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Breve crónica sobre pintores del alma y terroristas pintores

Fuentes: Rebelión

No hace mucho asistí, a instancias de mi joven amiga la pintora Verónica Guerra Guerra al Memorial José Martí, situado en la base del Monumento al Apóstol en la Plaza de la Revolución, con vistas a conocer un proyecto de destacados artistas cubanos de la Plástica denominado Este hombre es mi amigo, y que es […]

No hace mucho asistí, a instancias de mi joven amiga la pintora Verónica Guerra Guerra al Memorial José Martí, situado en la base del Monumento al Apóstol en la Plaza de la Revolución, con vistas a conocer un proyecto de destacados artistas cubanos de la Plástica denominado Este hombre es mi amigo, y que es la ofrenda de este grupo de creadores a tan relevante ser humano, en ocasión de cumplirse los 120 años de la publicación de una de sus obras maravillosas, de esas que hacen trascender a la gente más allá de las limitadas y frágiles fronteras del tiempo y del espacio: La Edad de Oro.

Confieso no ser apegado al arte de la plástica y, aún más, ser un desconocedor de ese maravilloso mundo del lienzo y los colores, sin embargo, el neófito observador que había en mí no pudo dejar de sentirse embelesado ante la visión martiana que encontré allí. Frente a mis ojos, abriéndose paso hacia mi corazón, desfilaron los pasajes de la Edad de Oro, genialmente retratados por Martí, sin lienzo y pincel, pero sí con una pluma mágica, despertando mi mayor admiración y asombro.

Tenía ante mí a los maravillosos personajes frutos de la imaginación de Martí, revividos por los artistas, mostrándome su mundo fresco y lleno de enseñanzas. Desde Nené Traviesa, el señor don Pomposo, Meñique, los héroes de la Ilíada, las casas de los hombres contándome las historias de ellos, los zapaticos de Rosa, el padre Las Casas, la Muñeca Negra, hasta los Tres Héroes, entre otros, parecían hablarme, describiéndome sus más inimaginables interioridades y secretos. Pero no estaban ellos solos, también se percibía a su creador, a José Martí, omnipresente y vivo, tangible y cercano, revivido en toda la magnitud por encima de su eterno descanso en el cementerio de Santa Ifigenia, resurgido en el trazo firme, en el contraste y el color, en el respeto y el anhelo.

Supe entonces, a qué negarlo, que estos pintores habían logrado cumplir las paradigmáticas palabras de Guayasamín al referirse a su también maravillosa y sorprendente obra: «Mi pintura es para herir, para arañar y golpear en el corazón de la gente.»

Cuando se pinta con el alma

La Edad de Oro fue una de las obras donde mejor se puede conocer al alma y al pensamiento de José Martí. En ella conviven la ternura y el recuerdo, la admiración por los hombres y la más admirable sabiduría, el más sólido humanismo y la inocencia más hermosa. Fue tal vez, junto a su vida toda, una de las contribuciones más importantes para las generaciones venideras, valedera no solo por sus metáforas pedagógicas, sino también por su universalidad.

Tal como señala la presentación de este Proyecto: «Estos textos, reunidos desde hace 120 años en una edición única, constituyen patrimonio de cada niño y de cada hombre, referencia obligada al conocimiento, la inteligencia y la belleza, a lo que perdura como obra humana al margen de cualquier circunstancia histórica. Este libro está escrito desde la universalidad -como la obra toda de nuestro Apóstol-, y con una potente herramienta de resolución: el humanismo martiano.»

El Proyecto Este hombre es mi amigo, prueba, sin lugar a dudas, que el posible un resultado ético y estético capaz de sensibilizar y formar, así como recrear valores visuales con lo más trascendente de la historia de los hombres. A la par, cada artista plástico sacó de su alma su propia visión martiana y se impuso como misión compartirla con los demás, validarla ante el mundo que lo rodea y contribuir, a la vez, a embellecer dicho mundo.

