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Entrevista al escritor y filósofo mexicano Fernando Buen Abad

Cómo enfrentar el «Plan Cóndor» mediático en América Latina

Fuentes: InvestigActiion

La desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en México, ha revelado la agresión sistematizada a los jóvenes por parte del estado, dando lugar a un grito de indignación mundial. Sin embargo, el estado mexicano cuenta con la estrecha complicidad de los medios de comunicación de las oligarquías. En esta entrevista concedida a Alex Anfruns, […]

La desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en México, ha revelado la agresión sistematizada a los jóvenes por parte del estado, dando lugar a un grito de indignación mundial. Sin embargo, el estado mexicano cuenta con la estrecha complicidad de los medios de comunicación de las oligarquías. En esta entrevista concedida a Alex Anfruns, el conocido escritor y filósofo mexicano Fernando Buen Abad analiza cuales son los desafíos que se plantean en México y en Nuestra América, con toda la atención puesta en la actualidad.

Alex Anfruns: Muchos analistas han apuntado que la desaparición de los 43 estudiantes no es un caso aislado. Se estima que el numero de desapariciones forzadas en México sólo en los últimos 8 años es de alrededor de 22.600. ¿Qué puede revelar de una sociedad o de un proyecto de país una cifra semejante?

Fernando Buen Abad: El recuento macabro, monstruoso, expresado en muertes y desapariciones, es de por si muy incierto. Por un lado, no hay datos oficiales creíbles acerca de las cifras. Por el otro lado, hay fuentes distintas con recuentos muy diferentes y metodologías distintas.

Algunas informaciones, por ejemplo la revista Proceso de México, redondea el numero de asesinados en alrededor de 120 mil personas, para el periodo de Felipe Calderón y lo que llevamos de Pena Nieto. Otras cifras hablan de 22, 25 o 30 mil desaparecidos, según las fuentes. Y luego se habla de acerca 300 mil personas desplazadas de sus tierras, debido a la expresión de la lucha territorial del crimen organizado. Por si solas, las cifras son escandalosas, pero no son suficientemente expresivas para comprender el nivel del golpe social, anímico y político que eso ha tenido en el país. Se ha producido un desgarramiento social de profundidades invaluables.

Ayotzinapa es la máxima expresión del capitalismo en México. Ahí se condensa toda la perversidad del modelo neoliberal, expresando una de sus mas claras y brutales patologías, que es el odio contra los jóvenes, especialmente si esos jóvenes son críticos, si esos jóvenes se organizan y esos jóvenes son pobres.

Efectivamente no ha sido un caso aislado, sino que forma parte de una añeja manía del capitalismo en México, que se repite en otros países, pero que en México tiene muchos anos. Sin ir muy lejos en la historia, podemos citar 1968, con la matanza de estudiantes de Tlatelolco, de la mano del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.

En aquel gobierno participaron muchos de los que hoy todavía siguen siendo personajes de la vida política en México, en particular los más entregados a los intereses norteamericanos, así como algunos miembros del aparato burocrático del PRI (Partido Revolucionario Institucional), caracterizado por ser un aparato fundamentalmente represor a lo largo de toda su historia.

Desde 1968 para acá, la agresión contra los jóvenes estudiantes y universitarios en México, no ha cesado. Y no tenemos una fuente clara de información, ni oficial ni de otro tipo, acerca del modelo de agresión y represión contra los jóvenes. Podríamos ir recorriendo distintos movimientos y expresiones que han sido acosados y atacados por el gobierno mexicano, incluyendo por supuesto la agresión y la represión contra jóvenes indígenas y campesinos, que en México han representado el surgimiento de un protagonismo político que durante mucho tiempo estuvo fuera del mapa.

Así, en 1994 ese protagonismo se hizo visible con el surgimiento del EZLN en el Sureste de México. Se trata de un movimiento alimentado principalmente por jóvenes, que recogen las banderas de Emiliano Zapata, las actualizan a su manera, y proponen, en un México actual, la perspectiva de un sujeto social revolucionario, como son los movimientos indígenas y campesinos, en un país que había firmado el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.

Ayotzinapa es la prueba palpable del ataque sistemático del estado contra los jóvenes. Por eso ha habido una tal respuesta, provocando el hartazgo hacia ese enloquecido paisaje de impunidad que reina en México, con un gobierno que no solamente no es capaz de garantizar seguridad ni tranquilidad a la población, sino que en su lugar garantiza la impunidad, el olvido y la confusión. Y actualmente, va a dedicarse a comerciar con el dolor del pueblo mexicano, mediante un proceso electoral. Por supuesto, los 43 -que queremos vivos- estorban mucho al paisaje de un proyecto político como el del PRI.

Concretamente, con la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa ¿cómo se articula el tratamiento mediático que ha obtenido este caso con el relato oficial del estado mexicano?

