Con el derretimiento de los hielos del Ártico debido al calentamiento global, acelerado por la prospección de petróleo por Shell y otras compañías, hay intensificación del escape del gas metano del subsuelo. Este gas contribuye más que el dióxido de carbono (CO2) y el óxido nitroso (N2O) al calentamiento global del ambiente. Éste es un […]
Con el derretimiento de los hielos del Ártico debido al calentamiento global, acelerado por la prospección de petróleo por Shell y otras compañías, hay intensificación del escape del gas metano del subsuelo. Este gas contribuye más que el dióxido de carbono (CO2) y el óxido nitroso (N2O) al calentamiento global del ambiente.
Éste es un ejemplo del cada vez más fuerte ataque del gran capital a la naturaleza, mostrado, además de la emisión de gases de efecto invernadero, por la minería a cielo abierto, la deforestación de selvas y bosques, la extracción de gas y petróleo, la agroindustria que mata el suelo cultivable, la producción de transgénicos, la construcción de represas, las vías rápidas de comunicación, y una larga lista más del llamado «progreso» y «desarrollo».
El ataque es impulsado por los sirvientes del capital: Gobiernos, mayorías parlamentarias, Poder Judicial, ejércitos, policías, medios de comunicación, etc.
Los avances de la ciencia y de la técnica no están al servicio de la humanidad, sino de la voracidad de ganancia del gran capital.
Con dicho ataque, el sistema capitalista en su etapa imperialista neoliberal, está llevando inexorablemente a la extinción de la especie humana, ya mató otras especies animales y vegetales.
Los amos del mundo saben, mejor que nadie, el efecto final de su ataque, pero no pueden evitarlo, pues si alguno de ellos, por amor a sus descendientes, deja de instalar algo que dañe el ambiente, viene otro y lo instala, y el primero queda como un tonto.
El objetivo del capitalista es ganar cada vez más dinero en el menor tiempo posible, cualquier otra consideración es relegada por ese apremio.
Por lo tanto, la única forma de evitar la extinción de nuestra especie dentro de alrededor de 100 años, es quitar el gobierno del mundo de manos del gran capital y que sea la sociedad en su conjunto, en forma horizontal, quien se gobierne.
Esto es fácil decirlo, pero no sabemos si tendremos tiempo para hacerlo antes de que el gran capital extermine a la humanidad.
Viendo la historia, encontramos que en el seno de un tipo de sociedad se gesta la que la reemplazará:
En el seno de la sociedad horizontal primitiva se gestó la sociedad esclavista en Europa y en América las sociedades de castas privilegiadas gobernantes, como los aztecas y los incas. En el seno de la sociedad feudal europea se gestó la sociedad capitalista devenida en colonizadora e imperialista, ahora en su etapa neoliberal.
Dentro de la sociedad capitalista se gestaron las revoluciones que iban a un sistema socialista, sin propiedad privada, sin una clase gobernante. Triunfaron revoluciones anticapitalistas en Rusia, China, Cuba, Vietnam. Desgraciadamente se impuso el verticalismo en el poder que degeneró en burocracia y luego se restauró el capitalismo, como lo hemos visto en Rusia, China, Vietnam y estamos viendo ese retorno paulatino, en Cuba.
Ahora no vemos en el horizonte ninguna posibilidad de una revolución de ese tipo.
Por lo tanto ¿No hay posibilidad de cambio y debemos resignarnos a la extinción de la especie?
De Chiapas, México, nos llega un mensaje: «No se trata de tomar el poder, se trata de construirlo».
Miramos alrededor del mundo y, como repito, no vemos ninguna posibilidad de revolución que «tome el poder» y ya nadie habla de «dictadura del proletariado», la gente que desea el cambio no quiere dictadura de ningún tipo.
Al mirar el mundo vemos que por todas partes hay «construcción del otro mundo» posible y necesario. Algunos de quienes lo construyen saben que lo están haciendo, otros no son conscientes de eso, pero lo hacen.
Veamos ejemplos: Los indígenas de Chiapas actúan conscientes de que están construyendo el otro mundo posible y necesario.
También lo están construyendo los obreros que en Argentina toman las fábricas en sus manos y producen en beneficio propio, practican la horizontalidad igualitaria, donde la máxima autoridad es la asamblea.
Lo hacen l@s indignad@s en España y «Ocupa Wall Street» en Estado Unidos, quienes declaran: «Acá no hay dirigentes, acá mandamos tod@s».
Lo hacen campesinos y pobladores, que con su lucha colectiva, vencen desarmados a la represión armada y expulsan a la minería depredadora.
Lo hacen pobladores de Lima que obligan al parlamento a cambiar una decisión escandalosamente antidemocrática.
Lo hacen cooperativas de productores de alimentos orgánicos conectadas con organizaciones de consumidores.
Lo hacen los «criadores de semillas» que luchan contra la privatización neoliberal de las semillas.
Lo hacen quienes practican la medicina natural contra el negocio de los laboratorios que curan una enfermedad provocando otra.
Lo hacen quienes vigorizan el trueque entre campesinos de diversas zonas.
Lo hacen quienes crean monedas locales que sirven para el intercambio entre pobres pero no para atesorar.
Cada día son más los científicos que comprendiendo que el sistema está llevando al exterminio de la humanidad y que lo único que puede detenerlo es la lucha social colectiva, llaman a ella y algunos se incorporan a esas luchas.
Noam Chomsky dice: «Es bastante irónico que la llamada gente «menos avanzada» [en referencia a los indígenas] son los que toman la iniciativa para tratar de protegernos a todos nosotros, mientras que los más ricos y poderosos entre nosotros son los que están tratando de llevar a la sociedad hacia la destrucción».
¿Qué sucedió?