Aplausos merecen estos maestros, algunos consagrados y otros abriéndose paso hacia la búsqueda del propio estilo, que es a su vez una forma de consagrarse, por el resultado obtenido. Con la curaduría y dirección general de Víctor Manuel Quijano y el apoyo incondicional del Memorial José Martí, el grupos de artistas plásticos integrado por Rafael Pérez Alonso, Fernando Pendás Fernández, Vicente Rodríguez Bonachea, Esteban Machado Diaz, Carlos Á. Quintana, Alicia Leal Veloz, Sinecio Cuétara Menecia, Alicia de la Campa Pak, William Hernández Silva, Rigoberto Mena Santana, Mario García Portela, Maykel Herrera Pacheco, Lancelot Alonso Rodríguez, Carlos Manuel Guzmán Hernández, Ernesto Estévez García, Niels Reyes Cadalso, Reynier Ferrer Pérez, Joel Jover Llenderroso, Michel Pérez Cepero, Alan Manuel González Iglesias, Zaida del Río Castro, Verónica Guerra Guerra, Agustín G. Bejarano Caballero, Arturo Montoto Echeverría, Roberto Diago Durruthy, Kamyl Bullaudy Rodríguez, Ernesto García Peña, Manuel Comas Labrada y Carlos Llanes Rodríguez, me revivieron a Martí en su enorme estatura.

No puedo dejar pasar por alto a otro pintor con el que me atan lazos entrañables y valederos, al hablar de aquellos que pintan y dibujan con el alma: Antonio Guerrero Rodríguez, uno de nuestros Cinco Héroes injustamente encarcelados por la dudosa y parcializada justicia norteamericana.

Varias cartas he recibido con sus dibujos y tengo el alto honor de que un retrato mío, dibujado por él, se encuentre en la exposición que se presentó en el Palacio Nacional de Computación y ahora se circula por todo el país para disfrute de nuestro pueblo.

Tony es el vivo ejemplo sobre cómo un hombre, dotado de altos valores éticos que lo hacen ser admirado por su pueblo y todos los hombres de bien en el mundo, puede acercarse a la belleza estética en el marco de las más penosas condiciones de vida. Desde su celda oscura, donde lo han colocado la injusticia y la intolerancia de los enemigos de su pueblo, crea y combate, dibuja y denuncia, desafía y se crece, a la par que fortalece la intimidad y fortaleza de sus convicciones en la oprobiosa prisión, es capaz de compartir con todos un arte sencillo y directo, un arte de su tiempo. El caso de Tony es, sin lugar a dudas, como expresa un refrán chino antiguo: La flor de loto asoma inmaculada del fango.

El antiguo dilema de la ética y la estética

Por, mi parte, no quiero sumergirme en una discusión teórica entre la ética y la estética, primero por no ser ducho en la materia y, segundo, por no disponer de suficiente tiempo para hacerlo. Sin embargo, considero que al artista como hombre, hay que verlo en su integralidad y solo de esta manera trasciende en el tiempo.

Es cierto, como señala Ignacio Sánchez Cámara en su página cultural en el periódico ABC del 5 de mayo de 2002 que: «Crear una obra de arte no garantiza el ser una buena persona ni la adhesión de su autor a los genuinos valores morales.» Pero el problema es aún más complicado que eso.

La parte esencial es que la concepción simplista del arte por el arte y el estrecho esteticismo despojan al hombre de la necesaria e importante imbricación con la vida que lo rodea, alejándolo de su papel como ser social, como elemento interactuante con su sociedad y su medio en general. Por tanto el creador, debe reflejar su tiempo, a la par que ser genuina expresión del mismo. No perder de vista que no solo el gusto artístico y los criterios estéticos cambian y se modifican con el tiempo, generación tras generación, sino también el propio hombre también cambia y se modifica en la medida que cambia y se transforma su contexto histórico. Por ello el artista no puede darle la espalda a su tiempo.

El artista genuino, expresión de su tiempo debe saber, primero que todo, que su obra es un arma ideológica para expresar la verdad y defenderla. Debe hacerlo, por supuesto, con la conjugación de lo ético y lo estético, que no es otra cosa que asumir el reto de lograr y contribuir a la imprescindible transformación socio-económica de nuestra sociedad sobre la base de una ética que garantice y preserve lo más valioso del hombre, que impulse su humanismo y solidaridad, la honestidad y la decencia, su apego a la bondad y al trabajo, a la par que desarrollar en las masas la apreciación estética cada vez más avanzada, que no es otra cosa que apreciar lo bello y creador en el hombre. El artista revolucionario defiende la masividad y la participación popular en la creación y disfrute del arte, dejando atrás al individualismo y al egoísmo.

