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La planificación de una deportación en masa

Crónica del «asalvajamiento» de la Unión Europea

Fuentes: Investig'Action

Traducido del francés por Beatriz Morales Bastos.

En medio de un silencio mediático y político ensordecedor los primeros barcos que transportaban a varios cientos de refugiados empezaron a poner en práctica la mayor deportación en masa en Europa occidental desde la Segunda Guerra Mundial. Se trata ni más ni menos que de un nuevo crimen histórico de la Unión Europea (UE). Por supuesto, el hecho de que sea legal (en virtud del acuerdo firmado con Turquía) no cambia en absoluto su carácter violento y contrario a los derechos humanos. Estamos ante un nuevo estadio del «a salvajamiento » de la Europa rica, por parafrasear a Aimé Césaire. A las puertas de Europa se multiplican y se multiplicarán los campos financiados por la UE y gestionados por el gran demócrata Erdogan.

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El acuerdo con Ankara: regatear con los refugiados

El lunes 4 de abril 202 refugiados abandonan contra su voluntad las islas griegas de Lesbos y Chios y son desembarcados en el puerto turco de Dikili. La composición del grupo es un verdadero panorama de la miseria y de la actual injusticia mundial: Pakistán, Afganistán, Congo, Sri Lanka, Bangladesh, India, Iraq, Somalia, Costa de Marfil, Siria. Esta primera deportación anuncia muchas otras en virtud del acuerdo firmado entre Turquía y la UE el 18 de marzo de 2016. Pocas veces un acuerdo se ha puesto en práctica tan rápido: la frontera entre Turquía y Grecia está cerrada desde el 20 de marzo, es decir, a partir de ahora los nuevos refugiados pueden ser enviados directamente a Turquía, quince días después de que empezara la primera deportación. En cambio, es cierto que ha llevado tiempo cerrar el acuerdo debido al regateo sobre las vidas humanas que ha caracterizado las negociaciones.

Por parte de la UE el reto es subcontratar o externalizar la política de rechazo y de represión de las personas refugiadas. No es una práctica nueva. Es la parte principal de los acuerdos que la UE impone a los países africanos para convertirlos en gorilas fronterizos (i). Esta es la misión principal de la agencia FRONTEX, que consiste en «deslocalizar poco a poco las fronteras exteriores de la UE al sur y al este para «rechazar mejor a los emigrantes (ii)»». Siguiendo con sus políticas de saqueo y de guerras la UE se redime así de las consecuencia de su política exterior imperialista.

Por parte turca el reto también es de envergadura. Las raras coberturas mediáticas del acuerdo insisten en la ayuda de 6.000 millones de euros concedidos a Turquía para que lleve a cabo este trabajo sucio. Ahora bien, esta ayuda no es sino el árbol que oculta el bosque. No es ni escandalosa ni desmesurada respecto a lo que significaría una acogida digna de esta «miseria del mundo» producida por los Estados ricos. Otras partes del acuerdo, en cambio, se han silenciado extrañamente. En primer lugar, Turquía consigue la etiqueta de «país seguro», es decir, que responde a los criterios de protección de los refugiados vinculados al derecho al asilo. Esto es lo que opina Jean-François Dubost, un jurista de Amnistía Internacional:

«Este acuerdo regatea con los refugiados […] Supone que Turquía es un país seguro para los refugiados. Sin embargo, no hemos dejado de demostrar, avalados por pruebas, que Turquía expulsa a los refugiados a Afganistán y Siria de manera bastante masiva […] Probablemente estas personas no se quedarán en Turquía porque ahí no se reúnen las condiciones de protección. Por consiguiente, van a buscar nuevas rutas, más peligrosas. Quizá vuelvan a salir desde Libia (iii)».

En segundo lugar se da carta blanca a Turquía para la «gestión de la cuestión kurda». La canciller Merkel lo reveló unos días antes de la firma del acuerdo poniendo de relieve que «por descontado, debemos destacar frente a Turquía nuestras convicciones sobre la protección de la libertad de prensa o el trato a los kurdos (iv)». Pocas veces una hipocresía ha sido tan grande cuando se sabe que la instauración de un toque de queda en varias regiones kurdas del sudeste del país ya ha causado cientos de víctimas mayoritariamente civiles. Los dos vicepresidentes del Partido Demócrata de los Pueblos (HDP) resumen de la siguiente manera el significado del acuerdo de la deportación:

«Se trata de un regateo a costa de los refugiados. Europa cierra voluntariamente los ojos ante la violación de los derechos humanos en Turquía (v).»