Recuerdo que mis maestros de «marxismo» me dijeron que una de las leyes de la dialéctica indicaba que la tesis es la afirmación, la antítesis la negación, la síntesis resucita a la tesis y le agrega elementos de la antítesis.
En este caso la tesis sería la comunidad primitiva: horizontal, gran solidaridad, amor a la Madre Tierra. La antítesis la sociedad de opresores y oprimidos en sus diferentes formas. La síntesis recupera la horizontalidad, la solidaridad, no la competencia impuesta por el capitalismo, el amor a la naturaleza (características de la comunidad primitiva), y le agrega las conquistas de la civilización que no pongan en peligro la supervivencia de la especie.
Por eso es lógico el resurgimiento de los restos de la comunidad primitiva, los pueblos indígenas del mundo. No es casual que sean los indígenas de Chiapas quienes conscientemente están construyendo el «otro mundo posible y necesario» en forma horizontal. No es casual que en Canadá sea el movimiento indígena el que en forma vigorosa encabeza la lucha en defensa de la naturaleza.
En algunos lugares hay comunidad de comunidades, no tan libres ni tan horizontales como en Chiapas, pero que significan una avanzada en la construcción del mencionado «otro mundo».
Uno de esos casos es el de Cecobosque de Piura, Perú.
Cecobosque es la coalición de 32 comunidades del bosque seco de Piura. Reúne a 80,000 comuneras y comuneros empadronados, tiene una población total de más de 300,000 habitantes.
Su tarea es:
Mantener, reforzar y extender la conciencia colectivista de la comunidad, combatir el egoísmo, fortalecer la solidaridad entre los miembros. Conservando y vigorizando así la identidad cultural.
Impulsar la producción agroecológica de las comunidades, con mucho respeto a la madre tierra, sin el uso de agroquímicos. La forestación y reforestación, el aprovechamiento del bosque.
Estimular en lo posible el mejoramiento económico de la colectividad y su bienestar.
Exigir la titulación de comunidades que todavía no hayan sido reconocidas oficialmente como tales.
Promover la inclusión de las mujeres como dirigentes.
Luchar contra la corrupción y burocratización de los dirigentes.
Ejercer la justicia interna a niveles menores, ésta es tarea de los «tenientes gobernadores» nombrados para ese objeto por las asambleas de las comunidades. Existen «rondas campesinas» (grupos de vigilancia móvil) para velar por la seguridad de las comunidades, también elegidas por las asambleas.
Están obligadas a luchar contra la intromisión de empresas capitalistas que usurpen tierras y agua y que contaminen el ambiente. Un caso es la extracción de gas y petróleo por la empresa Olympic Perú INC que amenaza usurpar tierras y contaminar el ambiente. Otro caso es el robo del agua que pertenece a Cecobosque, por las grandes empresas usurpadoras de tierras y aguas. Existe una ley que reconoce la importancia de la producción orgánica o ecológica, en reconocimiento de la importancia para la salud, de la promoción, protección e impulso de la agricultura ecológica en oposición a la agroindustria que envenena al consumidor con el uso de productos transgénicos nocivos a la salud y uso de agroquímicos que envenenan. Sin embargo, el gobierno sirviente de las transnacionales, pretende que la irrigación del alto Piura sea para dotar de agua a la producción venenosa del gran capital que trabaja fundamentalmente para alimentar a los países ricos, usurpándola de la sana agricultura de los comuneros de Cecobosque que trabajan para alimentar en forma saludable a la población peruana.
La producción del bosque seco es principalmente «algarrobina» (deliciosa y nutritiva miel extraída de la vaina del árbol algarrobo, energizante de alto contenido proteico), miel de abejas, diversas variedades de frijol. Animales: cabras, ovejas, vacas, gallinas, pavos, patos,
Consideramos que Cecobosque debe tener un local de comercialización de sus productos en la ciudad de Piura (capital del departamento), lo que además serviría para impulsar el consumo de productos ecológicos y educar a la población piurana sobre el peligro de productos transgénicos y alimentos contaminados con sustancias químicas, nocivos para la salud, a diferencia de los productos orgánicos de Cecobosque.
La Comunidad José Ignacio Távara Pasapera es un ejemplo de ejercicio del poder colectivo: Controla el ingreso de vehículos, cobrando peaje a los vehículos externos. Usa energía eléctrica solar, no la proveniente de las depredadoras centrales hidroeléctricas que mediante sus represas desalojan cientos de campesinos.
Están numerados los árboles de algarrobo para impedir su tala. Como no tiene agua superficial, extrae agua subterránea para el consumo de los animales. El pago de la extracción es realizado proporcionalmente a la cantidad de animales de cada comunero. Como los animales silvestres también beben de esa agua, habitantes urbanos iban a cazarlos, lo que fue prohibido por la comunidad, de modo que tuve el placer de ver un zorro que bebía agua sin que nadie lo molestara. Solidaridad con Cecobosque Como es un ejemplo del inicio de construcción del otro mundo que buscamos, todos tenemos la tarea de contribuir con su mejoramiento, extensión y desarrollo, estimular la mayor colectivización del trabajo y del comercio, el fortalecimiento de la democracia interna, solidarizarnos con sus luchas en defensa de la naturaleza y el desarrollo de su producción ecológica.
Con el objeto de que los lectores se contacten directamente con responsables de la organización para intercambiar opiniones y formas de colaboración, p ongo los correos de dos de los dirigentes:
Rubén Machare [email protected] presidente de CECOBOSQUE y de la comunidad campesina San Lucas de Colán.
Francisco Sernaqué Espinoza [email protected] miembro de la comunidad José Ignacio Tábara.
Porque la humanidad tenga futuro, fortalezcamos entre todos la forja exitosa de Cecobosque.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.