Muchas veces, es cierto, el artista vive y se desarrolla dentro de serías limitaciones materiales, pero un principio básico donde se conjugan la ética y la estética es hacer obras bellas con los pocos recursos, lo que hace aún mayor el reto a la creación. Podremos tener un arte pobre, pero jamás un arte que no sea expresión de lo útil y de lo bello.

Por ello, el artista debe pensar siempre que, mediante su creación, no solo satisface a su individualidad creadora, sino también garantiza los derechos humanos de los demás de disfrutar del arte como expresión de su tiempo. Por ello su arte debe ser crítico, incisivo, conducir a la reflexión y, sobre todo, ser instrumento de denuncia contra las tropelías que se hacen contra el otro hombre.

Hoy algunos auto titulados artistas de la plástica como Luis Posada Carriles, Orlando Bosch y Ninoska Pérez Castellón, que tratan de usar el arte para esconder no solo sus ansias mercantilistas sino también su desapego a los valores éticos más sobresalientes y admirados por el hombre. Su arte pacotillero, impulsado por quienes quieren despojarlos de su esencia criminal mediante el más sucio contubernio ideológico, es una burla a la creación y a la sensibilidad de los hombres de nuestro tiempo.

Terroristas pintores o pintores del terrorismo

La burda parodia de presentar a terroristas y connotados criminales como artistas plásticos ha tenido otra impúdica manifestación en días recientes.

Según un despacho publicado en un libelo de la mafia anticubana de Miami, el Diario Las Américas, el siniestro Consejo por la Libertad de Cuba (CLC) realizará un homenaje en el día de hoy a Yoani Sánchez, una supuesta periodista en busca de fama y reconocimiento a base de detractar la realidad cubana. Sobredimensionado su papel como apócrifa opositora por los intereses anticubanos de la mafia terrorista miamense y por parte de la Casa Blanca, intentan erigirla como pilar de la batalla por una dudosa libertad de expresión en Cuba.

La concesión de la Medalla «Héroes por la Libertad» a Yoani Sánchez, se realizará en el Double Tree Hotel, situado en el 711 NW 72nd Avenue, en Miami, y servirá como marco para una subasta de pintores cubanos en la que se pretende lanzar como artista de la plástica nada menos que a la connotada terrorista Ninoska Pérez Castellón.

Más apegada al dinero que al arte, la terrorista en la vida y la plástica pretende subastar sus obras en una puja inicial de 200 dólares cada una, esperándose que se vendan definitivamente a un precio superior a los 1 000 dólares. Por su parte, la Nino aprovechó la oportunidad del anuncio de la subasta para arremeter, como siempre lo hace, contra la Revolución Cubana.

La supuesta bloguera Yoani Sánchez, papagaya del imperio, ducha en aparecer para sumarse un punto en su desmedido protagonismo, calificó de un honor para ella, la concesión de este premio otorgado por una organización internacionalmente reconocida como ejecutora del más brutal terrorismo contra Cuba. No vaciló, a cambio de un poco de gloria, en alinearse con aquellos que como Roberto Martín Pérez, Luis Zúñiga, Ninoska Pérez Castellón, Horacio Salvador García Cordero y otros de su misma calaña, han realizado planes criminales que han costado la vida a muchos cubanos.

La artificialmente encumbrada disidente compartirá la satisfacción de ser merecedora de un dudoso premio, otorgado anteriormente a contrarrevolucionarios y terroristas de la catadura de Vaclav Havel, ex presidente de la República Checa; Jorge Batlle Ibáñez, ex presidente de Uruguay; Mel Martínez, ex senador de Estados Unidos; Roger Noriega, ex subsecretario de Estado de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental y Carlos Gutiérrez, ex secretario de Comercio de Estados Unidos.

Otro redomado terrorista que ha recurrido al papel de artista plástico, subastando obras de dudosa autoría, ha sido Luis Posada Carriles.

