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Bulgaria, ¿otro fracaso de políticas de ajuste?

Fuentes: Prensa Latina

La caída del gobierno del primer ministro conservador búlgaro, Boiko Borisov, pone en evidencia, una vez más, los supuestos avances de las políticas de austeridad y saca a flote las consecuencias sociales de los ajustes de tono neoliberal Borisov, un exguardaespaldas y practicante de kárate que llegó al gobierno tras los comicios de 2009, en medio […]

La caída del gobierno del primer ministro conservador búlgaro, Boiko Borisov, pone en evidencia, una vez más, los supuestos avances de las políticas de austeridad y saca a flote las consecuencias sociales de los ajustes de tono neoliberal Borisov, un exguardaespaldas y practicante de kárate que llegó al gobierno tras los comicios de 2009, en medio del retroceso de cinco puntos del Producto Interno Bruto (PIB) y con promesas de acabar con la corrupción, fue puesto luego como ejemplo del modelo defendido por la Unión Europea (UE).

El gobierno de centroderecha recibió cerca de 20 mil millones de euros de los acreedores en 2010 (10 mil millones del Fondo Monetario Internacional, cinco mil millones de la Comisión Europea y mil 500 millones del Banco Central Europeo).

Para entonces, los partidarios de ingresar a la zona euro llegaban al 49 por ciento de la población, algo que se espera ocurra entre 2014 y 2015.

Mientras la crisis financiera avanzaba en la zona euro, el equipo de centroderecha de Borisov aplicó estrictas regulaciones económicas, privatizaciones y recortes sociales para quedar esa nación de Europa del Este con un crecimiento de dos puntos, en 2011.

Pero, ¿a qué costo? Bulgaria es el país más pobre de la UE, con los salarios más bajos que apenas llegan a un promedio de poco más de 350 euros, mientras el mínimo es de 150 y las jubilaciones, las más modestas de la zona, quedan en 75.

El 20 por ciento de la población se encontraba en julio de 2012 por debajo de la umbral de la pobreza, situado aquí en 120 euros, un poco menos que la tarifa promedio de electricidad a pagar por los consumidores desde enero de este año, casi el triple del mismo periodo del pasado año.

Los ingresos de los búlgaros son tan bajos que para llegar a los de los portugueses, considerados los más pobres de la zona euro, deberían esperar hasta el 2040 a fin de alcanzar esa meta y solo si la nación balcánica contara con un crecimiento sostenido anual de entre cuatro y cinco por ciento.

Así, los gastos en energía, viviendas y mantenimiento del hogar fueron en Luxemburgo de unos 35 mil euros anuales, mientras en Bulgaria apenas llegaron a los tres mil 400.

De hecho, la llegada de tarifas con el triple del precio detonó la protesta social que de un fenómeno aislado pasó a ser una especie de «primavera búlgara», si empleamos un término acuñado por Occidente al referirse a disturbios registrados en varias naciones árabes y del norte de África.

Miles de personas se lanzaron a las calles sin líderes visibles, convocados por organizaciones de defensa de los derechos de los ciudadanos, a través de las redes sociales en Internet.

Ello llevó a enfrentamientos con la policía en Sofía y al menos una treintena de localidades en el pequeño estado ex socialista centroeuropeo de apenas siete millones 398 mil habitantes.

Al menos, 28 personas resultaron heridas en los mencionados choques que desembocaron en la renuncia de Borisov y su equipo. El dirigente conservador debió declarar que se trataba de la voluntad del pueblo, a la cual debía atenerse.

Para especialistas, Borisov podría intentar con esa maniobra salvar el capital político que aún pudiera quedar de parte de su partido Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB).

Ello esta dirigido a lograr una mayor actuación en los comicios adelantados del 12 de mayo próximo, fecha que anticipó el presidente Rosen Plevneliev.

De ahí que con el gobierno conservador fuera de la política se intenta desligar las protestas del programa puesto en práctica por el equipo de centroderecha, aunque quedan dudas sobre la efectividad de tal maniobra.

Muchos recuerdan las promesas de Borisov de aplicar un severo programa de lucha contra la corrupción, fenómeno considerado endémico en la nación europea, que, sin embargo, quedaron en papel mojado, como lo demostraron las exigencias de los manifestantes, quienes llamaron a purificar a los órganos del estado.

Entre las principales demandas, después de lograr la salida del gobierno, estuvieron la eliminación de la inmunidad parlamentaria y la formación de una Asamblea Constituyente que pueda introducir cambios en la Carta Magna, como la modificación del actual sistema electoral.

Por ahora los miembros del legislativo, en el cual el partido GERB de Borisov controla 117 bancas de un total de 240, se eligen por un sistema proporcional y listas de partido, en lugar de ser de forma individual y por propuestas de un solo mandato.

Además, los participantes en las demostraciones exigieron nacionalizar las empresas foráneas encargadas de la administración de la esfera energética como las checas CEZ y Energo Pro, así como la austriaca EVN, responsabilizadas con la subida de los precios.

Para algunos especialistas, citados por la prensa búlgara, el alza de las tarifas también está ligado con la aplicación de un controvertido impuesto sobre las ganancias de las empresas foráneas, que luego se revierte en la subida de precios.

