Treinta y dos diputados procedentes del PRD formaron el bloque del Partido Revolucionario Mayoritario en ese hemiciclo. Anunciaron que una de las prioridades del Bloque del PRM están luchar por las Leyes de Partidos Políticos y la del Régimen Electoral, a los fines de que en las próximas elecciones se respeten las mínimas garantías de […]
Treinta y dos diputados procedentes del PRD formaron el bloque del Partido Revolucionario Mayoritario en ese hemiciclo. Anunciaron que una de las prioridades del Bloque del PRM están luchar por las Leyes de Partidos Políticos y la del Régimen Electoral, a los fines de que en las próximas elecciones se respeten las mínimas garantías de transparencia y equidad. Nelson Arroyo, electo vocero de dicho bloque prometió que el bloque del PRM va a desarrollar una labor en defensa del pueblo, de apoyo a los reclamos de la población como le corresponde a cada uno de sus representantes.
La conformación de este bloque es importante dado que el llamado PRM, es el sector político de mayor influencia en las masas de los partidos que no están en el gobierno, aunque como partido representa una alianza interna que se ha conformado no por unidad política ideológica de sus integrantes, sino, que se han integrado como partido porque han sido desalojados del PRD por Miguel Vargas.
De manera que, para tener una idea clara de la orientación política y la consistencia de dicho bloque se debe partir de sus raíces y de las prácticas políticas que han desarrollado por años. En primer lugar, ideológicamente el PRM representa el conservadurismo burgués y pequeño burgués, con los gradientes de matices que se producen entre estos dos sectores de clase. En segundo lugar, este sector se caracteriza por el abandono de cualquier vínculo con el populismo y desarrollismo democrático de antes, denominado como nacionalismo revolucionario por Peña Gómez. Alguna identificación con reivindicaciones populares y con la trayectoria de lucha por la democratización en los 12 años de la dictadura balaguerista ha sido desechada.
Pero además, en términos fácticos, este bloque lo integran diputados que se han distinguido por aprobar las leyes que forman parte de la reforma neoliberal que fue puesta en movimiento desde los años 90 del siglo pasado. Incluso, se destacaron en la defensa de los artículos más retrogrados de la reforma constitucional del 2010.
Con estos antecedentes, se puede colegir, que este bloque, no se diferencia en la práctica, por su orientación política e ideológica del grueso de los legisladores de los distintos partidos que forman parte de la partidocracia corrupta que parasita en el Congreso.
¿Qué pueden esperar las bases perredeístas (del PRM) de este bloque?
Las bases del PRM no deben esperar de este bloque lo que no puede dar por su naturaleza de clase y por su trayectoria, que no se diferencia de las prácticas clientelares de los demás legisladores. Es por ello que más que esperar, si se quiere una oposición real y firme, las bases del PRM, y sus aliados de la Convergencia por un Mejor País deben demandar:
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Que estos legisladores renuncien al barrilito y cualquier pago o emolumento por fuera de su sueldo.
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Que estos diputados renuncien y entreguen al erario las exoneraciones y otros privilegios que le han sido otorgado en estos cuatro años.
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Que los diputados acompañen los distintos sectores sociales en lucha como los que demandas Loma Miranda Parque Nacional.
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Que se comprometan y se movilicen contra la modificación patronal del Código de Trabajo.
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Que se tomen iniciativas para la modificación del bloque de leyes neoliberales que fueron votadas desde el 1995, incluyendo la Constitución de la República Dominicana.
Si ese bloque está dispuesto a romper con lo que ha sido una práctica común en el Congreso, de la cual no han sido ajenos, independientemente de las diferencias políticas e ideológicas que nos separan, marcharíamos juntos en el propósito de crear una alternativa que procure el cambio político para el cambio de rumbo del país.
Y es que como dice Guillermo Moreno, «La clave para salir del partido gobernante está en construir una nueva relación política con la sociedad, especialmente con los sectores medios y los sectores populares del país, que les pueda dar a estos claras señales de que no se trata de más de lo mismo, ni de un nuevo engaño. Por eso, en nuestra práctica política, más que en los discursos, tiene que producirse una ruptura con la corrupción, el clientelismo, la impunidad, la demagogia y las mentiras, y por esa vía diferenciarnos del partido gobernante y prácticas tradicionales. Para desarrollar esa nueva relación necesitamos, entre muchos otros factores coadyuvantes, de un liderazgo con autoridad moral, responsable, honesto, capaz y verdaderamente democrático, no por lo que diga o escriba, sino además por lo que haga en su conducta política cotidiana. Un liderazgo así es el que puede derrotar al partido gobernante y solo en cuanto sea capaz de darle un giro a la coyuntura, despertar de la inercia a las grandes mayorías nacionales y poner la nación en movimiento, como el sujeto político protagónico del proceso de cambio político y de cambio de rumbo. Un liderazgo así no se decreta, sino que se construye.
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