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Bonito golpe

Fuentes: sinpermiso.info

Una vez aceptado por parte de la magistratura que no existe delito, no se entiende muy bien por qué arrecia con furia la campaña de páginas y páginas de los DS [los ‘demócratas de izquierda’, exPCI] sobre la temperatura moral y política. O tal vez se entiende demasiado bien: la derecha está tentada por la […]

Una vez aceptado por parte de la magistratura que no existe delito, no se entiende muy bien por qué arrecia con furia la campaña de páginas y páginas de los DS [los ‘demócratas de izquierda’, exPCI] sobre la temperatura moral y política. O tal vez se entiende demasiado bien: la derecha está tentada por la consigna ‘Todos estamos igualmente enlodados’; y la coalición de centro-izquierda trata a su vez de reducir el peso interno en ella de los DS. A costa de perder confianza y votos. Me permito no estar de acuerdo con casi nada. A partir de las interceptaciones, respecto de las cuales ni Parlato, ni Pirani, ni Rodotà han logrado persuadirme. Y no sólo porque nadie, tampoco los políticos, ha de ser espiado sin saberlo las 24 horas del día y luego expuesto a la prensa, sino porque no es muy decente una justicia que se pone el auricular en el oído para captar indicios que no tiene. Si los tiene, que se sirva de ellos, y si acaso, el teléfono, con los correspondientes informes de garantías. Llamadla omertà, que yo la llamo libertad mínima.

No entiendo además el error moral y político. Un dirigente de la izquierda, ¿no puede llamar a nadie, sin informarse previamente de si está bajo investigación? ¿No puede interesarse por ninguna operación que esté en curso en el ámbito económico? Se ha llegado a decir en los primeros días que la política debe estar al margen de la economía. ¿De veras? Y la Comisión Europea, ¿de qué se ocupa? ¿De historia y filosofía? Ha decidido, y encima sin consultar a la población a la que se alteraba el cuadro de relaciones, demoler el modelo social europeo e imponer, como exclusivos parámetros de la comunidad, la competitividad y la concurrencia, porque la desigualdad es el motor del crecimiento. Así se decidieron las reglas de Mastricht y el Pacto de estabilidad (¿y quién se asombra luego de que la gente venga con un sonoro No a los tratados?). Gobierno y parlamento regalan dineros a las empresas y resuelven fragilizar el trabajo, gastar menos en escuelas, asistencia y sanidad, exigiendo e imponiendo los fondos de pensiones como caja para las empresas. La política es inseparable de la economía.

Pero -se dice- esto es economía, y aquello, negocios. ¿Cuáles? Si se trata de malversaciones, se recurre al código penal. Si no, no se diga que no es lícito para un político o para un grupo político hacer negocios. Yo preferiría que no los hicieran, pero si al día de hoy es así, y si resulta lícito para cualquiera mientras lo declare, excepción hecha de los casos de conflictos de intereses, ¿por qué no para la Liga de las cooperativas? Mas, objetan Scalfari y Ruffolo, la izquierda no es lo mismo. Si parece ocuparse de finanzas, su gente se alarma y entra en sospechas. Es verdad que no puede decirse que [el diario] la Reppublica les dé garantías. Más bien contribuye a aumentar los temores de que, con sólo interesarse por las finanzas, la izquierda perdería su fisonomía, su alma incluso.

Aquí te quiero ver: se ha exigido a la izquierda, bajo pena de anacronismo e irrealismo, la renuncia no ya a la idea de revolución, sino hasta a la de reforma (la palabra ha invertido más bien su significado); se le ha exigido congraciarse con un sistema de relaciones de mercado fundado en el beneficio, en la reducción salarial, en la transferencia incontrolada de capitales, en el regalo obsequioso a las empresas -a cuenta de los dineros públicos-, en una irrisoria tasación de los capital gains, en la privatización, en la especulación inmobiliaria (salvo que ande por medio gentuza como Ricucci). Y no parece haber sufrido mucho para adaptarse a las exigencias. Se trata en todos los casos de medidas que implican una transferencia o una redistribución de recursos ingentes, que ponen en riesgo a unos y penalizan a otros: ¿a quienes en buena lógica serían sus bases? Todo eso no parece constituir un problema, ni político, ni moral: ¿y sí lo es el hecho de que Fassino haya telefoneado a Consorte para averiguar lo que evidentemente no sabía?

No logro entender que quien ha hecho todo para que nos convirtiéramos en un «país normal», y sobre todo para que se hiciera «normal» el exPCI -cosa de la que D’Alema fue un convencido-, no pueda admitir que las Cooperativas, que nunca fueron del PCI, pero que le eran aledañas, se comporten como un sujeto político «normal», pudiendo llegar incluso al punto de hacerse con un banco. [Giulio] Amato ha observado que tienen que hacerlo con medios propios y no dejar que su propia tarea se cumpla con medios ajenos. Justo. Pero, si así fuese, ¿por qué no podría existir una banca de propiedad condivisa, como sus supermercados, cosa que nada tiene que ver con la alternativa al capitalismo? Parlato piensa que no deben existir unas finanzas «roja»; yo también. Pero él y yo somos dos viejos comunistas, mientras que ellos no lo son en absoluto. Se pretenden clintonianos, y el ahora escandalizado Ulivo sostiene ardientemente la propiedad, incluida la financiera. ¿Tiene entonces la ex izquierda que estar en el mismo universo, pero no competir? Si lo hace, ¿pierde el alma? Ya se le ha exigido una gran parte de ella. Y la ha dado. Ha entrado en el juego. Nada hasta ahora lo desmiente. ¿A qué apunta ahora, pues, ese pomposo batir de alas? ¿A no perturbar a algún maniobrador? ¿A favorecer a la Margherita dentro de la coalición? Y eso, ¿a riesgo de que Berlusconi vuelva a ganar? Bonito golpe.

* Rossana Rossanda, analista política y escritora, es cofundadora del veterano cotidiano comunista italiano Il Manifesto. Acaban de aparecer en Italia sus interesantes memorias: Una ragazza del seccolo scorso [Una muchacha del siglo pasado], Einaudi, Roma, 2005.

Traducción para www.sinpermiso.info: Leonor Març.