Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino
Hace exactamente cuatro años, miles de jóvenes moldavos manifestaban en las calles su oposición a la victoria de los comunistas en las elecciones. Estas manifestaciones fueron presentadas como un nuevo episodio de las «revoluciones de colores» que desde hacía diez años barrían a una serie de regímenes considerados «no democráticos» en Europa del Este. Revoluciones cuyo terreno había sido preparado en todos los casos por los EE.UU. detrás de las bambalinas y que nada tenían de espontáneas. Una situación que también se dio en Moldavia, país ubicado en el límite entre Europa y Rusia.
En el momento de estos acontecimientos, en abril de 2009, Moldavia se hallaba gobernada desde hacía una decena de años por el Partido Comunista, que parecía predispuesto a ganar una vez más las elecciones. Este partido, que había adoptado la economía de mercado llevaba a cabo una política considerada por Washington demasiado independiente. Bajo su dirección Moldavia se negaba a unirse a la OTAN, mantenía profundos vínculos con Rusia y según la definición de Soros se limitaba a «una europeización solo de fachada» De modo que los EE.UU. preferían poner a la cabeza del país la Alianza para la Integración europea (AIE) una coalición de partidos de derecha que le era absolutamente fiel.
Un año antes de las elecciones el embajador de los EE.UU. organizó una reunión para «debatir el tema de la ayuda de los EE.UU. en relación con las elecciones parlamentarias del 2009». Asistían tres miembros eminentes de la USAID, los dirigentes de la fundación Eurasia del IREX, del Instituto Democrático internacional (NDI) y del Instituto republicano internacional (IRI). Luego de reconocer que «las elecciones nacionales de 2009 serían severamente disputadas» y que «el partido en el poder estaría tentado de disponer de todos los medios para perpetuarse», se pusieron de acuerdo en una serie de medidas para «preparar» dichas elecciones. Esas medidas estaban dirigidas a favorecer a los partidos de la oposición (ayudar a la creación de una coalición, visualizar las preferencias de los electores indecisos, crear secciones locales, etc) o a formar observadores que «supervisaran» el escrutinio. El embajador se comprometió a hacerse cargo de la coordinación de toda la asistencia y prometió ofrecer becas a las ONG cuyas actividades se orientaran en el mismo sentido.
Las organizaciones estadounidenses se pusieron a trabajar durante los meses siguientes. El IREX con la ayuda de la USAID lanzó la campaña «Hai la vot!» (Vamos a votar) destinada a motivar a los indecisos y a los abstencionistas. Una camioneta llena de jóvenes activistas recorrió las carreteras de Moldavia para convencer a la gente de que fuera a votar y sobre todo de que votara reflexivamente. Presentada como no partidista, esta campaña priorizaba a los jóvenes, base electoral de la Alianza para la Integración Europea. Los partidos de la oposición tuvieron igualmente derecho a organizarse. De modo que en un encuentro privado ocurrido aunos meses después de las elecciones, el presidente del Partido Liberal dio las gracias personalmente al embajador de los EE.UU. por la asistencia que había prestado a su equipo, en particular el Instituto Democrático Internacional y el Instituto Republicano Internacional.
Sin embargo, como era probable una nueva victoria de los comunistas, fue en la «supervisión» del proceso electoral donde los EE.UU. hicieron la mayor inversión. Su objetivo no era tanto verificar la validez de la elección como encontrar los errores a cualquier precio. De tal modo pensaban favorecer el desencadenamiento de una «revolución de colores» como había sucedido, con su apoyo, en Ucrania, Georgia y Kirzikistán.. En julio de 2008 un antiguo miembro del Instituto Republicano Internacional denunció a la prensa la preparación de esa revolución con el apoyo de la USAID, el IRI y el NDI, que ocasionó preocupación en la embajada de Estados Unidos. Sin embargo las organizaciones estadounidenses pudieron seguir normalmente su trabajo.
Un verdadero ejército de observadores la «Coalición Cívica 2009» se puso en marcha con el apoyo de la NED, la USAID y la Fundación Eurasia. Esta coalición totalmente financiada por Washington reunía un total de 70 ONG. Preveía controlar las elecciones con la participación de 2.000 observadores y tener informada a la opinión pública de las irregularidades que se comprobaran. Los EE.UU. distribuyeron también en toda Moldavia decenas de observadores internacionales escogidos por la USAID, muchos de los cuales fueron reenviados a las fronteras por haber estado implicados en las revoluciones ucraniana y kirguiza.
El 5 de abril, día de las elecciones, comenzaron a actuar los 2.000 observadores de la Coalición. Se publicaron cuatro comunicados de prensa dando cuenta de las más pequeñas irregularidades comprobadas. Aunque no culpaban solamente al Partido Comunista, los comunicados daban a entender una situación globalmente negativa. El 7 de abril, cuando los primeros resultados daban vencedor al Partido Comunista, se publicó un nuevo comunicado informando de que las elecciones no habían sido «equitativas» ni «libres en su conjunto». No se volvieron a referir a ninguna crítica vinculada a los partidos de la oposición sino solamente a las que acusaban a los comunistas. Dicho comunicado fue ampliamente difundido por el conjunto de los medios que apoyaban la Alianza y ampliamente en las redes sociales.
Como reacción a la sospecha de fraudes difundida por los medios, miles de jóvenes moldavos salieron a las calles a reclamar nuevas elecciones. Los manifestantes se reunieron frente al Parlamento que fue saqueado por una pequeña minoría. Entre los saqueadores había nacionalistas pro rumanos y miembros bien conocidos de organizaciones de extrema derecha como Noua Dreapta. Estos últimos trataban visiblemente de provocar a las fuerzas del orden para incentivar la cólera de los manifestantes. Estas revueltas no prosperaron y al final solo quedó el nombre de una «revolución». Luego del escrutinio nuevamente el partido Comunista fue declarado ganador Por su parte una misión de observación conducida por la OSCE, la Unión europea y el Consejo de Europa llegó a la conclusión de que las elecciones se habían llevado a cabo de modo satisfactorio y sin mayores incidentes quitando a la oposición sus principales motivos de protesta.
Solo luego de las elecciones anticipadas de 2010 -sin relación con los acontecimientos de 2009- el campo pro occidental logró encabezar el país, al final de una campaña otra vez con un gran apoyo de los EE.UU. Al año siguiente, cuando estuvo de visita el vicepresidente Joe Biden de los EE.UU. no podía ocultar su alegría: «¡Es realmente un privilegio estar aquí en este momento determinante de vuestra historia!, exclamó, ¡La libertad se siente en el aire!». Después añadíó que Moldavia se hallaba en el buen camino pero que había aún mucho por hacer, agregó «Estaremos a vuestro lado hasta que el trabajo haya concluido». Una buena prenda de libertad sin duda.
Fuente: http://michelcollon.info/Comment-les-USA-ont-prepare-la.html?lang=fr
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