Varias asociaciones humanitarias se han negado a acompañar un acuerdo que consideran contradictorio con las leyes internacionales del derecho de asilo. Médicos sin Fronteras ha decidido suspender sus actividades en las islas de Lesbos y de Samos en Grecia para no ser cómplice del acuerdo. Su consejera en cuestiones humanitarias Aurélie Ponthieu explica de la siguiente manera esta decisión:

«Estos cálculos groseros reducen a los individuos a simples cifras, les niegan todo trato humano y el derecho de asilo. Estas personas no son cifras, son mujeres, niños, familias. Aproximadamente el 88% de las personas que emprenden este camino buscan seguridad en Europa y más de la mitad de ellas son mujeres y niños. Se les debería tratar humana y dignamente (vi).»

Marie Elisabeth Ingres, jefa de misión para Grecia de esta ONG es aún más explícita: «Nos negamos a participar en un sistema que pisotea las necesidades humanitarias de las personas que piden asilo» , precisa.   «[…] No dejaremos que nuestra ayuda se instrumentalice en favor de la deportación en masa (vii).«

La misma versión mantienen International Rescue Committee y el Consejo Noruego para los Refugiados (viii). Incluso la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR) se niega a implicarse en lo que caracteriza como un «encarcelamiento de los refugiados».

Los refugiados son conscientes de la suerte que les está reservada: el martes 22 de marzo, 4 días después de la firma del acuerdo, un refugiado desesperado se inmolaba con fuego en el campo de Indomeni en la frontera entre Grecia y Macedonia para protestar contra esta situación de encierro en la frontera en unas condiciones inhumanas.

¿Cómo se puede pensar simplemente que una Turquía que ya acoge a tres millones de refugiados puede acoger a decenas de miles más en unas condiciones dignas? Se impone la verdad cruda: la acogida será inevitablemente un encarcelamiento en masa en unos campos bajo vigilancia militar. Las víctimas de nuestras guerras y de nuestros saqueos se transforman así en culpables a los que hay que vigilar y encerrar. A partir de ahora los campos de la vergüenza forman parte del paisaje legal de gran Europa.

La construcción mediática de la indiferencia pública

La foto del pequeño Aylan Kurdi, un niño sirio de tres años ahogado en playa de Bodrum, fue portada de todos los periódicos europeos el pasado 3 de septiembre. El titular de portada del periódico español El País era «La imagen que estremece la conciencia de Europa». Muchas manifestaciones espontáneas en varios países de Europa parecían poner de relieve una toma de conciencia de la opinión pública que el periódico británico The Independent resumía de la siguiente manera: «Si las imágenes, increíblemente estremecedoras, del cuerpo del niño sirio ahogado un una playa no llevan a Europa a cambiar de actitud respecto a los refugiados, ¿qué podrá hacerlo? (ix).»

Apenas seis meses después se firmó el acuerdo de la vergüenza en medio de una indiferencia general en el mejor de los casos y con una aprobación llena de alivio en el peor. Mientras tanto, la cobertura mediática de este tema ha estado marcada por tres discursos significativos: el de la evasión, el de la infiltración terrorista y el de la violencia sexista.

La multiplicación de imágenes chocantes sin acompañar de explicaciones y con una mezcla alegre de lugares y circunstancias es la forma dominante de la cobertura mediática de la figura del refugiado: un tren tomado al asalto por miles de refugiados en Hungría, largas filas que se dirigen a la frontera serbia, campos sobrecargados en diferentes fronteras, etc. Todas estas imágenes acreditan la idea de una invasión masiva que amenaza a Europa. Una vez más el discurso mediático presenta unos resultados (concentraciones en las fronteras, intentos desesperados de franquear los alambres de espino) sin subrayar las causas: las políticas de cierre de las fronteras que provocan acumulaciones en los puntos de paso.

Esta cobertura mediática no es nueva, pero en estos últimos meses ha adquirido una dimensión ansiogénica debido a su cotidianeidad. Ya a finales de 2015 un informe de la Red de Periodismo Ético (Ethical Journalism Network) concerniente a 14 países europeos resume esta cobertura como una que se realiza con «un lenguaje indiferente y unos discursos sobre las invasiones». El informe también pone de relieve que la recuperación sin deconstrucción de unas reacciones racistas de diferentes dirigentes y políticos europeos también ha contribuido a acreditar la idea de una invasión. Por último, menciona el uso inmoderado de las hipérboles que refuerza aún más el clima ansiogénico de la cobertura mediática (x).

