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Entrevista a Katja Kipping. Alemania

«Con una Renta Básica incondicional será por vez primera posible una igualdad de armas entre las empresas y los empleados»

Fuentes: Sin Permiso/Freitag

Jean-Claude Juncker, el primer ministro luxemburgués, se manifestó la semana pasada partidario de una Renta Básica. Entre los verdes alemanes y los liberales de la FDP [partido liberal alemán] se multiplican las voces que exigen algún tipo de seguridad social básica como gran proyecto conjunto para una futura «coalición Jamaica» [una coalición política verde, amarilla […]

Jean-Claude Juncker, el primer ministro luxemburgués, se manifestó la semana pasada partidario de una Renta Básica. Entre los verdes alemanes y los liberales de la FDP [partido liberal alemán] se multiplican las voces que exigen algún tipo de seguridad social básica como gran proyecto conjunto para una futura «coalición Jamaica» [una coalición política verde, amarilla y negra: los verdes, más los liberales, más los democristianos y socialcristianos alemanes]. En vez de cultivar las viejas ilusiones, la izquierda debería ganar perfil en esta discusión, advierte Katja Kipping, la vicepresidente de la Linkspartei-PDS [el partido alemán de la izquierda] en esta entrevista que realizó para Freitag Hans Thie. El debate sobre la Renta Básica está entrando en la Europa Central en una fase en la que pareciera que ninguna fuerza del arco parlamentario puede quedarse al margen. Sirva la entrevista que a continuación se reproduce como ejemplo de sensatez y realismo políticos para quienes alguna vez creyeron que esta original propuesta social iba a quedar al margen de las tradicionales divisiones entre izquierda y derecha.


FREITAG : ¿De quién se siente usted políticamente más cerca, del democristiano Dieter Althaus, que propone una Renta Básica, o del socialista Oskar Lafontaine, que pretende lograr más justicia social por las vías tradicionales ?


Katja Kipping:
La idea de una Renta Básica se discute ahora mismo en todos los ambientes políticos sin excepción. Se trata de un gran progreso, difícil de imaginar hace apenas un año. Cuando llegue el momento -esperemos que muy pronto- en que de lo que se hable no sea del «si», sino del «cómo» se pone por obra una Renta Básica, yo me podré poner de acuerdo mucho más rápidamente con Oskar Lafontaine que con Dieter Althaus.

Mientras llega ese momento, también en lo que toca a la izquierda, hay que recorrer un buen trecho.

Entre muchas gentes de izquierda domina aún la idea de que sólo tiene algún rendimiento quien se presta al trabajo asalariado. Eso es completamente absurdo. A la sociedad le resultan también imprescindibles otras actividades, como el trabajo de cría y educación, o el compromiso público o político honrado, que hasta ahora no han sido crematísticamente recompensadas. También yerra la creencia de que el trabajo asalariado es sin más útil y está cargado de sentido. Piense usted en la industria armamentística, o en procesos de producción gravemente dañinos para nuestro medio ambiente. Igualmente desencaminado va el argumento, según el cual la Renta Básica sería la jauja del consumo salvaje, como ha escrito Ulrik Busch en Freitag. Con 1.000 euros al mes no se aterriza en el país de la Cucaña. De lo que se trata es de posibilitar a las personas una medida mínima de participación en la riqueza social.

Si en el modelo de[l democristiano] Althaus la dotación financiera no se redujera al nivel previsto por el programa Hartz IV, sino que fuera mayor, entonces debería usted preguntarse si está en el partido correcto.

No. Además del monto crematístico, hay otra discrepancia con el modelo de Althaus. Lo que él quiere es substituir todos los sistemas sociales que no pasen por la caja de la sanidad pública por una Renta Básica. Yo, en cambio, no quiero una susbtitución completa, sino más bien un complemento al modelo hoy existente de seguridad y garantías sociales. Por lo demás, nosotros somos el primer partido [alemán] que, al menos como opción digna de ser programáticamente discutida en serio, hemos incorporado la Renta Básica incondicional. 

Sin embargo, el grueso tanto de la Linkspartei-PDS como de la WASG [el partido, coaligado electoralmente con la PDS, por la justicia social] sostiene un escenario de reformas distinto. Redistribución de arriba hacia abajo, robustecimiento del poder de compra de las masas, reducción del tiempo de trabajo y más empleo público. Esas son las palabras habituales. ¿Por qué no va usted en la misma dirección?

También yo pugno porque el trabajo asalariado existente se distribuya mejor; también yo estoy a favor de que logremos aumentar el empleo público. Pero no creo que el pleno empleo clásico vuelva a ser posible. Ni la dinámica económica, ni la situación de la política alemana vienen en apoyo de esa opinión. ¿Cómo queremos reformar de raíz el trabajo asalariado o poner por obra un sector público que ofrezca empleo con una dimensión suficiente, si ahora mismo incluso minúsculas correcciones de urgencia, como el aumento a 420 euros de las prestaciones previstas por el programa Hartz-IV, no consiguen mayoría parlamentaria? Mucho más probable es que la idea de una Renta Básica acabe resultando atractiva para las masas y se convierta así en una fuerza material. Si llega a ser mayoritaria entre la población, yo confío en el oportunismo de los partidos para que hagan suyo ese proyecto.

