, vive de apariencias y viejas glorias. Sirios, afganos, iraquíes, eritreos, etíopes, somalíes claman por un papel, un […]
Miles de personas se siguen agolpando a las puertas del mundo «libre»: pugnan por ser parte del «estado de bienestar» del que Europa se jactó durante décadas y hoy como una vieja dama sin belleza y sin fortuna, vive de apariencias y viejas glorias.
Sirios, afganos, iraquíes, eritreos, etíopes, somalíes claman por un papel, un sello, una firma que le dé status de ser humano.
Desde hace semanas las paradisiacas islas griegas tienen un nuevo condimento los inmigrantes que llegan desde Turquía después de haber atravesado miles de kilómetros encendidos por un tipo de guerra desconocida en tiempos modernos, donde la irracionalidad ha llegado a extremos de la práctica del canibalismo o la destrucción de yacimientos arqueológicos anteriores a las religiones del Libro.
Miles de inmigrantes se agolpan en fronteras tan desconocidas como insignificantes hasta hoy, como la de Grecia con Macedonia. Pequeños pueblos como Idomeni, la última escala en Grecia antes de pasar a Gevgelija, un pueblo macedonio de apenas 15000 habitantes, se han convertido en foco de la atención mundial.
Allí es donde comienza el verdadero periplo europeo de miles de ciudadanos sin patria, que, tal como sucedió en las islas griegas del archipiélago de Dodecaneso, el desorden, la precariedad y el abuso de las autoridades les están dando la bienvenida.
El mundo ha visto combatir aguerridamente al ejército y la policía macedonia, con mujeres y hombres que solo portaban alguna pobre pertenecía o un hijo todavía de meses. En los prados de Macedonia han debido huir de los gases lacrimógenos, las balas de goma y los garrotes policiales peligrosos, ancianas que intentaban cubrir de los golpes a sus nietos. Hombres con niños de brazos, mujeres acarreando sus últimas posesiones han sido brutalmente reprimidas y claro, con razón, Macedonia pugna, tal cual los inmigrantes, entrar a Europa, ser admitidos en el exclusivo club de la Comunidad Europea y para ello tiene que mostrar decisión y coraje para enfrentar los grandes momentos de la historia y entonces qué mejor que partirle la cabeza a un anciano que quizás ha dejado a toda su familia muerta en una calle de Alepo, Mosul o Jalalabad.
Las autoridades de Skopie, una vez demostrada su buena voluntad europeísta, han decidido ahora abrir sus fronteras para permitir que los desesperados del mundo alcancen los cochambrosos trenes que los lleven hasta Serbia.
Es bueno señalar acá que Macedonia tiene una muy antigua deuda con las comunidades de la minoría ashkali, musulmanes egipcios que se instalaron allí en tiempos del Imperio Otomano y el pueblo gitano al que nunca le han reconocido sus derechos, difícil es entonces que escuche los reclamos de los nuevos recién llegados.
En las localidades serbias de Presevo y Miratovac, se han preparado campos de acogida donde se esperan unos 10.000 emigrantes que llegaban en los trenes desde Macedonia luego que les abriera sus fronteras.
Las autoridades serbias han anunciado que durante las próximas semanas se esperan nuevas olas de inmigrantes, que seguirán también camino a Hungría, donde los espera no solo una alambrada de púas, sino también un gobierno de ultra derecha, dispuesto a tratar como solo ellos saben tratar a los migrantes.
Hungría viene viviendo también una grave crisis migratoria. Según sus autoridades, 57.000 indocumentados han entrado al país en lo que va del año, un número mucho más elevado de los 43.000 que lo hicieron en todo el año pasado e infinitamente mayor a los 2.000 de 2012.
Las metodologías de los emigrantes sigue siendo la misma, nadie quiere quedarse en países como Grecia, Macedonia, Serbia o Hungría, todos aspiran a continuar viaje rumbo a la verdadera Europa, la Europa blanca: Alemania, Reino Unido o Suecia, preferentemente.
A las puertas del túnel
Miles de inmigrantes políticos y económicos aspiran a poder cruzar el Eurotúnel que conecta la ciudad francesa de Calais con la británica Folkestone.
Paradójicamente, los inmigrantes ven luz al final de ese túnel, a pesar de que el Primer Ministro británico David Cameron los ha definido como «una plaga de gente».
Cameron se ha atrevido a definirlos como «swarm of people» nada menos que en una gira por Vietnam, la tierra de Ho Chi Minh, generando sin duda un doble insulto.
Hasta el propio líder del ultra derechista Partido de la Independencia del Reino Unido (Ukip), Nigel Farage, criticó las declaraciones de Cameron.
A las afueras de la ciudad de Calais, se repiten las mismas escenas de la isla griega de Kos, de la estación macedónica de Gevgelija. En las últimas semanas, aproximadamente 40.000 inmigrantes se han amontonado en las inmediaciones del túnel, donde se ha abierto un campamento que alberga subsaharianos, afganos, pakistaníes, sirios, yemeníes, eritreos y etíopes.
Desde hace años, miles de migrantes se hacinaban en las proximidades de la ciudad portuaria de Calais, pero las últimas oleadas han terminado por desbordar todas las previsiones.
Ya en marzo, se abrió un espacio llamado por sus habitantes «La Jungla», para albergar a quienes ya han desbordado las instalaciones locales de acogida. En ese mismo mes, un informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) denunciaba las condiciones de vida de estos albergues a las que calificaba de «desconocidas en Europa»: solo cuentan con 30 surtidores de agua potable para cerca de 3.000 personas, 60 duchas, 20 sanitarios, escasa alimentación y prácticamente nula asistencia médica.