Las cifras, por su parte, revelan una realidad completamente diferente. Si efectivamente cerca de cinco millones de sirios han sido obligados a huir de la guerra desde 2011, se han refugiado fundamentalmente en Turquía (2.7 millones) y Líbano (1 millón). Francia, por su parte, ha acogido «generosamente» a 10.000 sirios desde 2011, según las cifras de la Oficina Francesa de Protección de los Refugiados y Apátridas (OFPRA). Por lo que se refiere a la última llegada masiva de estos tres últimos meses, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (HCR) lo evalúan en 1.005.504 personas para el conjunto de Europa en el año 2015 (xi).

La situación no es sorprendente considerando los datos disponibles sobre el conjunto de los refugiados a nivel mundial. Se resumen de la siguiente manera: la casi totalidad de los refugiados son acogidos por países pobres. Argumentando la necesidad de un reparto más equitativo de los refugiados, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados Filippo Grandi utiliza la imagen siguiente: «Si Europa tuviera que acoger al mismo porcentaje de refugiados que Líbano en relación a su población, tendría que alojar a 100 millones de refugiados (xii)

No solo no hay ningún peligro de invasión sino que debido a sus políticas económicas y militares Europa es a la vez una de las principales causas de los exilios forzados y una de las regiones menos acogedoras del mundo. Contribuir fuertemente a producir la miseria del mundo negándose a acogerla después, esa es la realidad de la UE.

El discurso de la invasión se completa con el del peligro terrorista. Ha bastado con que uno de los autores de los atentados del 13 de noviembre hubiera pasado por la frontera griega y se presentara como refugiado sirio para que se desarrolle una campaña sobre el «peligro terrorista» que requiere un cierre aún más drástico de las fronteras a los refugiados. Esta amalgama es coherente con el análisis erróneo de que el terrorismo surge únicamente de un «virus exterior». Oculta que la gran mayoría de los «terroristas» que actúan en Europa son europeos y producto de nuestras sociedades europeas, de sus desigualdades, de sus discriminaciones, de su islamofobia y de sus humillaciones. Eso es lo que reconoce el coordinador para la lucha contra el terrorismo [de la UE] desde 2007, Gilles de Kerchove:

«El Daesh o al-Qaeda no necesitan enviar a sus miembros a la masa de las personas que solicitan asilo. En efecto, existe una cantera de personas que han nacido en Europa, que no tienen contactos con las organizaciones terroristas y no viajan, pero que se han radicalizado en internet. […] Desgraciadamente, cinco mil ciudadanos europeos se han encaminado a Siria e Iraq. Algunos de ellos no habían sido identificados por nuestros servicios de seguridad. Por consiguiente, si yo fuera un dirigente del Daesh, preferiría elegir a un combatiente extranjero francés, belga u holandés con papeles en regla y enviarlo a Europa tras haberlo adiestrado. ¿Por qué querría mezclar a mis hombres con las personas que solicitan asilo? (xiii).»

A pesar de esta evidencia lógica, todas las grandes cadenas de televisión y todas las radios importantes emitieron programas y debates en los que pseudoexpertos y otros especialistas acudieron a disertar sobre las relaciones entre la «crisis de los refugiados» y el «terrorismo», sobre la «estrategia de infiltración de los refugiados del Daesh», etc. El 23 de noviembre France Culture difunde un programa titulado «La crisis de los refugiados a la sombra del terrorismo».

El 7 de diciembre el periodista Matin Buxant de BEL RTL plantea la siguiente pregunta significativa al secretario de Estado para el Asilo y la Migración belga Theo Francken: «De todos modos, hay una serie de indicaciones de tratan de demostrar que las redes terroristas utilizan las redes de refugiados para venir a Europa. ¿Qué se ha hecho al respecto?«.

¡Nada más ni nada menos que «una serie de indicaciones»! El 24 de febrero de 2016 le toca a Kamal Redouani declarar en TF1/LCI que la relación entre terrorismo y refugiados es una «realidad», aunque añada que «no hay que meter a todo el mundo en el mismo saco«. Estamos en una lógica de difusión de amalgamas y de rumores independientes de los hechos reales (un solo caso realmente objetivo). Una vez más se han utilizado la emoción y la inquietud vinculadas a los atentados para aumentar la audiencia. Es lo que resume el periodista búlgaro Boyko Vassilev poniendo de relieve la tendencia cada vez mayor de los medios a olvidar «los hechos y la realidad»:

«Con ayuda de las redes sociales nos hemos vuelto muy agresivos, estamos dispuestos a comentar todo olvidando los hechos y la realidad. Hay demasiadas emociones y no los suficientes sentido común y razón. No tengo nada en contra de la libertad de expresión, pero, ¿dónde están los reportajes, donde están las investigaciones, dónde están los hechos? Reaccionamos muy rápido y muy fácilmente, sacrificamos nuestro trabajo a las mediciones de la audiencia y a las tasas de audiencia, queremos que se nos quiera, pero el periodismo es otra cosa. El periodismo es desafiar los estereotipos, los clichés, alzarse contra la opinión general; es buscar los hechos, revelarlos y tratar de demostrar la propia tesis (xiv).»

