La derecha proyanqui anda con mucho miedo luego de la multitudinaria celebración del 19 de julio el lunes pasado. Prueba de ello es el titular de primera plana de La Pren-CIA S.A. al día siguiente del acto en la Plaza de La Fe en Managua: «Ortega sueña reelegirse». En realidad, desde que el Frente volvió […]
La derecha proyanqui anda con mucho miedo luego de la multitudinaria celebración del 19 de julio el lunes pasado. Prueba de ello es el titular de primera plana de La Pren-CIA S.A. al día siguiente del acto en la Plaza de La Fe en Managua: «Ortega sueña reelegirse».
En realidad, desde que el Frente volvió al gobierno no han hecho más que repetir lo mismo, pero como que esta vez la cosa ya parece que viene en serio. Lo que de verdad les quita el sueño a los empleados de la Embajada no es, naturalmente, que el presidente Daniel Ortega quiera reelegirse. Lo realmente fregado es que parece que hay una multitud de nicaragüenses que quieren lo mismo.
No fueron sólo las más de 500 mil almas que llenaron la plaza en una de las celebraciones más nutridas que se recuerden de la victoria de la insurrección popular que acabó con la dinastía somocista, aún contando las de los años 80. Lo fue toda la gente que por diversos motivos no pudo llegar a Managua y tuvo que ver el acto por televisión. Y sobre todo, lo es toda esa gente que, para desgracia de la derecha, «tiene ojos para ver».
Por gigantesco y omnipresente que sea su aparato mediático, éste ha resultado ser del tamaño de un meñique para ocultar el sol radiante del transporte urbano subvencionado, la salud y la educación gratuitas, del Bono Cristiano Socialista y Solidario, de los planes Amor, Usura Cero, Hambre Cero, Casas Para el Pueblo y muchos otros logros del Presidente del Pueblo Presidente (¿o, habría que decir, del Pueblo con su Presidente?) en estos 40 meses?
¿A quién le faltan ojos para ver que Nicaragua ya no está gobernada por cleptómanos, borrachos o incapaces? ¿Quién quiere volver atrás? Por primera vez desde 1990 Nicaragua empieza a ser un país y no un objeto de saqueo. Como dijo la compañera Rosario Murillo: Por favor, no le busquen ni tres ni cinco pies al gato…
Especialmente patético es el llamado de la vocera del PLC María Eugenia Sequeira, en las páginas de La Prensa, «a los jóvenes del mundo, amantes de las libertades públicas, que no compren la música del Grupo Calle 13 de Puerto Rico que hoy apoya al dictador Daniel Ortega» tras el multitudinario concierto de la banda organizado por la Juventud Sandinista en Managua.
¿Qué «jóvenes amantes de la libertad» le van a hacer caso al llamado de Doña María Eugenia? ¿Su papá, el ex-somocista Gustavo Sequeira Madriz o sus compañeros de partido, también ex-somocistas, Víctor Manuel Miranda Vargas o Álvaro Sevilla Somoza, de quien se dice anduvo gritando vivas al genocida en la última convención del PLC?
La derecha sabe que, si los sandinistas no bajan la guardia y hacen una buena campaña, tienen ganadas las elecciones del 2011 por amplio margen.
La embajada yanqui -perdón, La Prensa- lo pone todo muy claro en su editorial «Hay que conocer al adversario»: «Si alguien creyera que sólo por respeto a la ley y la Constitución Daniel Ortega va a reparar el daño de las tropelías cometidas en los últimos tres años y medio, es ingenuo o está soñando despierto».
Para la derecha es ilegal e inconstitucional todo aquello que no sean privatizaciones, privilegios para las élites y servilismo hacia los Estados Unidos; «tropelías» todo lo que sea restitución de derechos al pueblo y restitución de la soberanía para el país; «dictadura» todo aquello que signifique una verdadera estrategia de desarrollo a largo plazo en beneficio del pueblo.
«La verdad – explica La Prensa en su editorial – es que Daniel Ortega volvió al poder presidencial (…) no para ejercer un nuevo y último período de gobierno (…) recuperó al poder para quedarse con él para siempre, para ejecutar un proyecto transnacional de destrucción del Estado democrático y establecimiento de un sistema totalitario denominado ‘socialismo sel siglo XXI'».
La derecha proyanqui sabe que el juego entra en una fase decisiva y llaman a jugar «bola recia». Llaman a sus seguidores a «no ser ingenuos» y dan a entender que tal vez no les gusten las elecciones dizque para «defender la democracia». Que ni se les ocurra intentar con un emergente salido de la cantera de Luis Posada Carriles o de los que pusieron a Roberto Micheletti en Honduras.
En Nicaragua son ya demasiados que «tienen ojos para ver», oídos para oír y cabeza para pensar, y además le han perdido el respeto todo su bull pen.
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