
Las imágenes de Francisco Franco inaugurando pantanos fueron muy celebradas por el régimen. Aquellos actos de propaganda servían para redimir el dolor de España “con estas grandes obras hidráulicas nacionales, embelleciendo su paisaje y creando ese oro líquido que es la base de nuestra independencia”, según dijo el dictador en la inauguración del embalse del Ebro en 1952, uno de los más emblemáticos de la época.