Además, la mayoría de las compañías de la pequeña nación balcánica emplea el carbón como combustible, sujeto a severas multas ambientales por la UE, al ser emisores de gases contaminantes a la atmósfera como dióxido de carbono.

Por otro lado, la llamada energía verde o ecológica y la renovable aún resulta muy cara desarrollarla en el mencionado país.

El estado tampoco puso en práctica otras vías de obtener energía más barata como el gas esquisto y bajo presión de organizaciones ecologistas retiró el permiso para el desarrollo de esa tecnología por la compañía estadounidense Chevron.

Medios de prensa en Sofía destacan que varias organizaciones ecologistas norteamericanas lanzaron campañas para denunciar el profundo daño ecológico producido por la explotación del gas esquisto, pues las sustancias empleadas en el proceso dañan sin remedio el suelo y los cultivos.

El máximo dirigente del Partido Socialista (BSP), Serguei Stanishev, declaró en su momento que en caso de vencer en las elecciones adelantadas y poder formar gobierno, su organización volverá a reforzar la cooperación con Rusia para construir el gasoducto Torrente Sur a fin de llevar gas del mar Negro a Europa occidental.

Los socialistas también podrían retomar el proyecto de construcción de la central nuclear de Belene, en cooperación con la empresa rusa Rosatom.

Por ironías del destino, una de las principales condiciones impuestas a Bulgaria antes de su ingreso a la UE en 2007 fue, precisamente, el cierre de al menos dos plantas nucleares y la paralización de las obras en una tercera, por supuestamente representar una amenaza para Europa.

Otra exigencia era acabar de raíz con la corrupción, pero, como se deduce de las exigencias de las manifestaciones que echaron abajo al gobierno, tal demanda quedó fuera de la mira europea.

Las centrales nucleares cerradas producían cientos de megavatios que en su momento le permitieron a Bulgaria ser un exportador de energía eléctrica a países vecinos. Ahora, fueron las altas tarifas eléctricas el detonante de protestas que pusieron fin al gabinete de derecha.

Analistas consideran que con las elecciones generales se espera un empate técnico cercano al 25 por ciento entre el GERB y el BSP, el principal de la oposición, lo cual augura la falta de una clara mayoría en el próximo legislativo.

De tal forma, sería necesario la búsqueda de una tercera o más fuerzas políticas para poder conformar un gabinete de mayoría.

Plevneliev reconoció que tras las propuestas al GERB y al BSP -ambas rechazadas- para formar gobierno, y la esperada negativa del Movimiento Derechos y Libertades, de la minoría turca, era evidente la convocatoria de comicios anticipados, en lugar de realizarlos el 7 de julio como estaba previsto.

Sin embargo, se percibe un hastío de la población de su clase política y de ello habla, por ejemplo, una misiva enviada por miembros del Ministerio el Interior al Parlamento, que exige evitar el nombramiento de un nuevo titular de entre integrantes de gobiernos anteriores.

De hecho, la situación socioeconómica, la corrupción y los bajos ingresos forzaron la salida de entre un millón 200 mil y un millón 600 mil personas de este país desde 1989. Los búlgaros representan el cuatro por ciento del movimiento migratorio de la UE.

Un estudio del sindicato Confederación de Trabajo Podkrepa indicó que más de la mitad de los búlgaros que emigraron no tiene ninguna intención de regresar, mientras solo en los últimos tres años, 25 mil nacionales de entre 25 y 29 años de edad salieron de la mencionada nación, para viajar incluso a otros estados en crisis evidente como España.

Muchos de ellos, aunque son profesionales y universitarios buscan empleos en el sector agrícola, transporte, comercio o en el servicio doméstico, donde, sin embargo, reciben mejores salarios.

Las remesas que envían los búlgaros a su país oscilan entre 700 y 800 millones de euros anuales.

La catedrática Temenujka Rakajiiska, de la Academia de Ciencias de Bulgaria, afirmó que entre 2009 y 2012 se duplicó el desempleo hasta llegar en julio pasado al 12,4 por ciento.

Un sondeo publicado por la prensa en Sofía indicó que el 34 por ciento de los interpelados si tuviera la oportunidad viajaría a Grecia, 32 al Reino Unido, 24 a Alemania y el 20 a España.

En tales condiciones, sería algo fuera de tono hablar del supuesto logro que representa para Bulgaria el contar con un déficit presupuestario en 2012 de 0,9 por ciento.

Tal cifra está muy por debajo de los tres puntos exigidos en la UE, un sueño para estadistas como la canciller federal Angela Merkel, que exige a sus colegas europeos ahorrar y gastar con efectividad.

Llama la atención que pese a las demandas populares de nacionalizar la esfera energética para buscar más justicia en la política de precios, el presidente Plevneliev, al anunciar la posible convocatoria de comicios adelantados, defendiera la necesidad de liberalizar la rama energética y de consumir con más racionalidad.

De cualquier forma, lo que se perfila por ahora es la formación de un gobierno tecnócrata, la disolución del legislativo unicameral y la convocatoria oficial de elecciones para mayo, con resultados imprevisibles, mientras la población demuestra una vez más el derribo de un gobierno que aplicó insoportables medidas de austeridad.

*Jefe de la redacción Europa de Prensa Latina.

arb/To

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&idioma=1&id=1163601&Itemid=1