Los llamados «medios de comunicación» -que yo siempre pongo entre comillas-, deberían llamarse armas de guerra ideológica. El papel que juegan estas herramientas en México, en particular los monopolios como Televisa o TeleAzteca, es el de ser unas armas de guerra ideológica cuyo objetivo fundamental es amedrentar sistemáticamente al pueblo, con amenazas de todo tipo y creando un clima enrarecido de violencia, de inestabilidad, apocalíptico. A través de esos «medios» o armas, el sangriento paisaje provocado por el crimen organizado se vuelve como una especie de cultura o destino fatal, imponiendo la idea de que en México el clima apocalíptico es de tal calibre, que entonces ya nada puede hacerse, ya nada puede cambiarse. Que más vale ser resignado y sumiso ante esa realidad, que luchar contra ella.

Además de eso, las armas de guerra ideológica se dedican sistemáticamente a criminalizar cualquier liderazgo critico que haga frente al establishment en México. Desprestigian a los lideres, los acusan de cualquier cosa con toda impunidad y además de eso se dedican a sembrar pruebas falsas, incluso practican un espionaje ilegal… en fin, son armas que operan con absoluta impunidad en el escenario de los imaginarios colectivos para influenciar con mentiras, falsedades y engaños.

Esas armas de guerra ideológica son absolutamente complacientes con la corrupción del gobierno mexicano… son nada menos que su alma máter. La derecha en América Latina ha ido a refugiarse en los medios de comunicación. Su debilidad y su incompetencia los ha hecho perder el territorio, y por eso creen que pueden subsanar su pérdida refugiándose en los aparatos mediáticos, en los grandes monopolios.

El caso mexicano es la expresión más palmaria de esto, porque ha sido el propio monopolio televisivo el que ha parido al presidente de México después de haberlo engendrado en sus entrañas durante muchos anos. Peña Nieto es una obra acabada de la ingeniería mediática de Televisa, que lo ha parido para recibir los beneficios que hoy son archiconocidos en México, por la vía de la corrupción, de las dádivas, del tráfico de influencia… en fin de un conjunto de corruptelas, que son el sello de marca de la propia empresa asociada con el gobierno.

Todo esto obedece a lo que yo llamo el «Plan Cóndor» mediático en América Latina, en el que aparecen como aliados: el grupo Prisa en España, CNN de Miami, la cadena Fox, Televisa de México, TeleAzteca, el grupo Clarín de Argentina, O Globo de Brasil, el Mercurio de Chile, las colombianas… en fin, todas las cadenas mediáticas, monopólicas, del continente, que hoy tienen una alianza para producir un discurso cada vez más ubicuo y a la vez más sincronizado. Es decir, al mismo tiempo y en todo el continente, se produce el mismo modelo de agresión mediática, con epicentros simultáneos. Es así como una misma calumnia se publica en todos lados…

En México pues, se ha logrado una figura como la de Peña Nieto, que ha sido parida directamente desde las entrañas de la televisión para estos fines. Por lo tanto, hay en marcha una operación de guerra ideológica a través de los medios, cuyo comportamiento es, como dice Michel Collon, el de ser un ariete de los procesos de dominación y de invasión.

Voces como la tuya alertan desde hace tiempo acerca de la necesidad de hacer frente a esta estrategia de guerra mediática, poniendo de relieve el apoyo de los medios a esas agresiones. Desde tu experiencia en el ámbito de la enseñanza y el estudio del lenguaje y la comunicación, ¿Cómo crees que debe desarrollarse y reforzarse la estrategia comunicacional de los movimientos sociales?

El diagnóstico acerca del comportamiento del capitalismo, armado con estas herramientas de guerra ideológica, no es suficiente. No nos alcanza con saber como nos van a matar, o como nos están agrediendo. Efectivamente, sabemos por ejemplo que ayer, Ollanta Humala en Perú, ha avisado de que va a recibir en septiembre a 3.200 soldados estadounidenses armados, para que apoyen la lucha contra el narcotráfico. Eso dijo ayer Ollanta Humala. En América Latina ya sabemos que eso significa sembrar un foco de violencia en la región, para convertir a esta zona del planeta en algo parecido a lo que han provocado en Irak o en Siria. Sabemos que para llegar a eso han tenido que crear toda una pantalla y un discurso mediáticos, que en Perú llevan trabajando desde hace ya algunos anos, y que eso ahora justifica que lleguen esos soldados a ese territorio.

Ahora bien, ¿qué hacemos nosotros mientras tanto? ¿Qué hacemos cuando estamos atrapados por un problema de aislamiento comunicacional entre los medios alternativos y los movimientos sociales? ¿Qué hacemos cuando hay una gran fuerza mundial en resistencia comunicacional, pero que se encuentra desarticulada? ¿Qué hacemos cuando hay una emergencia? Como dice el poeta Jorge Falcone en Argentina: «hay una vigilia de cámaras». Un despertar del interés fotográfico, audiovisual, cinematográfico, documentalista, que esta dando testimonio de cosas que antes nunca habíamos visto, en las luchas de los pueblos de todo el planeta. Y sin embargo, esa gran cantidad de nuevas fuerzas comunicacionales, alternativas, revolucionarias e independientes, no logran cohesión ni unidad.

