Watergate fue un escándalo de corrupción que obligó a que el presidente que fue aplaudido por restablecer las relaciones diplomáticas con la China de Mao Tse Tung: Richard Nixon, renuncie a la presidencia de la República yanqui.
En nuestro país, hay los que señalan que los presuntos casos de corrupción que implican al exsecretario de Palacio, Bruno Pacheco, podría terminar con el gobierno de Castillo.
Y no es para menos. Pacheco estaría involucrado en dos casos de corrupción. El primero se trataría de tráfico de influencias al querer presionar al jefe de la SUNAT (cuyo cargo contó con la venia de Francke), para favorecer a empresarios amigos, y el segundo, por haberle encontrado, la fiscalía, $20,000 en el baño de Palacio de Gobierno. El Secretario declaró que este dinero era producto de sus ahorros y sueldo.
Estos escándalos se dan en medio de una crisis del régimen político capitalista que tiene a la fragmentación partidaria, la volatilidad, la ruptura de Castillo con la estructura de Perú Libre (PL), la pugna por el poder entre los “chotanos” y los “caviares” (imponiéndose los últimos), el ingreso al gobierno del poderoso grupo Romero, el acuerdo con el FMI, y las denuncias de vacancia, como características de la misma crisis.
Pacheco no era cualquier funcionario. Pertenecía al primer anillo de confianza de Castillo. Éste último cambió el programa de gobierno por la identidad cultural con un grupo de amigos que también son de Chota, Cajamarca. Desde la eyección de PL del poder, parte de la estrategia de la derecha (que tuvo la complicidad del reformismo de izquierda), fue la de utilizar la vacancia como una amenaza para capturar a Castillo. La misma contó con la complicidad de la caviarada que tenía la ambición de “llenar el vació” dejado por PL para controlar el gobierno. Es así como se comprende que en plena crisis política por el affaire Pacheco, la premier Mirtha Vásquez, haya declarado que, “todo funcionario cuestionado debe dar un paso al costado”, (Infobae, 18/11/21), en clara alusión al ex secretario.
Y es así también como se comprende que el Frente Amplio (FA), que no sacó ni para el té en las elecciones pasadas y perdió la inscripción legal, ahora ostente el premierato y puestos de alto nivel en varios ministerios. No obstante, la cereza de la torta, habría sido lo que se conversó en una reunión entre Vásquez y Acuña, en la casa de éste último. Y es que el nuevo Secretario de Palacio, Carlos Jaico Carranza, y la nueva jefa de gabinete del Ministro de Transportes, Rosemery Malpartida, son cuadros del partido de Acuña.
Con esta nueva coalición de gobierno de derecha estaríamos hablando de un punto de quiebre donde Castillo estaría negociando su permanencia en el poder a cambio de enterrar sus promesas de campaña como el ingreso libre a las universidades. Con Bruno Pacheco el grupo chotano queda fuertemente debilitado, el derechista Acuña se fortalece y la posición de “hegemonía política” impulsada por la caviarada (aristocracia liberal de izquierda), mejor posicionada. En este contexto es poco probable que, por ahora, se desarrolle un wattergate.
César Zelada. Director de la revista La Abeja obrera (teoría, análisis, debate y organización).
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