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Todos son las mismas ovejas

Carta de Rumanía: «No seré un neo-invasor»

Fuentes: Tlaxcala

Presentado por Fausto Giudice, miembro de Tlaxcala. Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Félix Martín Terrones Saldaña.

En octubre de 2006, Tlaxcala recibió el siguiente correo electrónico:

Buenos días,

Desde hace algunos días sigo vuestra actividad. Soy rumano y profesor de francés FLE -Francés lengua extranjera – en mi país. Hace meses que traduzco al rumano a partir del francés, inglés, italiano y español.

Una muestra de mi actividad puede encontrarse en el vínculo siguiente:

http://palestinalacrimamea.blogspot.com

De ser posible, me gustaría formar parte de Tlaxcala.

Cordialmente,

Radu Iliescu

Le respondí a Radu, quien me explicó que «Palestina lacrima mea» significa, simplemente, «Palestina, lagrima mía»; tras ello se estableció un diálogo entre nosotros. He aquí algunos extractos:

«El blog «Palestina, lacrima mea» es la única fuente internética en lengua rumana dedicada al conflicto entre Israel y Palestina. Evidentemente, tenemos opiniones en común, pues de no ser así habría contactado al MEMRI…

» Un día, vi a una inglesa con una camiseta en la que estaba escrito: «We are all Palestinians!». Lo traduje al rumano: «Pentru ca toti suntem, mai mult sau mai putin, palestinieni…», modificándolo un poco: «Because we are all, more or less, Palestinians = «Porque todos somos, más o menos, palestinos».

Conozco muchos buenos traductores en mi país, pero nadie ha intentado implicarse en mi proyecto. Creo que, como en cualquier parte del mundo, prefieren ganar dinero traduciendo papeluchos administrativos. Tengo muchos visitantes en mi sitio web, pero nadie me ha ofrecido aún su ayuda.

Después, con el suceder de nuestro intercambio, nos pusimos a hablar de la emigración masiva de rumanos, algunos de los cuales son sobreexplotados bajo condiciones cercanas a la esclavitud en la agricultura italiana – en Apulia, sobre todo, lo cual ha sido muy bien descrito por Fabrizio Gatti en su reportaje aparecido en L’Espresso este último septiembre – y en España, particularmente en Andalucía. Radu me escribió:

» El año pasado, con motivo de los actos de violencia en Paris, 54 rumanos indocumentados fueron expulsados de Francia. No hubo ningún reportaje en la televisión, sólo alguna nota en la prensa escrita, nada más. Estadísticamente, es un tanto normal. Hay más de un millón de rumanos en España, acaso algo más en Italia. Más de un cuarto de millón inmigraron a Canadá y USA, después de 1989. ¿Qué son 54 rumanos comparados con las oleadas que han invadido Occidente?

Entonces, le propuse a Radu que tradujese o escribiese textos acerca de la emigración rumana. Me respondió:

» ¿Cómo podría yo escribir un material objetivo acerca la inmigración rumana, dado que mi madre trabaja en Italia desde hace dos años? Economista de formación, empleada bancaria durante la época comunista, se encontró de jubilada con la obligación de vivir con 100 euros mensuales, lo que incluso en Rumania es imposible (nuestros ancianos mendigan en la calle para poder reunir lo necesario para vivir). Desde entonces, cuida por 700 euros a una mujer más vieja que ella en Roma… Y en la familia tengo otros «italianos», «griegos», «españoles»… Yo mismo estuve a punto de abandonar Rumanía para ir a un campo de tomates… La mitad de mis amigos tienen al menos a uno de sus padres en Occidente desde el tiempo de los reyes. Los llamamos «la quinta columna», estoy seguro de que gracias a ellos mi país evitó, por escaso margen, el colapso financiero. ¿Ves? Hay temas inabordables, sobre todo porque los conozco a fondo. No te decepciones, pero el ingreso en la Unión Europea no me genera impresión alguna. Desde hace algunos años ya soy árabe y me he exiliado desde hace mucho para dejarme engañar por esa ilusión.»