Hay una urgencia de constituir puentes, redes, espacios de encuentro, para poder articular movimientos conjuntos. En América Latina, tengo la seguridad de que los que estamos trabajando en el campo critico, en el campo revolucionario de la comunicación, somos muchos más que los que trabajan en las estructuras oligárquicas. Sin embargo nos derrotan por nuestra propia incapacidad de unirnos. Esto debe ser resuelto por una profunda autocrítica.

Pero la fase más compleja, más alarmante, tiene que ver específicamente con el campo semántico, en el que nosotros no hemos sabido desarrollar nuestra agenda propia, aunque tengamos razones, argumentos, un montón de temas de los cuales hablar y desarrollar razonamientos críticos de todo tipo. Pero aun no hemos logrado construir a partir de eso una agenda política o geopolítica, que plantee los grandes temas de nuestras luchas, como los ejes primordiales. Por la demora que hemos tenido en resolver ese problema, por eso nos han venido derrotando sistemáticamente. «En la demora está el peligro».

Si nos ganan terreno, y en particular el terreno semántico, algún día terminarán asesinándonos con nuestras propias banderas, como ha ocurrido muchas veces en tantas luchas. Por ejemplo, arrebatándonos palabras como la «austeridad». ¿Qué otra cosa queremos, sino la propia austeridad ante el derroche, el cinismo burgués que gasta plata de manera infernal? ¿Qué más quisiéramos que austeridad para distribuir la riqueza de mejor manera?

Pues ellos usan la palabra precisamente para someternos, ¡e imponernos la austeridad que ellos quieren para nosotros, no para ellos! Necesitamos espacios de discusión para no repetir el discurso del patrón sin darnos cuenta. En algunos pueblos de África, ¡hablar de democracia significa hablar de lo peor que les ha pasado! Los Estados Unidos, que afirman ser el gran paradigma de la democracia, es precisamente donde menos se practica.

La batalla semántica es un desafío en el que tenemos mucho retraso. Además, debemos hacer una autocrítica y preguntarnos sistemáticamente si nuestro relato está a la altura de la Historia que estamos viviendo. Si de veras tenemos las palabras, la frescura, la creatividad, que supo tener, por ejemplo el EZLN en su momento inicial. El EZLN supo tener la palabra, incluso la poesía, que les permitía tocar los corazones y los pensamientos para producir movilización y unidad. Este aspecto es crucial: nuestra capacidad de comunicación revolucionaria, alternativa, popular y de base, debe construir su propia poesía para tocar simultáneamente los pensamientos y corazones, para entrar en la acción organizada.

Por último ¿Qué resaltarías de la tentativa de golpe de estado que ha tenido lugar este mes de febrero en Venezuela?

Ante todo, quiero expresar mi solidaridad con Venezuela. Ahí estamos viendo el ejercicio de todas las agresiones posibles: mediáticas, económicas, políticas… El presidente Maduro ha hecho un llamado contra la guerra económica y la guerra mediática. Venezuela es un ejemplo claro de un territorio que dispone de todas las posibilidades, incluso de discutir críticamente con las herramientas de comunicación, y donde sin embargo no se alcanza la unidad que se necesita.

Insisto en que hoy mas que nunca, hace falta una Cumbre de Presidentes en materia de comunicación, al igual que tiene lugar la Cumbre de la UNASUR o la del ALBA, que haya una cumbre en la que se discuta qué vamos a hacer con la agresión mediática, y como impulsamos la gran revolución comunicacional que nos hace falta. En solidaridad con los principios de la revolución y con el Presidente Maduro Venezuela, pero también ante la perspectiva que estamos viendo en la región. Como decía, Ollanta Humala acaba de anunciar que aceptara a militares estadounidenses en Perú, y al mismo tiempo, en México Enrique Pena Nieto presenta una iniciativa de la Cámara de Senadores, para aceptar que agentes extranjeros transiten armados por el territorio mexicano.

Es decir, que se esta configurando una permisividad legalizada de violación a la soberanía de los pueblos, con un claro mensaje: Perú, México y Colombia son los países de la Alianza del Pacifico. Y esa Alianza no es mas que una vanguardia del proyecto del ALCA que quieren resucitar para imponer el Tratado de Libre Comercio con toda América Latina. Por lo tanto, hay un claro aviso de hacia donde va el asunto: mediante la agresión mediática, pero también con la presencia de fuerzas militares armadas norteamericanas en América Latina. Creo que es un momento fundamental para frenar eso, creando un consenso internacional de denuncia y de rechazo a esas iniciativas. Y también fortaleciendo la solidaridad, especialmente con Venezuela, que es la vanguardia política de América Latina.

Fuente: http://www.michelcollon.info/Como-enfrentar-el-Plan-Condor.html?lang=es