La primera de estas subastas, convertidos en shows contrarrevolucionarios, fue mientras el terrorista se encontraba detenido en la Prisión El Renacer, en Panamá, como resultado de su detención mientras fraguaba asesinar al entonces mandatario cubano Fidel Castro y a más de un millar de estudiantes panameños en el Paraninfo de la Universidad de Panamá. Según los organizadores de la subasta de las obras apócrifas de Luis Posada Carriles, éstas se vendieron a precios que oscilaron los 300 dólares y el dinero obtenido serviría para sufragar los gastos de su defensa. La verdad saldría a la luz mucho después: Ni vendiendo miles de estas pseudo pinturas se podrían haber recaudado los 4 millones de dólares que cobró la corrupta Mireya Moscoso, ex presidenta de Panamá, para liberar impunemente al Posada y sus socios aquel nefasto 26 de marzo de 2004.

El show se repetiría un tiempo después cuando a principios de marzo de 2006 se subastaron nuevamente supuestas obras pictóricas de este afamado terrorista y dudoso pintor. Circo contrarrevolucionario promovido por varias de las organizaciones extremistas que pululan en Miami a su libre albedrío, fue el espectáculo para lanzar 50 nuevas obras de este prolífero artista de la plástica, quien no tiene pudor en esgrimir el pincel con sus manos ensangrentadas. Cómplices de él y de sus actos, los contrarrevolucionarios de Miami han acudido a sus subastas para enriquecer sus prolijos bolsillos y a apoyarlo en su impunidad.

La expo venta de las obras de Posada Carriles se realizaron por esos días de marzo del 2006 en la Casa del Presidio Político, ubicada en el 1140 SW 13 Ave., en La Pequeña Habana, Miami, con el manido pretexto de cubrir los gastos del proceso legal que enfrentaba en El Paso, Texas. Otra vez el precio de los cuadros oscilaba entre 200 y 350 dólares.

Los que subastaban sus obras pictóricas no eran otros que sus socios de correrías terroristas como Pedro Crispín Remón, Reinaldo (El Chino) Aquit y Dionisio Suárez Esquivel. No faltó, por supuesto, el apoyo de Radio Mambí (WAQI-710 AM).

La tercera exposición de las supuestas obras del criminal tuvo lugar el 23 de enero de 2008, en el Walker Community Center, de 29th Street, en Hialeah, una de las diez ciudades del condado de Miami-Dade.

En marzo de 2009, la organización terrorista Alpha 66 quiso dar un espaldarazo al criminal cuando promovió otra subasta de sus obras en el marco de la realización del VIII Congreso Nacional de la misma, bajo el lema «Libertad, derecho de todos», nada menos que el nido de contrarrevolucionarios conocido como Big Five Club de Miami.

Allí, junto a otro terrorista, el actual jefe de Alpha 66, Ernesto Díaz Rodríguez, remedo de poeta, pero asesino sin parangón, Posada se codeó, eufórico, con la crema y nata del terrorismo.

La quinta subasta de los obras tuvo lugar el 6 Octubre 2009 cuando el criminal Luis Posada Carriles realizó otra de sus expo – ventas con fines de sufragar las penurias de su vida en la ciudad floridana, luego que pagara una fianza que lo dejó impunemente sin castigo. Este nuevo circo se montó en la galería Cuba Ocho Art and Research Center, ubicada en la 1465 SW de la Calle 8, de Miami.

Otro terrorista, al que han querido escamotear su esencia criminal ante las gentes, ofreciéndolos ante los ojos de éstas como ingenuos y sensibles pintores, fue Orlando Bosch Ávila. Llama la atención que esta labor de limpieza de imagen se ha convertido en un manido recurso, cuando estos terroristas enfrentan procesos legales en EE UU, mediante una fuerte campaña de burdo marketing para sensibilizar a la opinión pública con los mismos.

El 9 de febrero de 1990, cuando el criminal de Barbados, Orlando Bosch, actor intelectual junto a Posada Carriles de la voladura en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación, se encontraba enfrentando un proceso de deportación en el Metro Correccional Center de Miami, sus socios de la mafia anticubana corrieron a fabricarlo como artista de la plástica, dotado de gran sensibilidad, en una campaña de comercialización y de presentación de imagen.

