Manifiesto de intelectuales europeos en solidaridad con Syriza ante las elecciones del 17 de junio en Grecia. Firman, entre otros: Rancière, Balibar, Negri, Badiou, Agamben, y Revel. Traducción de Gaëlle Suñer y Raimundo Viejo (Artefakte)
En la serie de acontecimientos que han arrojado a Grecia al fondo del abismo, cada cual sabe que las responsabilidades de los partidos en el poder desde 1974 son aplastantes. No sólo se beneficiaron de la corrupción y de los privilegios, sino que beneficiaron ampliamente a proveedores y acreedores de Grecia. En estas condiciones podría sorprender que los dirigentes europeos y el FMI, transformados en modelos de virtud y de rigor, se empleen en conducir de nuevo al poder a estos mismos partidos quebrados y desacreditados, denunciando el «peligro rojo» encarnado por SYRIZA y prometiendo cortar suministros básicos si las nuevas elecciones del 17 de junio confirman el rechazo del «Memorándum». Esta injerencia no es sólo contradictoria con las reglas democráticas, sus consecuencias son dramáticas para nuestro porvenir común.
Sería esta razón suficiente para que rechazásemos dejar hacer. Pero hay algo más grave aún. Desde hace dos años los dirigentes de la Unión Europea trabajan en desposeer al pueblo griego de su soberanía. Bajo el pretexto de sanear las finanzas públicas y de modernizar la economía, imponen una austeridad que ahoga la actividad, reduce la mayoría de la población a la miseria, desmantela el derecho laboral. Este programa de «enderezamiento» neoliberal se salda con la liquidación del aparato productivo y el paro de masas. Para hacerlo aprobar, ha sido necesario nada menos que un estado de excepción sin parangón en Europa Occidental desde el final de la Segunda Guerra Mundial: el presupuesto del Estado es dictado por la Troika, el Parlamento griego reducido a una cámara de registro, la Constitución ninguneada. La invalidación del principio de la soberanía popular va de la mano con la humillación de todo un país. Ahora bien, si alcanza aquí este extremo, ya no concierne exclusivamente a Grecia. Son todos los pueblos de sus naciones constitutivas a los que la Unión Europea tiene por cifras irrisorias cuando se trata de combinar las intervenciones del FMI y de la BCE a favor del sistema bancario o de imponer gobiernos de tecnócratas no electos.
En repetidas ocasiones los griegos han dado a conocer su oposición. Innumerables manifestaciones multitudinarias, 17 jornadas de huelga general en dos años, como las acciones de desobediencia civil o el movimiento de los Indignados de Syntagma; tales han sido las señas inequívocas de su rechazo al destino que les han preparado sin consultarles. ¡La única respuesta que han recibido habrá sido la duplicación de la dosis letal y la represión policía! Es entonces, en un contexto de deslegitimación completa de los gobernantes, que el retorno a las urnas ha aparecido como la única salida para evitar la explosión social.
Pero el asunto está claro ahora: los resultados del 6 de mayo no dejan lugar a dudas sobre el rechazo masivo de la política impuesta por la Troika. Y ante la perspectiva de una victoria de SYRIZA en las elecciones del 17 de junio, una campaña de desinformación y de intimidación ha sido activada tanto en el interior del país como a nivel europeo. Está dirigida a descalificar SYRIZA como interlocutor político. Todos los medios son válidos a tal fin, comenzando por su calificación de «extremista» y el paralelismo tan absurdo como indecente con los neo nazis del Amanecer Dorado. Todas las taras le son imputadas: estafa, doble lenguaje, infantilismo reivindicativo. De creer esta propaganda de odio que toma el relevo de la estigmatización racista del pueblo griego, SYRIZA estaría poniendo en peligro las libertades, la economía mundial y la construcción europea. La responsabilidad de los electores griegos y de nuestros dirigentes sería la de cortarle el paso. Esgrimiendo la amenaza de exclusión del euro y otros chantajes, se lleva a cabo una manipulación del voto popular. A través de esta «estrategia del shock» los grupos dominantes se esfuerzan por desviar el voto inminente de acuerdo a sus intereses que pretenden sean también los nuestros.
Nosotros, ciudadanos europeos, no podríamos callarnos ante esta tentativa de desposeer de su soberanía a uno de los pueblos de la Unión cuyas elecciones constituyen su último recurso. Debe cesar la campaña de estigmatización de SYRIZA y los chantajes a la exclusión de la eurozona. A los griegos de decidir su suerte, rechazando todo dictado, desechando los venenos económicos administrados por sus «salvadores», comprometiéndose libremente en las cooperaciones indispensables para superar la crisis, con los otros europeos.
Lo afirmamos: es hora de que Europa perciba la señal enviada el 6 de mayo pasado por Atenas abandonando una política que arruina la sociedad y pone los pueblos bajo tutela con el fin de salvar a los bancos. Es urgente bloquear la deriva de una construcción política que instituye la omnipotencia de los operadores financieros. Es necesaria una Europa que sea la obra de sus ciudadanos, al servicio de sus intereses.
Esta nueva Europa que al igual las fuerzas democráticas que emergen en Grecia, invocamos con nuestros deseos, es la de todos sus pueblos. En cada país son dos las Europas incompatibles que hoy se enfrentan: la de la desposesión de los seres humanos y la que afirma el derecho de todos a una vida digna de este nombre dotándose colectivamente de los medios. Por eso nos batimos junto a los electores y los militantes de SYRIZA: no es por la desaparición de Europa, sino por su refundación. Ya que es el ultraliberalismo que suscita la subida de los nacionalismos y de la extrema derecha. Los verdaderos salvadores de la idea europea son los defensores de una Europa donde la soberanía popular no es abolida sino extendida y compartida.
Sí, es en Atenas donde está en juego el futuro de la democracia y de la propia Europa. Por una sorprendente ironía de la historia, los griegos se encuentran en primera línea de nuestro combate común. Escuchémosles, apoyémosles, defendámosles!
Vicky SKOUMBI (aletheia, Atenas), Etienne BALIBAR, filósofo, Michel VAKALOULIS, filósofo y sociólogo. Y : Giorgio AGAMBEN, Tariq ALI, Elmar ALTVATER, Daniel ALVARO, Alain BADIOU, Jean-Christophe BAILLY, Fethi BENSLAMA, Fernanda BERNARDO, Jacques BIDET, Claude CALAME, Thomas COUTROT, Albano CORDEIRO, Yannick COURTEL, Costas DOUZINAS, Roland ERNE, Roberto ESPOSITO, Nancy FRASER, Elisabeth GAUTHIER, François GEZE, Max GRATADOUR, Jean-Pierre KAHANE, Jean-Marc LEVY-LEBLOND, Michael LOWY, Philippe MANGEOT, Philippe MARLIERE, Ariane MNOUCHKINE, Warren MONTAG, Jean-Luc NANCY, Toni NEGRI, Bertrand OGILVIE, Ernest PIGNON-ERNEST, Mathieu POTTE-BONNEVILLE, Jacques RANCIERE, Judith REVEL, Rossana ROSSANDA, Bernard STIEGLER, Michel SURYA, Bruno TACKELS, André TOSEL, Gilberte TSAÏ, Eleni VARIKAS, Dimitris VERGETIS, Jérôme VIDAL, Heinz WISMANN, Frieder Otto WOLF