El Parlamento Europeo se pronunció a favor de una nueva Constitución, pero lo más difícil será convencer a los votantes de las bondades de ese polémico instrumento, que determinará el futuro de la Unión Europea (UE) y sus 25 países miembros. Esa será la tarea de los líderes europeos ahora que comenzará la discusión real […]
El Parlamento Europeo se pronunció a favor de una nueva Constitución, pero lo más difícil será convencer a los votantes de las bondades de ese polémico instrumento, que determinará el futuro de la Unión Europea (UE) y sus 25 países miembros. Esa será la tarea de los líderes europeos ahora que comenzará la discusión real del acuerdo que ellos firmaron en junio del año pasado y que todos los países integrantes del bloque deberán ratificar.
El proyecto de Constitución apunta a simplificar la toma de decisiones en la UE y enfrenta una férrea oposición en muchos estados miembros, donde los votantes temen ceder poder a Bruselas o están insatisfechos con los términos del texto.
Los miembros del Parlamento Europeo aprobaron el proyecto el miércoles por 500 votos contra 137, con 40 abstenciones. Esto significa que 74 por ciento de los parlamentarios votaron a favor del documento, un resultado que el presidente del órgano, Josep Borell, consideró «muy por encima de las expectativas».
«El resultado de la votación es muy claro. Creo que el grado de apoyo es muy importante», declaró Borrell. Sin embargo, son los ciudadanos europeos quienes decidirán si el texto será adoptado.
Las diferencias nacionales en la votación pusieron en evidencia los enfrentamientos políticos que quedan por delante al menos en tres países: Gran Bretaña, Polonia y República Checa. Estos y otros siete países celebrarán referendos sobre la Constitución.
La oposición más fuerte fue la de República Checa, dos tercios de cuyos parlamentarios votaron en contra. El texto también fue rechazado por 40 de los 70 parlamentarios británicos que votaron.
Muchos observadores prevén que los votantes de esos países seguirán esta tendencia y votarán contra el tratado, en cuyo caso la UE enfrentaría una grave crisis política. Para entrar en vigor, la Constitución necesita la aprobación de los 25 países miembros del bloque.
Los referendos a realizar en algunos países miembros comenzarán en los primeros meses de este año. Los restantes países ratificarán el texto por votación parlamentaria, como Lituania y Hungría, que ya lo hicieron. En Gran Bretaña, la antipatía hacia Bruselas y la falta de interés en sus actividades probablemente dificultará la campaña a favor de la Constitución.
Mientras legisladores comunistas polacos y otros parlamentarios europeos de extrema izquierda se oponen a la promoción del capitalismo en la Constitución, nacionalistas y partidos de derecha están preocupados por el debilitamiento de valores tradicionales y la cesión de control a Bruselas.
El proyecto constitucional es «impío y desprovisto de todos los principios cristianos sobre los cuales se construyó Europa», criticó el parlamentario polaco Maciej Giertych.
En Alemania, el principal punto de discordia hasta ahora ha sido la celebración de un referendo. El partido nazi abusó de ese mecanismo para consolidar su poder, y por eso ahora las consultas populares están prohibidas por la Constitución nacional. Sin embargo, esta norma podría cambiarse por decisión de una mayoría parlamentaria de dos tercios.
En Bélgica y Holanda, los referendos no serían obligatorios, porque la Constitución no prevé su realización. Los españoles serán los primeros en ir a las urnas, el 20 de febrero. En Bruselas se esperan un resultado favorable de España, porque todos sus principales partidos políticos harán campaña por el «sí». Para el gobierno de José Rodríguez Zapatero, el principal desafío será superar la indiferencia.
Los parlamentarios europeos a favor de la Constitución quieren que la votación del miércoles sirva de ejemplo. «La votación contiene dos claros mensajes», manifestó Graham Watson, líder de la Alianza de Liberales y Demócratas.
Por un lado, «es una fuerte señal para los ciudadanos europeos de que sus representantes, democráticamente elegidos, han dado un apoyo abrumador… al texto de la Constitución firmado por jefes de Estado el pasado junio», destacó.
Por otro, «indica a otros parlamentarios y analistas políticos que los Liberales y Demócratas Europeos hablamos en serio y defenderemos una visión común de una Europa unida y fuerte», afirmó.
Margot Wallström, vicepresidenta de la Comisión Europea (órgano ejecutivo de la UE) y comisaria de Comunicaciones y Relaciones Institucionales, pidió apoyo a los líderes europeos.
«El proceso de ratificación entró en su fase decisiva. Gobiernos, parlamentos nacionales e instituciones de la UE deben hacer su máximo esfuerzo para lograr un debate informado sobre la Constitución. Esta es una oportunidad para debatir qué tipo de Europa queremos», exhortó Wallström.