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Blair en la encrucijada

Fuentes: Prensa Latina

Luego de la derrota sufrida por los republicanos estadounidenses en las elecciones con la pérdida de la mayoría en la Cámara de Representante y el Senado, el primer ministro británico, Tony Blair, también está en la encrucijada. Según las encuestas de opinión entre los factores que incidieron a favor de los demócratas, además de los […]

Luego de la derrota sufrida por los republicanos estadounidenses en las elecciones con la pérdida de la mayoría en la Cámara de Representante y el Senado, el primer ministro británico, Tony Blair, también está en la encrucijada.

Según las encuestas de opinión entre los factores que incidieron a favor de los demócratas, además de los asuntos domésticos, figuró la guerra en Iraq, donde hasta ahora han muerto dos mil 838 soldados norteamericanos y 121 británicos.

Para muchos de los electores estadounidenses encuestados el pasado lunes a pie de urna, votaban contra los republicanos para que sus familiares y soldados regresaran con vida del país árabe.

Con ello, se puso de nuevo sobre el tapete la invasión anglo-estadounidense a territorio iraquí en marzo de 2003, con falsos argumentos.

Ahora ronda la posibilidad de que en el Congreso estadounidense abra una investigación sobre la justificación usada para la intervención, algo que también se planea en el parlamento británico.

Recientemente, los laboristas obstaculizaron las intenciones de partidos de Escocia y Gales de llevar el tema a debate parlamentario.

Pero dicha pretensión se mantiene latente al existir corrientes rebeldes dentro de las filas de la agrupación gubernamental que reclaman nuevas aclaraciones.

Blair, al igual que el presidente estadounidense, George W. Bush, su aliado, afronta los momentos más difíciles de su carrera política por los cuestionamientos sobre la presencia en Iraq, pero también por escándalos de corrupción y política doméstica.

La situación sobre las tropas en el estado del Golfo Pérsico aumentó la preocupación en las esferas políticas, de las Fuerzas Armadas y en la población tras abogar a favor de la retirada el jefe del Ejército, el general Richard Dannatt.

A finales de octubre último, Dannatt también advirtió que la presencia militar británica en territorio iraquí exacerba la seguridad del Reino Unido en el mundo.

Esas declaraciones luego más o menos matizadas, recibieron el espaldarazo de la oficialidad y muchos manifestaron su satisfacción porque al fin alguien salía en defensa del ejército.

Con el tema en el candelero, Scotland Yard investiga el escándalo desatado por la denuncia de que el gobierno cambió títulos de Lord por aportes millonarios de empresarios al Partido Laborista.

La víspera, la prensa londinense reveló que los agentes contactaron con el ministro de Economía, Gordon Brown, quien se perfila como relevo del jefe de gobierno, algo que hizo con otros titulares del gabinete anterior.

Con anterioridad, otros escándalos salpicaron a los miembros del gabinete y algunos se vieron obligados a renunciar, aunque de ello se abstuvo la titular de Cultura, Tessa Jowell, cuyo esposo, el abogado David Mills, afronta un proceso por corrupción en Italia.

A ese panorama se suman las presiones de sus correligionarios para que acabe de pasar el mandato al llevar a los laboristas a los niveles más bajos de popularidad en los últimos 20 años y ante el temor de sufrir un descalabro en los próximos comicios.

Las afinidades y alianza incondicional con Bush, así como la implicación de Gran Bretaña en la invasión y ocupación de Iraq, contra la voluntad popular y sin el aval de la ONU, minaron la imagen de un sonriente y triunfante Blair en 1997, ahora en la encrucijada.