La pésima condiciones, sin dudas, son una estrategia del Eliseo para lograr que los migrantes sigan su camino a como dé lugar, hace que unos 3.000 de ellos intenten cada día cruzar clandestinamente el Canal de la Mancha. Según el Ministerio de Interior británico, un inmigrante es sorprendido cada tres minutos intentando cruzar el túnel. Polizones en trenes y camiones, o disimulados en las sombras, cualquier intento es válido. Claro, nunca se sabrá cuántos finalmente lo han logrado.
En lo que va del año, la empresa que administra el Eurotúnel asegura que han interceptado más de 37.000, solo 11.500 desde julio, también ha reportado una pérdida superior a los 9 millones de euros que ahora están exigiendo tanto a Londres como a París. Los inmigrantes suelen pagar de 2.000 a 6.000 euros a las mafias que controlan el paso desde Calais, con contactos del otro lado del Canal de la Mancha.
Europa, la infame
La crisis inmigratoria en Europa, tiende a convertirse en la situación más crítica que ha vivido el continente desde la II Guerra Mundial, incluyendo la Guerra de los Balcanes. Con dirigentes que no dan la talla, sin coraje, sin más ideología que las del mercado, se abroquelan detrás de sus fronteras, y observan con atención a su electorado y solo escuchan a sus asesores. Son los mismos dirigentes, Merkel, Cameron y Hollande sucesores de Blair, Sarkozy y Merkel (la misma claro), que han optado por convertirse en meros gerenciadores de las decisiones de la Troika, esa especie de Gestapo económica conformada por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que se han hecho cargo ya no solo de los destinos de la economía sino también de la política del continente.
Los dirigentes y partidos políticos han seguido con sumisión exasperante todas las decisiones impuestas por la Troika con el beneplácito de Washington, a quién han seguido en todas sus campañas bélicas: Afganistán, Irak, Libia, Siria.
Acciones que han provocado la expansión de la más atrabiliaria forma del islamismo como el del Al-Qaeda y el Estado Islámico.
Todos los países que padecen el salafismo son casualmente musulmanes, casualmente ricos en hidrocarburos y donde la injerencia de Occidente ha dejado cicatrices indelebles para el resto de los tiempos.
Saqueados y asesinados, (¿alguna vez se sabrá que han hecho ellos con los miles de millones de dólares que Libia tenía depositados en bancos norteamericanos e ingleses?) los pueblos árabes y africanos no han encontrado otra forma de supervivencia que escapar de sus países. Las políticas de la OTAN han provocado que más allá de países directamente invadidos, otros, donde las bandas salafistas se han introducido como Yemen, Túnez, Egipto, Argelia, Nigeria y la ancha faja del Sahel desde Somalia a Ghana, una docena de países que se debaten entre la violencia religiosa, la corrupción alentadas por las viejas metrópolis, Londres y París, y la falta de oportunidades para sus habitantes. Hoy en el Sahel hay 15 millones de personas que carecen literalmente de todo, y solo se pueden alimentar de los aportes diarios de las ONGs.
Pero no solo llegan inmigrantes de África o Medio Oriente, muchos europeos, abandonan sus países intentando llegar también a la Europa blanca, a la Europa Aria. Según los últimos datos de la FRONTEX (Agencia Europea para la gestión de la cooperación operativa en las fronteras exteriores) unos 30.000 kosovares, 900.000 ucranianos, junto a miles de serbios y macedonios buscan refugio en los países centrales del continente.
La misma Europa comunitaria, que no dudó en darle todo su apoyo al golpe fascista, que alentó, en Ucrania, tampoco dudó en adoptar las sanciones económicas que Estados Unidos ordenó aplicar a Rusia, lo que terminó perjudicándolos a sus propios productores. Miles de pequeños agricultores franceses, italianos, holandeses o españoles se han quedado sin mercados cuándo Moscú replicó el gesto y cerró para ellos su fabuloso mercado.
Europa ha decidido acompañar a la Troika en su embestida contra Grecia, sin impórtales un momento la decisión y la voluntad del pueblo griego. Apretaron hasta el punto de poner en fuga al gobierno de Alexis Tsipras y detonar la coalición de izquierda Syriza, como un mensaje bien claro a países como Irlanda, Portugal, España y hasta la propia Italia, que soñaron por un momento con un Tsipras propio, aplicándoles la ley de la ormetá, la Troika calladamente les mostró su destino.
El poder económico instauró en Grecia como un führer de cabotaje, Ángela Merkel, virreina de Atenas, que tendrá a cargo controlar la liquidación de los pocos activos de la nación Helena. Es justamente un holding alemán con sede en Luxemburgo, quien ya realiza las ventas de los puertos, los aeropuertos, hoteles estatales, distribuidoras de gas y alguna otra empresa. Las primeras adjudicaciones las han obtenido casualmente empresas alemanes.
Como un monstruoso déjà vu, destartalados trenes vuelven a correr por Europa cargados con miles de desesperados, de desangelados, que como los que iban a los campos de exterminios nazis, tampoco saben hacia donde van. Para todos los migrantes alejarse de la guerra, del Daesh, del hambre, representa un buen negocio aunque la cuestión sea no saber realmente qué sucederá con ellos cuándo lleguen a donde sea que lleguen.
Europa es un continente atravesado por una crisis económica monumental que está provocando como primera reacción el resurgimiento de la ultra derecha en todas las naciones. Los neonazis hoy no solo tienen presencia en las calles sino también en los parlamentos de casi todos sus países, el huevo de la serpiente parece cada día estar más próximo a abrirse, por eso decíamos en la nota anterior que Europa juega a la ruleta rusa con todas las balas en el tambor y en estos días solo parece haber tensado un poco más su dedo índice.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.