Le respondí a Radu:

» ¿Pero quién te ha pedido que escribas algo objetivo? ¡Vamos! ¡Ánimo! ¡No vaciles!»

Radu respondió:

» Sí, tienes razón, incluso un testimonio personal podría ser interesante… El punto de vista de alguien del Este, ¿no?»

He aquí, por lo tanto, desde el sudeste de la Europa unida, la primera carta de Radu Iliescu, escrita al día siguiente del ingreso oficial de Rumanía en la Unión Europea, una carta que debería tranquilizar a todos los europeos asustadizos que temen una «invasión» de fontaneros polacos, informáticos búlgaros y políglotas rumanos.

Fausto Giudice

No seré un neo-invasor

En lo que se refiere a salarios, he aquí algunas cifras:

1) La jubilación de mi madre – economista – es de 100 euros mensuales.

2) El salario de mi suegra – cocinera en un restaurante de lujo -, 200 euros.

3) El salario de mi cuñado, sargento en el ejército (tres años de antigüedad): 400 euros.

4) Mi salario (profesor, diez años de antigüedad): 180 euros. Cuando comencé, cobraba menos de 60. La publicidad en mis blogs me rinde aproximadamente 400 euros mensuales.

5) El salario de mi hermano, empresario, con una veintena de empleados y almacenes en tres departamentos: 2000 euros.

6) El salario de mi esposa, operadora en un call-center (habla con fluidez cuatro idiomas): 550 – 600 euros.

En lo que respecta al deseo de llegar con armas y equipaje a Occidente, considero que el peligro es casi inexistente. Las personas de aquí lo que quieren una situación estable, legal e ingresos seguros antes que altos. En lo que me concierne, incluso si tengo contactos en todos los países de la Europa occidental, prefiero quedarme a vivir en mi país.

¿Qué puede hacer una joven pareja con 1000 – 2000 euros mensuales? ¡Vaya, que podemos todo! Sobre todo en nuestro caso. Pagamos el alquiler, compramos los víveres, la ropa, los libros y todo aquello que necesitamos. Viajamos un poco (entre la ciudad en la que vivimos ahora y la de nuestros padres hay 600 kilómetros, por lo tanto estamos obligados a atravesar el país para pasar algunos días con la familia). Vamos a Francia, España e Italia una vez por año. Visito (es cierto, solo) un país árabe cada año, tengo prácticamente la molestia del elegir, tengo amigos por doquier. Evidentemente, nunca entro en un hotel, pero no cambiaría la hospitalidad de un amigo por una noche en el Ritz.

Lo reconozco, nada de grandes marcas, nada de compras a voluntad. Pero nuestros objetivos en la vida no son materiales. Haber leído a Maimónides, por ejemplo, me genera más satisfacción que la que siente mi hermano por su último coche. Sé diferenciar entre algo difícil de obtener y un juguete. Tengo muchos planes, entre los cuales no se encuentra el de ser rico. Por otro lado, ¿cómo podría decir que soy pobre?

Decididamente, no seré un neo-invasor de Occidente. Por otro lado, no puedo decir que Occidente vaya a invadirme con el último hallazgo, la Unión Europea. No. Está decidido desde hace mucho. El primero de enero de 2007 solo llegó para ratificar un estado de hecho. Los rumanos son occidentales como los franceses, como los ingleses. El lado oriental está muerto desde hace mucho tiempo, yo tengo la experiencia de Oriente, el verdadero. Búlgaros, polacos, franceses, italianos, todos estamos en el mismo tarro. Las diferencias entre nosotros me recuerdan una broma rumana:

– Oye, pastor, ¿de quién son estas ovejas?

– Las blancas son mías.

– ¿Y las negras?

– Las negras también.

Europeos del Oeste, europeos del Este, todos son las mismas ovejas.

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Fuente: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=1884&lg=fr

Fausto Giudice y Radu Iliescu son miembros de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente con fines no lucrativos, a condición de respetar su integridad y de mencionar a los autores, al tradctor y la fuente. Véase esta traducción en Tlaxcala: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=1936&lg=es

Félix Martín Terrones Saldaña es miembro de Rebelión.