En las elecciones municipales del año pasado los colorados obtuvieron menos votos que la oposición, pero ganaron en la mayoría de los municipios.
No consiguieron ni la mitad de los votos, pero se quedaron con casi el 70% de los gobiernos locales. En las elecciones votaron 2.808.408 personas; 1.045.015 lo hicieron por los colorados y 1.327.860 por la oposición. De cada 10 electores, 5 votaron por la oposición y solo 3 por los colorados. Aun así, ganaron en 163 de los 261 municipios. El resto de los votos fueron nulos o blancos.
Una lección para la oposición
En las elecciones municipales por primera vez rigió el desbloqueo de listas, sistema que permite al elector votar por un candidato autónomo, pero debiendo pugnar bajo la chapa de un partido. Mientras los candidatos colorados pugnaron bajo la única chapa partidaria, los opositores lo hicieron cada uno por su lado. Así, los votos opositores se dispersaron y los colorados se unificaron. Esta es la razón del triunfo oficialista.
La oposición obtuvo casi 300 mil votos más, pero fue derrotada. Partidos como el PMAS o PPD, que tradicionalmente controlaban importantes espacios municipales, esta vez perdieron sus escaños al presentarse en listas separadas. El mensaje es muy claro: si los partidos opositores quieren fortalecerse están obligados a unirse. No tienen otra. De lo contrario, se profundizará su marginalidad y el coloradismo seguirá en el poder.
La concertación
Hoy todos los partidos opositores están llamando a una gran concertación, convencidos de que una nueva división solo favorecerá al partido colorado que está cumpliendo 75 años en el poder. Las elecciones municipales dividieron a la oposición, la derrota la está llevando a la unidad.
En el desbloqueo de listas, la distribución de los votos se hace proporcionalmente, tomando como base al partido que obtuvo la mayor cantidad de votos. Así, un político que se candidató por un partido ganador, puede acceder a un escaño, aun cuando obtenga menos votos que un candidato independiente que se presentó solitariamente. Esta es la trampa del sistema don’t; beneficia a los partidos tradicionales y castiga a los pequeños. Más que por voluntad, la oposición debe unirse por la necesidad de sobrevivir. La unidad potencia el voto opositor, la división lo debilita.
Una concertación opositora puede poner en peligro la hegemonía colorada. Las condiciones están dadas, le resta a la oposición hacer lo obvio; unirse para quebrar el poder colorado. Si no es por voluntad debería ser por la necesidad de sobrevivir. Bajo la figura de una concertación (tal como ocurrió en Chile últimamente) la oposición unida podría triunfar en las elecciones del 2023. De eso se trata, el objetivo debería ser desgarrar la hegemonía colorada.
Entender el momento
El Paraguay vive un periodo de restauración conservadora desde el 2012, condición que impide al progresismo ganar las elecciones sin alianzas. El auge del movimiento popular (mediados de los 80 y principios de este siglo) se fue desvaneciendo, y la concertación representa una oportunidad táctica. El ascenso por la que venía transitando el movimiento popular se quebrantó con el golpe del 2012, y ahora se trata de recomponer esas fuerzas. Un triunfo opositor estimulará el auge de masas y el cambio subjetivo en la conciencia colectiva, como sucedió en el 2008. El paso táctico es construir una gran concertación nacional para abrir las puertas hacia la recomposición del movimiento popular. Y como agregado, derrotar al partido colorado, aunque sea por inercia.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.