Colocado entre la espada y la pared, el gobierno norteamericano no había decidido aún su deportación, posiblemente hacia Venezuela, cuando Bosch comenzó a pintar. Mientras tanto, éste se burlaba de sus amos, de los propios EE UU, en una carta enviada a su cófrade Armando Pérez Roura, director de Radio Mambí, el 9 de junio de 1988, llegando incluso a expresarse en los siguientes términos: «No liberen a ese peligroso terrorista, pues con sus estrategias, carisma y poder sobre las masas es un tremendo riesgo para la seguridad nacional, ya que nos puede arrastrar a una guerra contra los rusos…»

Bosch tenía claro que toda la mafia se estaba movilizando para liberarlo, tal como ocurrió en 22 de diciembre de 1988, cuando la loba feroz, Ileana Ros Lehtinen, y un grupo de sus socios terroristas le cayeron en pandilla al entonces presidente norteamericano George Bush, padre, para sensibilizarlo con su caso.

Lo mismo harían muchos años después para presionar al otro Bush, el hijo, para lograr que Posada Carriles no fuera extraditado a Cuba o a Venezuela. Esta vez, junto a los reclamos de los legisladores anticubanos, Ileana Ros Lehtinen y los hermanos Díaz Balart, se encontraba el terrorista Alberto Hernández, involucrado en varios planes de asesinato contra Fidel Castro.

La labor de marketing para edulcorar la imagen de Bosch, luego de presentarlo como inocente artista de la plástica, tuvo su éxito el 18 de julio de 1990, cuando Bosch fue excarcelado bajo ciertas condiciones de las que su burló con descaro. Poco tiempo después, el 12 de octubre de 1991, Bosch lanzó un histérico llamamiento a la mafia de Miami, en que expresó: «Ya es hora de que el exilio envié la mezcla que necesitan los albañiles cubanos para la insurrección».

Meses después, el 2 de marzo de 1992, Bosch realizó otra exposición de sus obras pictóricas, argumentando que el dinero de la subasta se emplearía para liberar a Cuba y en la que recaudó 18 mil dólares. De esta forma, el criminal Orlando Bosch se dedicó a pintar paisajes de Cuba y exponiéndolos donde pudiera encontrar incautos para financiar su supuesta cruzada contra la Revolución. El 12 de junio de 1993, varias de sus obras paisajísticas fueron subastadas en un restaurante de la famosa calle 8 de Miami.

El 22 de enero de 1994, Orlando Bosch volvió a montar otro círculo en una pequeña tienda situada en el 4600 West 18 Court, en Miami, lanzando la falacia de que la recaudación serviría para financiar expediciones contra Cuba.

Cuando, entonces, uno analiza y compara a los artistas plásticos, sabe bien que la validez de ellos no reside solo en su obra, ni tampoco exclusivamente de su mensaje, si éste no es capaz de salir de una fuente clara y digna de reconocer. Otro viejo refrán chino explica esta verdad: Oro y jade por fuera y algodón podrido por dentro. De nada sirve. Pues la calidad estética de una obra si su mensaje está distorsionado por la baja catadura ética de su autor.

Hay quienes pintan con el alma y se la ofrecen al resto de los hombres en un discurso lleno de amor y fraternidad, esos son los verdaderos pintores. Pero aquellos que pintan, o se autoproclaman pintores de obras de dudosa autoría, y convierten su arte en una simple mercancía, esos son, en realidad, tan deleznables como su propia vida. Por ello, los pintores de la mafia que, en entretiempos entre crímenes, tratan de acudir a la plástica para lucrar con ella, tienden puentes imposibles de vencer entre una ética despreciable y una estética que deja mucho que desear.

Finalmente, las gentes de Ninoska Pérez Castellón, Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, nunca dejarán de ser lo que son: simples terroristas, aunque se les quiera vender como inocentes y «genuinos» artistas de la plástica. Mucho podrá hacerse, es cierto, pero nunca engañar a la gente, pues: Es fácil cambiar el curso de los ríos y las montañas, pero difícil cambiar la naturaleza de un hombre.