Al discurso sobre la invasión y la amenaza terrorista se ha añadido un tercer elemento igual de ansiogénico: el de las agresiones sexuales. Con ocasión de las festividades del 31 de diciembre muchas mujeres padecieron violencia sexual. Varios policías declaran anónimamente a la prensa que se deben a los «refugiados» e inmediatamente toda la prensa europea difunde y comenta esta «información».

Hanane Karimi señala que los análisis son masivamente culturalistas: «El trato mediático y político de los acontecimientos de Colonia demuestra la manera como las desviaciones de los no blancos se interpretan directamente en términos de cultura (xv)». Estas agresiones se explicarían por la cultura machista y el patriarcado de los refugiados. Seis semanas después de los hechos el fiscal de Colonia hace públicos los resultados de la investigación: 3 agresores de 58 son refugiados. Poco importa, el mal está hecho y circula el rumor.

La construcción de un clima ansiogénico a propósito de los refugiados bajo la forma de una invasión, de la amenaza terrorista y de la agresión sexual en una sociedad atormentada por la inquietud respecto al futuro y la fragilización social debido a las políticas de austeridad solo puede tener como consecuencia el desarrollo del racismo en el peor de los casos y de la indiferencia en el mejor. El acuerdo de la vergüenza firmado entre la UE y Turquía se basa en esta indiferencia construida mediática y políticamente, cuya consecuencia lógica e inevitable es la banalización de las redadas y de los campos, es decir, un «asalvajamiento de Europa».

Notas:

(i) «Echanges et partenariats, Frontex et l’externalisation des contrôles migratoires. L’exemple de la coopération avec les Etats africains», http://emi-cfd.com/echanges-partena…, consultado el 6 de abril de 2016] a las 10:00.

(ii) Claire Rodier, «Des frontières et des hommes», http://www.migreurop.org/article158…, consultado el 6 de abril de 2016] a las 10:45.

(iii) Jean-François Dubost, Amnesty International, France-Info, 4 de abril de 2006, http://www.franceinfo.fr/fil-info/a…, consultado el 6 de abril [de 2016] a las 11:15.

(iv) Cécile Ducourtieux, «L’accord de renvoi des réfugiés en Turquie toujours contesté», Le Monde del 17 de marzo de 2016.

(v) Ragip Duran, «Migrants: l’opposition turque outrée par l’accord avec l’UE», Libération del 18 de marzo de 2016.

(vi) Aurélie Ponthieu, «Accord UE-Turquie, réduire les vies des réfugiés à de simples chiffres», http://www.msf.fr/actualite/article…, consultado el 6 de abril [de 2016] a las 12:30.

(vii) Chloé Dubois, «Les ONG ne seront pas » complices » de l’accord UE-Turquie», http://www.politis.fr/articles/2016… , consultado el 6 de abril de 2016.

(vii) «Réfugiés: des ONG refusent de cautionner l’accord UE-Turquie», L’Humanité del 23 de marzo de 2016.

(ix) The independent del 3 de septiembre de 2015.

(x) Ethical Journalism Network, Report on media and the global migration and refugee crisis, diciembre de 2015.

(xi) Le Monde del 22 de diciembre de 2015.

(xii) Filippo Grandi, «Il faut une répartition équitable des réfugiés», http://www.24heures.ch/monde/Il-fau…, consultado a las 16:00.

(xiii) Gilles de Kerchove, «Daech ou Al-Qaïda n’ont pas besoin de faire passer des terroristes parmi les réfugiés», https://www.euractiv.fr/section/jus…, consultado el 6 de abril de 2016] a las 17:30.

(xiv) Boyko Vassilev, «Médias et réfugiés: halte aux clichés et au prêt-à-parler!», http://bnr.bg/fr/post/100676931/med…, consultado el 6 de abril de 2016] a las 19:00.

(xv) Hanane Karimi, «De la banalité du sexisme et du racisme, Retour sur les événements de Cologne et leur traitement médiatique», http://lmsi.net/De-la-banalite-du-s…, consultado el 6 de abril de 2016] a las 20:00.

Fuente: http://www.investigaction.net/La-planification-d-une-deportation.html?lang=fr

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.