Usted ha mencionado cifras: 475 euros para todos los niños menores de 16 años y 950 euros para todas las ciudadanas y ciudadanos que rebasen esa edad. Eso comporta costos que rondan los 850 mil millones de euros sólo para la Renta Básica incondicional. Aun si, en contrapartida, bajaran algunas prestaciones estatales, queda un volumen de financiación adicional imponente. ¿Ha pensado alguna vez con quién podría usted poner por obra un programa de esa envergadura?

La cuota del estado, es decir, la parte de todos los impuestos e ingresos redistribuidos, subiría manifiestamente: de una magnitud que hoy no llega al 50% a más de un 70%. Eso suena dramático. Pero, por otra parte, hay que tener bien presente que para dos tercios de la sociedad la situación financiera mejoraría. Sólo el tercio más rico quedaría en una situación peor que la actual. La particular charme de una Renta Básica razonablemente realizada consiste precisamente en que no es buena sólo para grupos marginados y estigmatizados, sino también para el entero espectro de unas capas medias poseídas por el miedo al descenso social. La autonomía, en el sentido de poder experimentar con nuevas actividades, resultará accesible a más personas, porque sabrán que, en caso de fracasar, no van a quedar tirados. Incluso para los que hoy tienen empleo la situación será mejor, porque en las negociaciones no podrán ser tan fácilmente chantajeados. Las horas extras y los malos salarios se aceptan ahora porque del transfondo surge, amenazante, el espectro del programa Hartz IV. Con una Renta Básica incondicional será por vez primera posible una «igualdad de armas» entre las empresas y los empleados. Habría, pues, muchas personas que se beneficiarían de ella. Y por eso mismo, no debería resultar tan difícil poner por obra una Renta Básica incondicional.

Sin embargo, la máquina de productividad del capitalismo tiene que estar bien engrasada. Si no, quiebra la base que hace posible una Renta Básica incondicional. Por eso habría que reflexionar mucho sobre las cargas a que se somete al tercio más rico de la sociedad y a las empresas. En la II Guerra Mundial, los beneficios empresariales en los EEUU fueron a parar en un 90% al Estado. Que algo parecido pueda ocurrir en tiempo de paz, es cuando menos dudoso.

En ninguna reforma pueden predecirse exactamente los efectos laterales. Pero incluso quienes estarían financieramente mucho más lastrados que hoy dispondrían de una ventaja que no puede subestimarse. Vivirían en una sociedad más humana, más digna de ser vivida. En esa medida, la Renta Básica incondicional debería entenderse cada vez más como suma democrática, como prenda en depósito para una comunidad vital, creativa, en la que las diferencias de ingreso dejan de determinarlo todo. Incluso las gentes instruidas y altamente calificadas tienen ya la experiencia, al menos en su entorno, de lo que pueden significar el paro y la pobreza. Evidentemente no estamos ahora en tiempo de guerra, al menos militarmente hablando. Pero en lo tocante a la situación social, hablar de tiempos de paz suena tal vez un tanto eufemístico. Pues el hiato que divide a pobres y ricos no deja de ensancharse. Hace mucho que el miedo al paro ha penetrado en las capas medias. Millones de personas que todavía tienen un puesto de trabajo, a causa del demencial ajetreo laboral, se explotan a sí mismas y explotan a las circunstancias familiares. A la larga, eso destruye la sociedad.

Precisamente por eso, los socialistas exigían en el pasado otra sociedad. No los rendimientos del capital, sino el capital mismo es lo que, de acuerdo con esa vieja posición, debería ser socializado con una Renta Básica.

En la RDA [República Democrática Alemana] se dijo hasta 1989 que en la fase de transición al comunismo teníamos que rendir más, para que el día de mañana nos fuera mejor. En vez de comunismo, lo que vino fue un cambio que trajo consigo el desempleo masivo. Hoy se predica algo de todo punto análogo: que primero hay que atravesar el valle de lágrimas, a fin de que impere luego el pleno empleo. En vez de difundir tales promesas salvíficas, yo prefiero luchar por trans formacio nes que, aquí y ahora, mejoren la situación vital de las personas y que, al propio tiempo, tengan el potencial de convertirse en cabeza de puente hacia otra sociedad. Ya se verá si la Renta Básica incondicional acaba siendo, de una u otra forma, el caballo de Troya que allane el camino a una sociedad globalmente distinta. En todo caso, es un buen presupuesto para experimentar nuevas formas de economizar y de vivir.

Katja Kipping es la vicepresidente de la Linkspartei [Partido de la Izquierda alemán]. Hans Thie es un analista político especializado en asuntos económicos que escribe regularmente en el semanario alemán de izquierda Freitag.

Traducción para www.sinpermiso.info : Roc F. Nyerro

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