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Cómo detener un reguero de pólvora

Fuentes:

El estallido de violencia social que ha tenido como detonante la muerte de dos jóvenes en Clichy-sous-Bois se ha ido extendido desde las afueras de París a otras ciudades del Hexágono con fuerte presencia de población de origen inmigrante. Toulouse, Lille, Rouen, NizaŠ son algunas de las urbes que han recogido el testigo de una […]

El estallido de violencia social que ha tenido como detonante la muerte de dos jóvenes en Clichy-sous-Bois se ha ido extendido desde las afueras de París a otras ciudades del Hexágono con fuerte presencia de población de origen inmigrante. Toulouse, Lille, Rouen, NizaŠ son algunas de las urbes que han recogido el testigo de una expresión colectiva de malestar que ha subido enteros gracias a la actitud provocadora del ministro de Interior francés, Nicolas Sarkozy.

Cegado por sus aspiraciones políticas, en la primera hora de la repulsa por la muerte de los dos vecinos de Clicly-sous-Bois, no dudó en calificar de escoria a los habitantes de una aglomeración castigada por el paro y la exclusión social. Desde entonces, la conmoción en la calle ha alcanzado una amplitud que ha colocado a Sarkozy en una difícil posición, mientras el primer ministro De Villepin intensifica los contactos políticos en un intento de demostrar que es capaz de retomar las riendas de una crisis que provoca división en el gabinete.

Cerca de un millar de vehículos incendiados, ataques a empresas y servicios, enfrentamientos, 250 detencionesŠ Esa es la parte visible de un estallido en el que se mezclan las heridas de la marginacion social con una evidente crisis de identidad colectiva, factores estos que unidos a la arrogancia de algunos dirigentes políticos han terminado por inflamar las periferias urbanas de la República.

Mientras en los despachos de París se trabaja, incluso en fin de semana, a la búsqueda del antídoto con que tratar una epidemia que se extiende como un reguero de pólvora, las soluciones no se presentan fáciles. La mera respuesta policial, que volvió a preconizar ayer mismo Sarkozy, puede agudizar la crisis, mientras que una respuesta en clave presupuestaria plantea también complicaciones.

La inyección de dinero en las «cité», con ser urgente y necesaria, puede que, por llegar tarde, ejerza sólo de bálsamo que calma el dolor pero no sana la herida. De hecho, gran parte de los jóvenes que incendian las calles viven de espaldas a la red social. Pero tampoco hay que obviar que el malestar en el Estado francés no se aloja exclusivamente en las periferias calientes, como lo evidenció la reciente huelga en denuncia por la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. En ese contexto, «abrir la hucha» puede dar una baza al Frente Nacional, lo que provoca el temor de una derecha que piensa y actúa con la vista puesta en los comicios de 2007.