Solemos creer, ingenuamente, que sabemos cómo actuar en sociedad.
Categoría: Opinión

Pese a los reiterados presagios sobre su final, la clase obrera está aquí para quedarse. Recuperar una política de clase debe ser el punto de partida para la izquierda socialista.

En la Ciudad de México se realizó a fines de noviembre el VII encuentro del Grupo de Puebla con la participación de dirigentes progresistas de varios países.

En los últimos tiempos se ha estado llevando a cabo en España —aunque otros países de Europa y América Latina también han sido eco—, las jornadas «En defensa de la filosofía». Esto obedece a la disyuntiva de para qué sirve la filosofía, si la filosofía es útil o no, si se debe suprimir o no su enseñanza en los niveles secundarios y bachillerato.

El problema principal no es el número de yates que tenga Ortega o que pague menos impuestos de los que le corresponden o que en sus fábricas del tercer mundo se explote. El problema principal es que a millones de pobres desgraciados les parece muy bien

Las banderas del odio se mecen con la áspera virulencia de las palabras. El odio vende ideas y ha ido forjando la estructura de una suerte de movimiento político que llenó las democracias occidentales y sus satélites de agujeros negros y champiñones tóxicos.

A primera vista, podría parecer un eslogan dedicado a festejar un viernes de Semana Santa o referido al título de un capítulo rescatado del libro de Regoyos, La España Negra, y no a un eslogan invitando al general consumo, orquestado desde las entrañas del marketing capitalista andante. No. No pretendo hacer un alegato contra el consumo. Sería inútil y pretencioso por mi parte. Además, para condenarlo ya está la jerarquía católica y sus pastorales contra el materialismo, intrínsecamente perversos.